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Carlos Alcaraz derriba a Zverev y cumple su sueño de ser campeón de Roland Garros

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Reuters y AFP
Tenis

Carlos Alcaraz derriba a Zverev y cumple su sueño de ser campeón de Roland Garros

El murciano conquista su tercer Grand Slam tras sobrevivir a una épica batalla de cinco sets (6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2). Es el tenista más joven en ganar un grande en tierra, hierba y pista rápida

Domingo, 9 de junio 2024

En un 9 de junio, Día de la Región de Murcia, Carlos Alcaraz cumple con la promesa que hizo a sus paisanos y a él mismo. Su sueño de niño se hace realidad al derribar al guerrero Alexander Zverev (6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2) y convertirse en campeón de Roland Garros. Tras sobrevivir a otra batalla épica, el murciano se revuelca al fin por la tierra parisina, única superficie que se le resistía en un grande. Con su tercer Grand Slam, ya es el tenista más joven de la historia que levanta uno en tierra, hierba y cemento, tras el US Open de 2022 y el Wimbledon de 2023. Es el jugador total, el mayor superdotado de su era y, desde este domingo, el heredero de la Philippe Chatrier, el templo donde antes escribieron su historia otras siete leyendas del tenis español.

Tras las dudas y las molestias físicas, la redención y el éxito. Llegaba Carlitos rodeado de incógnitas por un antebrazo que le ha torturado durante toda la gira europea de tierra, pero avisó desde su primera tarde en el Bois de Bolougne: «Tengo tiempo». Esa ambición le ha guiado estas dos semanas durísimas, culminadas ante el gigantón alemán, tantas veces bestia negra, que hace solo unos meses le cortocircuitó en el Open de Australia. Esta vez, con la lección aprendida y un 5-4 en contra en duelos previos, Alcaraz salta a la Chatrier cargado de las dosis de paciencia y agresividad necesarias para dominar una gran cita.

«Altura, altura», le pide Ferrero desde el inicio del partido a su pupilo para que aproveche las condiciones de la arcilla, seca por el sol que reina en París. La bola le bota mucho y Alcaraz empuja al alemán, incómodo ante un adversario que cubre toda la pista y anula sus dos principales armas: el revés paralelo y un saque que apenas conserva dos ocasiones en sus cinco juegos de servicio del primer set. Fluye el de El Palmar y Zverev se desespera.

El muro alemán

Sin embargo, ya adelantaba el alemán que llegaba a esta final, su segunda de Grand Slam, mucho más maduro que hace casi cuatro años a la primera, en la que cayó ante Dominic Thiem en el US Open. Tras el varapalo del 6-3 en el primer set, Zverev recupera la fórmula que le permitió superar a Nadal y dos partidos a cinco sets en el camino a la final: agarrarse a la pista, solidez al servicio (83% de primeros en la segunda manga) y latigazos desde el fondo. Sasha levanta un muro y eleva el ritmo, sobre todo con un revés determinante. Apenas cuatro errores no forzados en el segundo set del germano, frente a 14 de Alcaraz.

El murciano, descolocado sin la iniciativa e inquieto por el viento que levanta el polvo de la pista, sufre una de esas desconexiones que tanto intenta minimizar. «Tienes que ponerte a su nivel de lucha», le insiste Juan Carlos Ferrero desde el banquillo en un cambio de lado, incidiendo en esa idea de sufrir que le permitió batir a Sinner. «¡Vamos!», se grita él instantes después, sacando el puño, tras aplicar la lección y solventar un aprieto con el saque y 2-2 en el tercer set. Ahí llega el estímulo emocional que anhela, el cambio de chip para recuperar la claridad mental y la variedad en su juego. Liberado, el de El Palmar consigue inmediatamente después romper el servicio por primera vez desde el parcial inaugural y, aunque en el siguiente afronta tres bolas de 'break', se salva con varias genialidades de su derecha, ese golpe maestro que tanto le ha maniatado durante la gira de tierra.

La épica, otra vez

Sin embargo, cuando parece haber pasado el chaparrón alemán y Alcaraz saca para apuntarse la tercera manga, se acelera, tuerce el gesto y se derrumba: el 5-2 a favor se transforma en un 5-7. Otra vez, los dichosos altibajos. «Cuando terminé el tercer set tenía muchas dudas, no voy a mentir. No le hacía suficiente daño, con los nervios no jugué a mi mejor nivel», analiza después en los micrófonos de Eurosport.

La épica, una vez más, quedaba como única salvación. Pero en ese arte indescifrable, no hay otro tenista en la actualidad tan superdotado como Alcaraz, bendecido con esa cuota de fantasía que escapa al análisis. Un globo a la línea, una bola que se escapa por milímetros, un 'passing' imposible y esa montaña rusa llamada Carlos Alcaraz vuelve a ir hacia arriba con un 4-0 en el arranque del cuarto set.

Aunque pide tratamiento médico en el muslo izquierdo, donde luce un vendaje, el murciano aprovecha la renta para conducir la final a la manga decisiva. El desenlace en el que las piernas dependen de una cabeza a la que acechan todos los precedentes. Como la final del US Open cedida por Zverev tras ir 2-0 arriba o el 10-1 de Alcaraz en quintos sets, incluida la victoria ante Djokovic en Wimbledon. Tal vez esas experiencias sirvan para explicar la conclusión, en la que el alemán, un iceberg durante todo el torneo, se deshace ante la grandeza y frialdad de Alcaraz, que salva en la final un 74% de bolas de 'break'. El de El Palmar asegura show, sí, pero también determinación, como confirma el pleno en finales de Grand Slam: tres desafíos, tres triunfos.

En la recta final, aún le quedan los últimos zarpazos y trucos de magia al chaval de 21 años, al que se rinde la Philippe Chatrier como ya hicieron antes el All England Tennis Club y la Arthur Ashe. Vuelve a recuperar el murciano la sonrisa, ese termómetro de su ánimo y de su tenis, que reluce en París ante la atenta mirada de millones de fans y espectadores. Hace unos pocos años, él era el niño al otro lado de la pantalla. «De pequeño salía corriendo del colegio para poner la tele y ver el torneo», recuerda en los agradecimientos a sus padres, ya con la Copa de los Mosqueteros en sus brazos. «Mi sueño es ganar Wimbledon y Roland Garros», lanzaba con 12 años en un vídeo ya convertido en viral. Misión cumplida. El murciano, que este lunes desbanca a Djokovic como número 2 del mundo, se queda a 945 puntos de Sinner, nuevo dueño del trono.

Más allá de los números, Alcaraz ya ha confirmado todos los presagios. Es un camaleón capaz de reinar en cualquier superficie y, desde este domingo, el heredero del enorme legado español en París. «Para nosotros [los españoles] es algo muy especial. Para los jugadores y para toda la población. Este torneo transmite emociones particulares», reconoce el nuevo conquistador de una tierra batida en la que ha elevado 8 de sus 14 títulos ATP. Y aún queda mucha historia por escribir.

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