Carlos Alcaraz solo tiene 21 años. Y es demasiado joven como para pensar en retos pendientes o cuentas por saldar. Tiene toda una vida por delante para cumplir todos sus sueños y levantar los títulos que antes lograron los más grandes del deporte de la raqueta. Pero es verdad que su historia con Roland Garros, que parecía destinada a ser idílica, hasta el momento ha vivido capítulos oscuros, de frustración y alguna derrota inesperada. Su momento más duro, por supuesto, llegó el año pasado en la semifinal contra Novak Djokovic. Carlitos empezó bien y, aunque cedió el primer parcial (6-3), se rehizo y empató el duelo (5-7). Era, sin duda, una final anticipada en la Philippe Chatrier.
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Todo se torció en el tercer set. En esa manga Alcaraz sufrió un calambre en el gemelo derecho que apenas le dejaba correr y le hizo perder todas sus opciones de colarse por vez primera en la final de Roland Garros. Un calambre por la tensión. «Me acalambré por los nervios y la tensión de jugar con una leyenda como Djokovic...», explicó posteriormente Carlitos en la sala de prensa.
Lo que vimos durante los dos primeros sets apuntaba a un partido para la posteridad sobre la arcilla parisina, con miles de variantes tácticas, matices riquísimos y la sensación de que la tensión se podía cortar con un hilo. Nole salió mejor, Carlos reaccionó y, entonces... los calambres dejaron noqueado al murciano. La sensación de alivio que sintió Alcaraz tras conquistar el segundo parcial acabó por paralizar a todo su cuerpo, que entró en estado de relajación y terminó acalambrándose por completo.
Lo dijo Juanjo Moreno, fisio de Alcaraz, y tiene todo el sentido del mundo: los nervios, el estrés y la tensión previa se manifestaron en el tenis del murciano en el inicio. Por si fuese poco, Djokovic salió plenamente enchufado y, de hecho, aumentó los nervios del murciano, con ansiedad por finalizar pronto los puntos, pero chocándose una y otra vez contra el tenista de Belgrado. Carlos perdió, pero aprendió. Se levantó y poco después se redimió sobre la hierba de Wimbledon, superando a Djokovic en una memorable final.
Ahora toca volver a París, donde Carlitos también se llevó un chasco tremendo en 2022. Se veía entonces capacitado para presentarse en la final y jugar un partido histórico frente a Rafa Nadal, a la postre vencedor de la edición de hace dos años. Pero el murciano cayó en cuartos de final ante un Alexander Zverev que lo bajó de la nube. En 2021, con 18 años recién cumplidos, el tope de Alcaraz fue la tercera ronda, donde chocó contra el gigante alemán Jan-Lennard Struff.
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¿Qué le espera a partir de hoy a Alcaraz? En principio, un torneo más abierto que nunca, ya que ninguno de los favoritos llega bien al Bois de Boulogne, con el físico renqueante en algunos casos (como el del murciano, Nadal o Sinner) y crisis de juego y confianza en otros (Djokovic). Casper Ruud, finalista en las dos últimas ediciones, es el único que no ha ofrecido dudas en el camino hacia París. Tampoco Alexander Zverev, mejor que nunca sobre tierra batida y reciente campeón del Masters 1000 de Roma.
Los interrogantes están ahí. Saltan a la vista.x No se pueden obviar, ya que el propio Alcaraz admite que aún tiene miedo a romperse cuando pega fuerte con la derecha. Pero también se trata de una oportunidad única para el murciano. «Carlos ganará Roland Garros, al menos una vez en su vida», pronosticó hace unos días su entrenador, Juan Carlos Ferrero. Tiene tenis de sobra para hacerlo, aunque de momento le ha faltado suerte y un poco de aplomo para colarse en una final y buscar el título en la Philippe Chatrier.
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¿Qué camino tiene por delante Carlitos en estas dos semanas? No será un paseo, ni mucho menos. Pero tampoco se puede decir que el cuadro sea el más duro del mundo. Su duelo de este mediodía (14.00 horas) contra el estadounidense JJ Wolf debe ser plácido. Wolf tiene 25 años y ocupa el puesto 107 del ránking ATP. Este curso ha disputado siete partidos en el circuito y solo ha ganado uno. Ha entrado en el cuadro final del Grand Slam parisino como 'lucky loser', cubriendo una baja de última hora, ya que en la tercera y última ronda de la previa cayó con claridad frente al neerlandés Jesper de Jong (6-1 y 6-2). Nunca se han visto las caras Alcaraz y Wolf, cuyo abuelo, Charles Wolf, fue entrenador de la NBA en la década de los 60 cuando estuvo dirigiendo a los Detroit Pistons.
Si Alcaraz vence hoy a Wolf, lo normal es que en segunda ronda se mida a Draper y en la tercera su rival sea Korda. El canadiense Auger-Aliassime o el cañonero estadounidense Shelton, número 15 de la ATP, se cruzarían en el camino de Carlitos en octavos de final. En unos hipotéticos cuartos de final tocaría encontrarse probablemente Rublev o Tsitsipas. En semifinales lo lógico sería un duelo contra Sinner y en la final podrían llegar por la otra parte del cuadro Djokovic, Zverev o Nadal, tres jugadores a los que Alcaraz evitará hasta el último instante.
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«Vi que tenía un 50% de opciones de jugar con Rafa y doy las gracias porque no me ha tocado. Me hubiera gustado jugar con él aquí, pero no en primera ronda. Menos mal que no nos enfrentamos», confesó el número 3 del mundo tras el sorteo de emparejamientos. Alcaraz se siente bien, contento y con más confianza de la esperada tras dos meses de calvario por sus dolores en el brazo. Pero admite que sigue preocupándole una posible recaída de una lesión de la que no sabe mucho.
«No siento ningún dolor en los entrenos, pero sigo pensando en ello cuando golpeo la derecha. Los médicos me han explicado la lesión, pero yo no sé realmente lo que me pasa en el antebrazo. Se me olvida, pero hago lo que debo», dice.
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