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En pleno periodo de ruptura con la sociedad de la Edad del Cobre o Calcolítico, se enmarca el origen del poblado argárico de La Almoloya, un tesoro escondido durante más de cuatro milenios y sobre el que un equipo dirigido por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona –Vicente Lull, Rafael Micó, Eva Celdrán, Cristina Rihuete, Camila Oliart y Miguel Valério– llevan arrojando luz desde 2013. «Es una época muy especial sobre la que hay pocos yacimientos con tantas evidencias», dice sobre el tránsito entre el Calcolítico y la Edad del Bronce Rafael Micó, codirector del proyecto.
Ahora, aprovechando la dotación económica del III Premio Nacional de Arqueología y Paleontología otorgado bienalmente por la Fundación Palarq, se afanan en descubrir hasta dónde llegaba la complejidad social de la civilización de El Argar en sus orígenes, que, en La Almoloya se remontan unos 4.175 años, hasta el 2150 aC, como han podido comprobar a raíz de la pasada campaña de excavación. De hecho, detalla Micó, «se puede ver la evolución de 600 años –hasta el 1550 aC, que una crisis acaba con el asentamiento–, un periodo similar al transcurrido desde los Reyes Católicos hasta la actualidad –ejemplifica Micó–, por lo que el paisaje actual podría ser heredero de esta civilización».
En el suroeste de la meseta en la que se ubica el poblado de La Almoloya (Pliego), los arqueólogos dieron con la primera fase del poblado –allí se superponen hasta tres fases de poblamiento: del 2150 aC al 2000; del 2000 al 1750 aC y del 1750 al 1550 a C–, «la más desconocida y muy interesante», apunta Lull.
De hecho, bajo los restos que dejaron a punto de caramelo los clandestinos en los años setenta y ochenta, descubrieron algunos de los hallazgos más interesantes. «Además de constatar que, en esta fase inicial, no hay enterramientos bajo las construcciones –en La Almoloya han encontrado hasta 160 intactos–, dieron con «los restos quemados del poblado original, lo que, paradójicamente, ha permitido preservar carbonizados restos vegetales miles de años, algo poco habitual», abunda Lull. Además, hallaron las construcciones, cabañas con un zócalo de piedra y paredes, techo y vigas de madera, vegetales y barro, frente al urbanismo desarrollado de fases posteriores, detalla Eva Celdrán, especialista en arquitectura.
Vasijas con trigo, cebada, guisantes, bellotas e higos –«muy inusual»–, huesos de la carne que comían, además de los restos carbonizados del material constructivo hallados en el interior de las primeras cabañas, son el último gran tesoro. «Están ahora en plena fase de análisis en laboratorio para obtener mucho conocimiento sobre la economía y la subsistencia de la gente, además de sobre los ecosistemas y el clima», avanza Micó.
Así, en el Instituto Arqueológico Alemán (Berlín), el jefe del departamento de Ciencias Naturales, el español Ferrán Antolín, se ocupa del análisis carpológico –estudio de las semillas, los frutos– que aportarán datos no solo sobre el tipo de material encontrado y, por tanto, el clima y el ecosistema en el que se desarrollaba esta sociedad; sobre las especies y si están domesticadas, lo que hablará sobre sus estrategias agrícolas; además de si los alimentos tenían un procesamiento previo a su almacenamiento y, en consecuencia, si había ya hace casi 4.200 años una organización y especialización del trabajo; y de cuál era su fuente principal de energía, de lo que se deducen datos de su economía, desgrana Micó, director del grupo de Arqueología Social Mediterránea en la UAB. Y añade: «Se encadenan muchas deducciones que parten de datos básicos. Además, por épocas en esos 600 años: medio ambiente, agricultura, rituales, economía, política...».
El análisis de los huesos es otra de las especialidades que están permitiendo «desentrañar cuestiones del pasado que nos interesan y pueden romper tópicos, y que, además, pocas veces se pueden investigar en Prehistoria», apunta Cristina Rihuete, arqueóloga especialista en huesos humanos. Y cita los análisis de ADN que han constatado que la argárica era una sociedad patrilineal y patrilocal, «que significa que la transmisión de linajes se produce entre hombres, de padres a hijos, y, de hecho, se encuentran relaciones genéticas entre distintos hombres de La Almoloya. Lo interesante es que, pese a que la norma es que los hombres solían quedarse en el lugar donde nacían, no se puede dar por sentado que la sociedad era patriarcal porque algunas mujeres ostentaban el máximo poder», apunta Rihuete refiriéndose a la 'reina' del yacimiento pleguero, cuya tumba es «una de las más ricas de la Edad de Bronce de las halladas en Europa occidental».
