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La última vez que vimos en el Romea a Aitana Sánchez-Gijón meterse en la piel de una madre nada convencional fue hace unos años, gracias a 'Casa de muñecas 2', en la que transcurría el regreso de Nora al domicilio familiar que abandonó en ... su día, aupada ahora por su triunfo en lo económico, fuerte como un roble en su anhelo inquebrantable de libertad y sin arrepentirse de la decisión que tomó, justo quince años después de pegar el portazo más famoso de la historia del teatro y dejar tras de sí a su marido y sus hijos. Ya saben: Nora, esa mujer que logra golpearte el corazón, e incluso que le desees toda la buena suerte del mundo en su nueva vida, es la protagonista de 'Casa de muñecas', de Henrik Ibsen, obra cuyo estreno en 1879 provocó un bombazo, escénico y social, al tiempo que se convertía en un símbolo de la lucha feminista; hoy sigue conservando intacto su poder y su desgarro. Un personaje revolucionario porque dinamitó el orden establecido.
A partir de 'Casa de muñecas', y de ese final abierto, y maravillosamente inquietante, que dejó escrito Ibsen, el joven dramaturgo Lucas Hnath se atrevió, con una osadía llamativa, a escribir en 2017 una continuación de la existencia de Nora y de los seres que dejó atrás.
A las órdenes nuevamente de Andrés Lima, Aitana Sánchez-Gijón daba vida a una Nora bellísima, que captaba tu atención y tu desconcierto en todo momento y que ponía el acento en la –todavía– necesidad de derribar, y no precisamente por la fuerza, toda desigualdad entre hombres y mujeres. Y de, ojalá sople el viento a favor, lograrlo sin permitir que sean los hijos los perjudicados: esos niños en cuyo corazón se perdía García Lorca, como a veces se perdía por el mar.
El espectáculo: 'La madre'. Sábado 19 de octubre de 2024. Teatro Romea de Murcia.
Calificación: Muy bueno.
En la noche del sábado, la actriz, justo después de conocerse que ha sido distinguida con el Goya de Honor a toda una trayectoria, regresó al Romea al frente del reparto de 'La madre', otro gran y merecido éxito del dramaturgo y cineasta francés Florian Zeller. Y lo hizo, en esta ocasión, bajo la dirección espléndida de Juan Carlos Fisher, arropado, para lograr la atmósfera inquietante que envuelve toda la función, por los grandes trabajos del iluminador jumillano Pedro Yagüe, el escenógrafo Alessio Meloni, el músico Joan Miquel Pérez y la diseñadora de vestuario Elda Noriega; y se nota la mano de Barco Pirata en la calidad de la producción, aquí compartida con Producciones Rokamboleskas.
La madre protagonista permite a Aitana Sánchez-Gijón brillar con un personaje cuya desesperación y problemas psicológicos vivimos con una proximidad muy íntima, muchas veces como si habitásemos en el interior de su cabeza. La actriz borda a una madre, como ella misma describe, alienada, con instintos suicidas, «con una oscuridad muy grande», con terror a quedarse sola, con una gran dependencia emocional... 'La madre' plantea algunas preguntas: «¿Puede una madre amar demasiado?, ¿existe un límite para ese amor?, ¿qué ocurre cuando un hijo crece y se va?».
Anne ha vivido fundamentalmente para su hijo Nicolás, cuya ausencia tras haber iniciado por libre su propia vida le ha hecho caer de lleno en el síndrome del nido vacío. Tampoco la relación con su marido la satisface; tampoco él es feliz con ella. Se siente muy sola, se siente estafada, va perdiendo el control de sus impulsos, de su salud mental.
Florian Zeller escribe obras alucinantes, y con 'La madre' enfrenta al público al desmoronamiento mental y emocional de una mujer al borde del suicidio, de una mujer que toma pastillas para poder vivir desde la mañana a la noche, una mujer que se siente estafada por la vida y por todos, abandonada y sola en esa casa que ha sido el centro de su existencia, donde se ha entregado a la crianza de sus hijos –Nicolás tiene una hermana, pero él es el preferido, el hijo amado– y a su marido. Y, en efecto: en el momento en el que todos desaparecen, ella se queda desolada, porque tampoco se tiene a sí misma.
Aitana Sánchez-Gijón está muy bien acompañada en escena: por Juan Carlos Vellido como su marido, Álex Villazán como su hijo y Julia Roch como la pareja de éste, a la que su madre considera su enemiga fatal. No, nunca deberíamos abandonarnos a nosotros mismos. Ni jamás podremos dar amor si no lo tenemos.
Ha pasado con obras distintas: acaba gloriosa y exhausta la función en escena, y los espectadores la ovacionan en carne viva en el patio de butacas. Volvió a pasar el sábado en Murcia. Intérprete de éxito que se entrega a su oficio con un entusiasmo de ángel de Rilke, parece poseer una resistencia de caracola de mar a la hora de asumir retos. Un lujo de actriz.
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