Junto a 'Impaciente YAF', el jinete y entrenador Ángel López, en su centro ecuestre en Zarandona. Nacho García / AGM
La semana de...

Ángel López, jinete y entrenador a lomos de un sueño

Perfeccionista, alegre, cercano, impaciente y luchador, además de competir y entrenar, el fundador del centro ecuestre que ondea su nombre en Zarandona es juez territorial de doma clásica y examinador de galopes

Domingo, 7 de julio 2024, 07:51

Sin rodeos y con naturalidad absoluta se muestra como vive: a veces al trote, otras al galope, pero siempre implicado como profesional en una senda elegida e ilusionado como un niño por disfrutarla el máximo tiempo posible. Perfeccionista y a veces impaciente, luchador e intuitivo, ... Ángel López es técnico deportivo nivel II en equitación y preparador de caballos para competición, recreo y venta, juez territorial de doma clásica, examinador de galopes y, ante todo, jinete. Alegre y decidido, en su acento se revela la generosidad de la huerta de Zarandona (Murcia) que le vio crecer y en la que hace veinte años creó de la nada un club hípico, el Centro Ecuestre Ángel López (CEAL). Formado durante tres años en las instalaciones del olímpico Luis Lucio, en Barcelona, dejó con el apoyo de sus padres, y a falta de cuatro asignaturas y el proyecto, una carrera de Ingeniería Electrónica que sabía que no le haría feliz. Fiel a sí mismo y nada pomposo, desde crío y antes de que la doma clásica existiera en la Región de Murcia, acumula en su palmarés campeonatos, subcampeonatos y medallas en categorías territorial y nacional, ya como jinete, ya como entrenador. Valedor de este animal singular sin romanticismos artificiosos, esboza en la voz la más amplia sonrisa cuando cuenta que comparte su pasión profesional con sus dos amores de vida, su mujer y su hija de tres años. Con un pie a tierra, agradecido por su vida, y el corazón a lomos de un sueño del que no quiere despertar, Ángel López reconoce que nunca podrá devolver al caballo lo que el caballo le da.

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Lunes

5.30 horas. Madrugo muchísimo desde hace muchos años. A las cinco y media de la mañana ya estoy en pie. Desayuno y voy a revisar que todos los caballos estén bien, y monto un par de animales antes de que lleguen los clientes. Me gusta enseñar, ver a gente novel a la que puedo ayudar y caballos a los que también puedo ayudar a mejorar, y eso me motiva. Cuando me levanto por las mañanas, lo que siento es que quiero montar a caballo y competir. Soy jinete por encima de todo. La equitación es un deporte muy diferente a todos, porque te da esa parte física pero también la emocional de estar con un animal que te aporta mucho más de lo que tú le vas a aportar a él.

Martes

17.30 horas. Tenemos abierta la escuela de equitación hasta el 15 de julio, porque me gusta que los caballos descansen un mes y medio antes de volver en septiembre frescos y dinámicos. Tenemos un equipo amplio, con profesores por niveles, desde la iniciación para niños y adultos que nunca han montado, pasando por un nivel intermedio en el que hay una parte más técnica, que es donde más volumen de alumnos tenemos, hasta el más avanzado, donde hay gente que quiere especializarse o que está compitiendo. Si das una vuelta por Murcia te das cuenta de que todas las escuelas de equitación estamos llenas de niños y adultos. Practicar este deporte una o dos veces por semana es muy asequible para todos los bolsillos. Lo que requiere de patrimonio es la alta competición, porque los premios en metálico son muy bajitos y tienes que pasar mucho tiempo fuera de casa. Acercarse al mundo del caballo es una experiencia que recomiendo a todo el que no lo haya vivido. Es un traspaso de energía que se nota al instante.

Miércoles

13.30 horas. Voy al gimnasio todos los días y, aunque me tengo que perder la hora de comer, es un momento de desconexión. Tengo la suerte de que mi mujer monta a caballo y compite, por lo que entiende perfectamente el tiempo y las horas que hay que dedicar a esto. Soy cocinillas, y me preparo mi dieta para ir al gimnasio. Soy muy riguroso cuando hay que serlo, aunque, si me abres la mano, también me gusta. No se trata de mantener el peso, porque nadie te lo exige, pero visualmente cuando estás compitiendo tienes que estar bien, por estética, y preparado físicamente. Montar a caballo supone un desgaste tremendo en el que implicas toda la musculatura.

