No hay día malo para ganar Roland Garros. Si, además, un murciano gana el primero de ellos el Día de la Región, mejor no puede ser. Ha llegado a París casi sin partidos en tierra debido a las lesiones, ha sabido superarse a él mismo ... y a todos y ha mostrado a todo el mundo cómo el lema «cabeza, corazón y huevos» que le dice su abuelo cobra más razón en días como estos.

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Ha ganado batiendo otro récord, siendo el más joven de la historia en ganar tres Grand Slams en superficies diferentes. Otro récord más y lleva unos cuantos.

Roland Garros no es un grande más, es para muchos el más grande de los cuatro que hay. Y es que Alcaraz es muy grande, de familia normal y corriente como puede ser cualquiera, humildes y sencillos, junto a sus padres y tres hermanos que hacen vida en la pedanía de El Palmar como lo hacen cualquiera de sus vecinos.

Carlos es orgullo de El Palmar, de Murcia y de la Región. Lo es por buen jugador, por buena persona y porque representa los valores que todos queremos para los niños y las personas de aquí.

En El Palmar y en el Club de Campo Murcia donde su padre dirige la escuela de tenis se sabe. Carlos empezó a dar sus primeros raquetazos aquí, lo hizo antes casi de que le salieran casi los dientes. Aquí se formó como deportista y persona, lo hizo en su colegio al lado de su casa y lo hizo junto aquí donde tiene sus amigos y le gusta disfrutar de su escaso tiempo libre.

En el club es referencia para muchos niños. Aman a Carlitos. El día que viene a entrenar es un gran día para muchos de ellos que ven cómo su ídolo está en las mismas pistas donde ellos entrenan, donde luego cuando termina el entrenamiento Chaly se hace una foto con cada uno de ellos sin poner el más mínimo reparo. Igual que su padre, que también para y conversa con los padres de esos niños que le preguntan por cómo está Carlitos antes de empezar un torneo o tiene una lesión. Son un orgullo para el club y orgullo de sus socios.

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Carlos es la mejor marca que esta Región puede tener. Esta marca es una marca mundial y para bien. En estos momentos solo se le puede decir: «Carlos, qué hermoso eres».

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