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Expresa su forma de entender el mundo, y a sí misma, con imágenes, aunque sus palabras resuenan cargadas de peso y transmiten un poso antiguo y sabio, de alma vieja, que no se corresponde con su edad. Recuerda desprovista de amargura que tuvo que decirle pronto adiós a su infancia y que su experiencia de vida le ha otorgado la virtud de ponerse en el lugar del otro y no asustarse fácilmente. Rocío Marín Navarro es la artista visual Rocío Kunst, una exploradora de la identidad por medio de la memoria, investigadora de presencias y ausencias, docente accidental, feminista natural de espíritu crítico aunque esperanzado. Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Murcia (UMU), inició su faceta artística con el dibujo y la pintura, aunque pronto se especializó en Fotografía Profesional por el Centro Internacional de Fotografía y Cine (EFTI), en Madrid, formación que completó con dos másteres en Gestión del Patrimonio Histórico-Artístico y Cultural y Formación del Profesorado.
A veces huye del colapso acurrucada junto a su perra Sira, uno de sus dos amores y compañera de paseos infinitos. Profesora asociada en la Facultad de Educación de la UMU, compagina sus proyectos con la finalización de su tesis doctoral, en la que explora la relación madre-hija y el sentido de pertenencia. Lectora compulsiva y forofa de los ensayos de Siri Hustvedt, reclama para los artistas de la Región mejores condiciones a la hora de exponer sus obras, al tiempo que transmite a sus alumnos la convicción de que se puede vivir del arte. Seleccionada como artista emergente dentro del proyecto ICA Nexo Joven, ultima su próxima gran aventura, 'La imagen nutricia', mentorizada por la artista lumbrerense Sonia Navarro. En paralelo, una de las bóvedas del Almudí acoge hasta el 22 de junio una síntesis de su premiada 'Matriz', que expondrá completa en el Espacio Santa Clara de Morón de la Frontera (Sevilla) desde mediados de este mes de mayo. El secreto del éxito, para ella, es tan sencillo y complejo como ser buena persona y dedicar tiempo de calidad a su gente. Sin más ni menos.
19.00 horas. Me encanta ir a librerías como Diego Marín y los Soportales de la Catedral. Diego Marín conocía a mi padre y me recomendaba qué regalarle. Mi perra se llama Sira porque la adopté cuando mi madre leía 'El tiempo entre costuras'. Cuando me obsesiono con un tema no paro de leer, escuchar pódcast y ver películas de lo mismo. Observar diferentes puntos de vista me ayuda a ampliar mi visión para hacer algo que sea casi universal. Me estoy nutriendo de obras como 'Papá nos quiere', de Leticia G. Domínguez; 'Las hijas horribles', de Blanca Lacasa; 'La otra hija' y 'Una mujer', de Annie Ernaux, o 'La historia de los vertebrados', de María del Mar García Puig. Mi padre, Ángel Marín Hernández, sentía un amor inmenso hacia los libros. Ahora que ya no está, son el último rincón que tengo para estar con él. El 7 de junio se publica en una revista de Barcelona mi proyecto 'Las cenizas del mundo', y me han dejado que incluya el texto que escribí para su misa y que saqué de sus escritos. Él sí era creyente, yo no, pero estábamos de acuerdo en que con ser buena persona bastaba.
12.00 horas. Murcia se mueve muchísimo. Hay muchas propuestas, visibilidad, exposiciones... Los artistas pensamos que podrían hacerse menos muestras pero mejor, porque no en todos los espacios se practican las buenas artes. Me encantaría que se normalizase el hecho de pagar a los artistas, lo reivindicaremos siempre. El técnico cobra, el comisario cobra... ¿Por qué la persona que crea y que llena una sala cultural no se tiene en cuenta en el presupuesto? Cuando salí de la Facultad llegué a estar con cinco trabajos a la vez. Hasta la explotación la vives con ilusión. Ser artista es aprender a conquistar el fracaso. Sin embargo, intento llevar artistas a clase para que mis alumnos vean que hay personas que viven del arte. Algunos de mis profesores de la Facultad nos decían que nos dedicáramos a la docencia. Es horrible decirle a la gente que no tenga ilusión porque a ti no te ha salido bien.
14.30 horas. Soy muy desastre para cocinar. Cocina siempre mi pareja, Cristóbal Barbero, también artista. Si no, moriría de hambre.
16.00 horas. Doy Creación e Investigación Artística y Lenguaje Visual. Entré a la docencia por la vía de la investigación. Nunca pensé en dar clases, aunque vengo de una familia de profesores: mi madre, mi padre, mis bisabuelos, mi abuela paterna, tíos. Me gusta enseñarles el proceso creativo y cómo conectar ideas. La gente de la Facultad de Educación es una hoja en blanco en cuanto a arte. Cuando les hago la evaluación inicial y les pregunto cinco artistas, siempre me dan nombres masculinos. Mientras siga haciendo falta, en mis clases abundarán las mujeres artistas, porque referentes masculinos ya tienen. Son futuros maestros. Es importante ampliar su imaginario visual para que las niñas de 6 años puedan pensarse siendo artistas. Es mi pequeño activismo desde la educación.
10.00 horas. Estoy trabajando intensamente en 'La imagen nutricia', un ensayo visual sobre la 'hijidad', para acercarnos a nuestra historia dentro de esa relación-espejo a menudo tan simbiótica que tenemos con nuestras madres y ver cómo repercute en nuestra forma de mirar, ser o estar en el mundo. Me interesa la imagen ausente, la que no está en el álbum familiar pero que de alguna manera está más presente. Convierto todo en imagen para dar a los recuerdos un lugar para ser memoria.
20.00 horas. Me gusta rodearme de gente abierta y con el menor número de prejuicios posible. Soy feminista porque tengo esperanza en las nuevas generaciones. He sido feminista antes de autoproclamarme feminista, porque no encajaba en lo que se esperaba de una niña. Solo buscas que te consideren un ser humano, exactamente igual que tu compañero. A lo largo de mi vida ha habido infinitas veces en las que me he sentido incómoda, con acoso callejero continuado y oyendo palabras, en ciertos ámbitos, que sobran. Para mí ser feminista es lo natural. A la gente más joven no se les pasan por la cabeza estereotipos de género que nosotros teníamos interiorizados.
21.00 horas. Me escapo una vez a la semana para cenar con unos amigos, Daniele y Alba. Son los padres de Aurora, una niña de menos de 2 años que tengo de modelo para 'La imagen nutricia'. La quiero como a una sobrina. Vamos mucho al restaurante italiano I Sapori, de Daniele, donde hay una pizza en mi honor que se llama Rocío, con salmón y gorgonzola.
10.00 horas. Vamos a la Fuensanta o a Mazarrón, a una playa para perros en la que se respira muy buen ambiente. Otras veces vamos a Cartagena a ver a la familia de mi pareja y pasamos el día en La Palma. A veces el cuerpo te pide parar. A veces he sentido el colapso. El otro día, después de muchos años sin hacerlo, me puse a pintar oyendo música. Me ayudó. También me relaja hacer fotos sin ningún objetivo, acurrucarme con mi perra, charlar con amigos. Algunas de mis mejores amigas viven fuera, en Australia, Dubai y Marbella. Aprovecho para hacer videollamadas y nos tiramos una o dos horas poniéndonos al día. Intento tener comunicación diaria con ellas vía WhatsApp, es una de las cosas buenas de las redes sociales. Me gusta dedicar tiempo de calidad, individual, a mis amigos. Son también mi familia.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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