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La investigación científica en España -al menos sus dirigentes- parecería estar formulando una nueva ley: ni una semana sin polémica. La más sonada fue la gestión de María Blanco al frente del Centro de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Los cerca de un millón de euros gastados ... en obras de arte y diversas denuncias por acoso laboral por parte de varios científicos bajo su cargo llevaron al cese de la bióloga junto a la del gerente de la institución referencia en el cáncer de nuestro país. Más o menos en paralelo se conoció el «malestar e indignación» de los especialistas en Inteligencia Artificial por la retirada por parte del Gobierno de 31 millones de euros para sufragar los gastos de la dana. La última de estas polémicas se ha conocido este martes con la dimisión del director del Consejo Internacional de Neurociencias Cajal (CINC).
El motivo de la decisión de Juan Lerma, el neurocientífico que lideraba el proyecto, obedece a discrepancias con la presidencia del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la principal institución investigadora del país y de la que depende. El origen de estas diferencias se remonta a junio de 2022, cuando Eloísa del Pino asumió la dirección del ente en sustitución de Rosa María Menéndez. La razón del choque es el uso que se debía dar a un megaedificio situado en el campus de la Universidad de Alcalá de Henares. La enorme infraestructura, que ocupaba 38.000 metros cuadrados y costó unos 40 millones de euros, se levantó en 2005 con el fin de albergar el Instituto de Medicina Molecular Príncipe de Asturias (IMMPA). Pero esto nunca sucedió. Permaneció vacío durante diez años y se barajó la opción de entregarlo a la Guardia Civil para investigaciones forenses.
La situación pareció aclararse en 2019. Ese año se creó el Centro Internacional de Neurociencias Cajal, que tendría su sede precisamente en este complejo. El proyecto se aprobó finalmente en 2022 entre Juan Lerma y la entonces presidenta del CSIC Rosa María Menéndez. El problema llegó, según el ya exdirector del centro, con el giro dado por la sucesora de esta última, Eloísa del Pino. «Esta iniciativa se vio frenada y se produjo un giro conceptual del proyecto inicial, frenándose en diversas ocasiones iniciativas del CINC», relata Lerma en un correo electrónico remitido a sus colaboradores citado por eldiario.es. En ese mail desvela que había renunciado a su puesto a principios de enero tras una larga conversación con Del Pino.
El nuevo proyecto pasaba por que el edificio, rebautizado con el nombre de Centro de Investigaciones Interdisciplinares de Alcalá (Ci2A), sería la sede no solo del centro de neurociencia, sino también del Instituto Cajal (IC), el Instituto de Química Orgánica General (IQOG) y el Instituto de Química Médica (IQM). La gestión recaería en la directora del primero de ellos. «Desde entonces, se ha trabajado en la puesta en marcha en ese edificio del Ci2A, no del CINC, adquiriendo el control de todos los servicios, animalario incluido, relegando al CINC en cualquier toma de decisiones», subraya Lerma.
Las fuentes consultadas opinan que el CINC «casi no existe» -en el apartado que la página web del CSIC dedica al centro solo aparece un investigador- y que «las cosas se podían haber hecho mucho mejor». «El CINC surgió para renovar la neurociencia de Madrid y aprovechar un edificio que se quedó sin dueños. Los fondos europeos de la época postcovid se prometían como un gran impulso para crear algo como CNIO pero dedicado a neurociencias… Sin embargo, los investigadores de renombre que deberían haber ido nunca se presentaron, el dinero de Europa se acabó…», añaden. A ello se le suma que el «histórico Instituto Cajal -fue inaugurado en 1920- lleva décadas buscando nueva casa y tiene competidores serios a nivel nacional que le han adelantado en muchos aspectos».
Cuestionado por este periódico, el CSIC ha asegurado por correo electrónico que «respeta la decisión y agradece su destacada contribución a la neurociencia. El CSIC cuenta con una renovada estrategia en neurociencias diseñada desde la excelencia y la fortaleza en la gobernanza. Se trata un proyecto científico sólido, con una hoja de ruta precisa que permitirá desplegar esta nueva estrategia a lo largo de los próximos meses en sintonía con el resto del ecosistema científico de las neurociencias del CSIC, de España, centros internacionales o proyectos emergentes como Spain Neurotech».
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