Los investigadores destacan la posibilidad que aportan los yacimientos de la Región, tanto La Almoloya como La Bastida, para «abrir la mente, ya que pone en cuestión lo que se creía, que las sociedades complejas siempre están gobernadas por hombres, porque esta 'reina' era protagonista en un gobierno jerárquico y notable, y creemos que sobre un territorio muy amplio, que comprendería, al menos, desde Sierra Espuña hasta la depresión de Vera, con el valle del Guadalentín incluido», puntualiza Micó, que explica que la civilización argárica abarca el sur de Ciudad Real y de Alicante, la Región de Murcia, Almería y la mitad oriental de Granada y Jaén, unos 35.000 km2.
Para profundizar en este conocimiento, el equipo de la UAB que dirige la excavación en La Almoloya y La Bastida está «emprendiendo una línea de investigación novedosa con la Universidad de Viena», financiada con el Premio Palarq y el Ministerio de Ciencia.
Según explica Rihuete y dado que los análisis de ADN son muy caros, laboriosos y delicados –el ADN se conserva muy mal–, consiste en analizar «la composición de la proteína de los dientes de humanos infantiles –menores de 12 años–, en concreto los péptidos, para determinar el sexo biológico» de los restos de estas características encontrados. «Hasta ahora, a partir de los huesos no se infería si eran masculinos o femeninos, ya que el dimorfismo sexual se produce a partir de la adolescencia», aclara Rihuete.
Por su parte, Micó explica que, con esta diferenciación, se podrán comparar los rituales de enterramiento (ofrendas, colocación del cuerpo,...), el tratamiento político y económico y, por tanto, saber si eran dispares según el sexo biológico. «A lo mejor era una sociedad binaria o a lo mejor no», resume las posibles conclusiones de esta investigación incipiente. «Estamos muy esperanzados», confirma Lull.
«Estamos encantados y orgullosos» de trabajar en La Almoloya y La Bastida, dos yacimientos con «una importancia crucial» para El Argar, que «no es una anécdota local, sino algo muy relevante para nuestro pasado común, como muestra que las investigaciones se hayan publicado en revistas científicas de ámbito internacional como 'Science', 'Nature' y 'Antiquity'». Sin embargo, recuerda Lull que, «desde hace más de un año, los fondos para excavar y mantener ambos yacimientos corren a nuestro cargo –la UAB–». Los yacimientos, reconoce Micó, «están preciosos y aguantando bien las lluvias gracias a la red de drenajes y el mantenimiento, que tienen que llevar a cabo profesionales especializados».
Y recuerdan que, pese a que las administraciones regionales y locales están sensibilizadas sobre su importancia y han destinado fondos, «el problema es que el dinero no llega y estamos a punto de morir en la orilla», afirma metafóricamente. Así ocurre, cita, con las subvenciones al Ayuntamiento de Pliego de 85.000 € del Gobierno regional (BORM de 6-09-24) y de 100.000 € para el de Totana (BORM de 16-12-24, el 20% para seguridad) para mantenimiento, conservación y seguridad de los yacimientos argáricos. Igualmente, cita la inversión de la Mancomunidad de Sierra Espuña (51.062 €) para mejorar la accesibilidad, que, insisten, «deben ejecutarse bajo supervisión del equipo para evitar daños irreparables». Y alerta de que para la campaña de excavaciones en La Almoloya de este año, junto a la base de una escalera prehistórica y un muro de cierre, «aún no disponemos de fondos ni de fecha».
Hacer visitable la espectacular muralla de 'La Troya de Occidente' -«no hay otra igual, solo más pequeñas en Granada y Jaén»- es el destino de los 450.000 euros que el Gobierno central destinó al Ayuntamiento de Totana del 2% Cultural (más 150.000 del Consistorio). Una inversión que, explica Rafael Micó, subrayar el lugar que ocupa la Región de Murcia en El Argar como «centro cultural». Además, el jueves 13, la Comisión de Educación y Cultura de la Asamblea Regional aprobó solicitar al Gobierno central realizar «un estudio de viabilidad para ubicar el Museo Nacional de la Cultura Argárica-Edad del Bronce en La Bastida». Una moción del PP que el PSOE apoyó tras incluir una enmienda instando al Gobierno regional a incluir en los Presupuestos de 2025 una inversión equivalente al 2% Cultural para reanudar las excavación y restauración en el yacimiento totanero.
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Isabel Manzano
Josemi Benítez
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