Con su último aliento se apagó un volcán. Era Pepe una montaña, de tierra y fuego, de versos y óleos. Un gigante con las manos llenas de pintura y la cabeza rebosante de poesía. Con un aura mitológica. Como sus minotauros. Su pulsión artística era ... incontenible. Para vivir la vida tenía que pintar como los demás necesitamos respirar. Siempre con su mágico libro de apuntes al alcance de la mano. Nos regaló una creatividad torrencial. Atrás queda una obra de brutal fuerza expresiva. Vitriólico en muchos de sus comentarios, era políticamente incorrecto y eso añadía autenticidad e interés a las palabras de un artista indómito, siempre incómodo por su extrema libertad de juicio para los biempensantes y los acomodados. Un hombre libre. Un intelectual que aprendió de los mejores en las tertulias del Café Gijón. A mí, además, me obsequió con su amistad, su afecto, su generosidad sin límites. Nos veíamos de cuando en cuando, pero eran encuentros largos. En Murcia o en Mazarrón. Salíamos a comer. Y conversábamos durante horas. Sobre todo él, que era un manantial de palabras y sabiduría.
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La última vez que hablamos fue el pasado miércoles. Solo unas horas antes de la caída fatal que le llevó al hospital. Me llamó para darme las gracias. El día anterior yo había depositado en la Caja de las Letras, del Instituto Cervantes, la obra que le pedimos para ilustrar los versos de Juan Ramón Jiménez que fueron publicados hace justo cien años en nuestro Suplemento Literario. Se encontraba supervisando el traslado de sus murales de la estación de Chamartín a una nueva en construcción. Y eso le hacía feliz. Ya estaba pensando en cómo ilustraría el especial sobre 'Verso y Prosa' que, intuía él, teníamos ya en la cabeza. Quedamos en vernos pronto. Nos quedaban muchas horas de tertulia. Ya no podrá ser y lo lamento mucho.
Confío en que Cieza y la Comunidad Autónoma valorarán la obra y figura del genial pintor y escultor que hemos perdido. No tendría perdón que pasara sin pena ni gloria una figura de la cultura que nos dio tanto. Debo decir que eso a él le importaría un bledo. Si existe un más allá, Pepe estará pintando. Como los ángeles. No, mejor aún.
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