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Jueves

9.30 horas. Me traen caballos para domar y preparar, y pasamos tantas horas con ellos durante meses o años que me afecta emocionalmente cuando se van con el cliente. Es una convivencia muy fuerte. Siempre hay caballos que consideras tuyos y que no vas a vender aunque te ofrezcan un precio muy alto. Sabes que se van a quedar en casa hasta que les llegue su hora y decidan irse. No voy a negociar con ellos porque no soy un tratante de caballos. El que más me marcó en la niñez fue 'Pitusa', mi primer poni. Tuvo una hija que ahora es la que monta mi hija, y tengo también conmigo a su nieta. Son esas las cosas que te llenan y emocionan. Con 9 años tuve una yegua, 'Princesa', con la que saltaba por los bancales de casa. Era árabe, muy rápida, y todo lo que corría lo ganaba. En la adolescencia disfruté de un gran caballo, 'Fao', que me acompañó hasta la juventud. Con 'Utrero' participé en concursos y exhibiciones, y la última parte de su vida la pasó feliz porque Verónica, la que hoy es mi mujer, lo estuvo cuidando esos últimos años. Concursó con él y era su niño mimado. Años después monté a 'Livor', de una clienta que más que clienta es amiga. Quedamos campeones de la Región de Murcia en categoría absoluta, ganamos concursos nacionales, campeonatos de España, estuvimos en la final de la Copa del Mundo en Sevilla... Ya está muy mayorcito, pero está retirado, viviendo su vejez feliz. En estos momentos, 'Impaciente' y yo estamos compitiendo mucho. Tiene un coco y un corazón increíbles. A mi hija le encanta galopar conmigo en él. Disfruta muchísimo.

Viernes

10.00 horas. En Murcia hay mucha afición y mucho nivel de caballos y de jinetes. Fui vocal de la Federación [Hípica de la Región de Murcia] durante seis años, y le pegamos un golpe fuerte a la doma clásica. Llegamos a tener cien jinetes. Competir es algo precioso. La equitación y el montar a caballo te impone paciencia, te enseña a no dejarte caer, a trabajar continuamente y no decaer a pesar de los baches.

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22.00 horas. Estoy en una peña huertana con mi mujer y un grupo maravilloso de gente. Entré de casualidad a la peña El Botijo y al final me ha enganchado. Soy un poco paquete, así que cuando bailamos me esconden en medio de todo el mundo.

Sábado

10.30 horas. A los técnicos deportivos nos dan indicaciones sobre equinoterapia, pero no tenemos las herramientas necesarias. Trabajé durante años con Astrapace [Asociación para el Tratamiento de Personas con Parálisis Cerebral y Patologías Afines], y les ofrecí los caballos adecuados para hacer las terapias. Se formó un equipo estupendo y estuvimos trabajando juntos muchísimos años. El cambio que ves en esos niños es increíble, es una de las experiencias más gratificantes que he vivido nunca. Espero que podamos retomarlo pronto.

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Domingo

13.00 horas. Los fines de semana intentamos quedar para comer o cenar con mis padres o mis suegros, y si podemos nos juntamos todos en casa, con mi hermana, que está conmigo en el club, y mi sobrino. Tengo la suerte de contar con una familia estupenda, unida. Es lo más maravilloso que tengo en la vida. Hace muchísimos años creí oportuno que todos en el club merecíamos tener los domingos libres para nosotros y descansar, aunque las competiciones nos suelen coincidir los fines de semana. También hacemos rutas externas a Monteagudo, en el parque de Los Polvorines. Es un recorrido muy ameno por las sendas que aún quedan por esa zona de huerta que me encanta. Que viviéramos en la huerta cuando era crío, aunque mi familia no tuviera tradición de caballos, hizo que mi padre pudiera comprarme un poni. Fue el mejor momento de mi vida.

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