Cartel del 70º Festival de Habaneras de Torrevieja. V. García

Habaneras

Mesa para cinco ·

Mi idea era jugar con nuestro tesoro cultural, darle aire, ponerlo a la vista de todos, ver qué ocurría si seguíamos jugando juntos

Hace unos meses me propuse junto a mi compañero y hermanísimo Antonio Turro, componer y grabar un disco de habaneras, yo vivo actualmente entre Madrid y Torrevieja, ciudad de la que es parte de mi familia, y allí se celebra el certamen de habaneras más ... longevo que existe en el mundo, cumple 70 ediciones justo este año.

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La habanera (intento no ser muy técnico) es una música mestiza y viajera, y es además la piedra fundamental de la unión musical entre Europa, África y América que arranca en el s. XVI y empieza a cristalizar en los siglos XVIII y XIX. Las melodías y formas europeas se mezclaron en Cuba con los ritmos africanos y dieron pie a la forma rítmica de la habanera de la que florecieron seguidamente el tango, el bolero, el jazz con el spanish tingue de Nueva Orleans, los cantes flamencos de ida y vuelta, por supuesto, y es que gran parte de la personalidad musical tanto hispana como mundial, salieron de este momento concreto, de este ritmo, de este movimiento y de este impulso vibrante y luminoso, tras la colisión de la cultura europea, africana y la naciente americana del norte y del sur.

Pero la habanera clásica que cantaba mi abuela y que se canta en el Mediterráneo (y también en Galicia, Asturias o Cádiz) se quedó sin renovar desde principios del siglo XX, desapareció de Cuba al tiempo que desaparecía la dominación española, y se refugió en las costas del Levante para echarse a dormir sin apenas variar durante décadas y décadas. Así que mi idea era componer nuevas habaneras (desde el ritmo, la estética y la temática de los marineros) y devolverlas a La Habana para grabarlas con músicos cubanos, para retomar ese hilo y seguir haciendo girar la rueda de los cantes de ida y vuelta. Jugar con nuestro tesoro cultural, darle aire, ponerlo a la vista de todos, ver qué ocurría si seguíamos jugando juntos y creando otra vez una nueva vía de comunicación, hacer, en resumen, que nuestra poderosa historia cultural y musical compartida siga latiendo y creando nuevas obras.

En lo personal, mi bisabuelo era uno de esos marinos que hacía ese viaje desde la Laguna Rosa de Torrevieja hasta el mar Caribe, llevando la sal y trayendo el azúcar, el café, el ron, el tabaco, y la música, y por eso también me siento emocionalmente unido a esta historia, como mi abuela está unida aún con 94 años al anillo de oro de Cuba que su padre le trajo de la isla y que es su alianza de bodas.

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Llegar a La Habana y que la señora Rosa (la mujer que nos acogió al lado del estudio de Pablo Milanés en el que grabamos) cantara las mismas habaneras que mi abuela me cantaba cuando era niño, supuso un choque emocional, y la constatación de que algo nos une, y de que era una misión bella intentar revivirlo, seguir creando en esa línea, e intentar contarlo.

Y en esas estoy. Guiado desde siempre por las obras inmensas de Alejo Carpentier, de Santiago Auserón, de tantos y tantos músicos y musicólogos (amigos que empiezan a aborrecer mis insistentes cuestiones y dudas) que han abierto investigación y camino a lo largo de los años.

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Algo más grande

Pero para mí esto no es el final de un proyecto, es el inicio de algo más grande y más dilatado en el tiempo, mi sueño, al igual que he hecho en Cuba con mi proyecto rastreando las esencias musicales que nos unen, para componer y trabajar nuevas músicas, es poder hacer esto con más países y artistas, y de la misma forma que la habanera ha sido nexo de unión con Cuba, poder llevar a músicos españoles a otros países para componer y grabar bambucos en Colombia, boleros en México, valses en Perú o zambras en Argentina. Trabajar nuestra herencia musical común, el tesoro cultural más grande que tenemos -no solo la lengua es la misma, la música también- y poder avanzar en esos caminos. Tender puentes y, además, usarlos y recrearnos en nuestros paseos por ellos, para seguir disfrutando de nuestra tradición creando obras nuevas.

El éxito de la cultura latinoamericana actual, su hegemonía musical mundial, también se puede entender desde estas raíces, y seguir ese camino, crear y componer juntos es algo que espero poder mostrar a todos pronto.

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