Francisco J. Moya y E. G.
Lunes, 25 de abril 2022, 02:32
Carlos Alcaraz reinó en la fiesta del tenis español. Una final jugada por dos españoles, en la pista Rafael Nadal del Club de Tenis de Barcelona, con Juan Carlos Ferrero como entrenador de Alcaraz e incluso con Álex Corretja en los comentarios de televisión. Una oda al tenis de este país; al pasado, al presente y al futuro. Un homenaje en el que se coronó un Alcaraz que apunta a levantar este título muchas más veces.
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Dominó el tenista de El Palmar con puño de hierro la final, variando ligeramente la táctica respecto a la semifinal. Con las piernas cansadas y tras haber necesitado asistencia médica contra De Miñaur, Alcaraz buscó ser mucho más agresivo. Evitó caer en intensos peloteos con Carreño y decidir el partido por la vía rápida. Fuera mediante los golpes ganadores que escupía su raqueta o por las dejadas que incomodaban al asturiano, que veía cómo cada vez que se acercaba a la red le caía un globo o un 'passing'.
La final no tuvo el drama de las semifinales, donde Alcaraz tuvo que salvar dos puntos de partido, pero sí un aroma a comienzo de reinado. Como si el murciano recogiese un cetro que hasta ahora ha estado solamente en posesión de Rafa Nadal, doce veces campeón del torneo.
Su partido fue impecable, sin conceder ni una sola oportunidad de rotura y colocando 18 golpes ganadores para derribar a un Carreño que lo pasó muy mal con el servicio y que fue incapaz de meter a Alcaraz en su telaraña de intercambios. En su primera final en el Godó, Carreño apenas pudo ser espectador de lujo del show de Alcaraz, que tomó la filosofía de Rocky Balboa para olvidarse del cansancio. «Siempre me pongo antes de los partidos la canción 'Eye of the Tiger'. Me gusta el espíritu de lucha de Rocky. Me motiva», apuntó en la entrevista a pie de pista.
En apenas una hora y siete minutos, Alcaraz selló el triunfo y el título. No hubo grandes aspavientos ni celebraciones, solo la sonrisa y los brazos al aire de un chico feliz y normal, casi sin ser consciente del increíble logro que había conseguido. También se cortó porque el perdedor era un amigo, casi un hermano para él. Conviven casi a diario en Villena y se aprecian mucho. Compartieron confidencias y risas en la ceremonia de entrega de trofeos.
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Campeón y subcampeón pasaron la tarde juntos. Comieron salmón con arroz, siguieron la carrera de Fórmula 1 hasta que abandonaron Alonso y Sainz y luego se pasaron al tenis, donde vieron cómo Djokovic caía en la final de Belgrado frente a Rublev. Normalidad absoluta entre dos tenistas que son muy amigos. Forjaron una relación especial en el confinamiento y comparten agente, un Albert Molina que ayer andaba con el corazón dividido.
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