Dentro de unos días se celebra la noche de San Juan, un momento especial en el que en muchas localidades de España se encienden hogueras ... en conmemoración al nacimiento de San Juan Bautista, que fue anunciado con lumbres por su padre Zacarías. Para otros la finalidad de este rito es «dar más fuerza al Sol» que, a partir de ese día, se hace más débil ya que los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno. Incluso hay gente que cree que el fuego también tiene una función «purificadora» en las personas que lo contemplan o saltan sobre él. Sea por una razón o por otra en algunos pueblos de España en la Noche de San Juan algunas personas caminan descalzas sobre una alfombra de brasas de madera de roble. Una locura que yo jamás haría ni la recomiendo.
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La «caminata sobre el fuego» es tradición en muchos lugares de Macedonia, Algeria, Egipto, Polinesia, India, Sri Lanka... Aunque mucha gente atribuye la ausencia de quemaduras a supuestos poderes de la mente humana para evitar el temor y el dolor, en realidad no es así. La termodinámica, y no la brujería, explica que nadie se queme salvo que cometa una imprudencia. Expliquemos las razones.
Para que nos quememos hace falta que la temperatura del pie sea lo suficientemente elevada como para producir daños irreversibles en la piel. Uno de los factores claves para que ello no ocurra es la conductividad térmica, una propiedad física de los materiales que mide la capacidad de conducción de calor. Dicho de otra forma, la conductividad térmica es la capacidad para transmitir el calor a otros materiales puestos en contacto.
La conductividad térmica es alta en metales, baja en polímeros y muy baja en algunos materiales que se denominan aislantes térmicos. Pues bien, las brasas de carbón poseen una conductividad térmica baja. Por eso su capacidad para transmitir el calor a otros objetos que entren en contacto con ellas, como es el caso de los pies de los intrépidos que caminan sobre las brasas, es pobre. Cuando apoyan los pies sobre las brasas estas no pueden transferirles con rapidez la energía por lo que casi no se enteran.
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¿Todo depende de la conductividad térmica? No. También influye la débil capacidad calorífica de las brasas. Esta propiedad indica la cantidad de calor que necesita un material para elevar su temperatura. Es decir, refleja la mayor o menor dificultad que presenta un cuerpo para experimentar cambios de temperatura cuando se le suministra calor. Hay materiales que necesitan mucho calor para aumentar su temperatura y otros que necesitan menos. El hecho de que las brasas posean una capacidad calorífica débil significa que necesitan poco calor para aumentar su temperatura. A los pies les ocurre lo contrario. Como se componen principalmente de agua, que tiene una capacidad calorífica específica relativamente elevada, necesitan bastante calor para aumentar su temperatura. Si ponemos en contacto el pie con las brasas, éstas disminuirán rápidamente su temperatura mientras que el pie la aumentará muy lentamente. Por eso aunque las brasas superen los 500 ºC «el paseo» la Noche de San Juan por encima de ellas debería durar bastantes segundos para que los caminantes se quemen.
¿Cuántos segundos exactamente se puede pasear sobre las brasas sin quemarse? Es difícil preverlo porque depende de muchos factores. Uno de ellos es la temperatura de las brasas. A mayor diferencia de temperatura entre las brasas y el pie, más rápido fluye el calor. Otro factor es la presencia de callos o durezas en los pies, que dificultan la transmisión de calor. También es importante no correr ni presionar las brasas con los pies. Si estos se hunden en las brasas aumenta la superficie de contacto entre la piel y las brasas y el riesgo de quemaduras se incrementa. Cualquier persona puede recorrer una distancia de 4 a 5 metros a la velocidad de una caminata normal sin quemarse. Por esta razón en la mayoría de los lugares donde en la Noche de San Juan se camina sobre brasas preparan un recorrido de solamente tres metros.
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Pero además de justificar lo que le ocurre al caminante en sus pies, la ciencia también explica el nerviosismo de los que los observan. Científicos daneses descubrieron que, durante la Noche de San Juan, quienes caminan sobre las brasas sincronizansu tasa cardiaca con la de los familiares y amigos que losven. Estos investigadores, pertenecientes a la Universidad Aarhus, hicieron un estudio sociológico para cuantificar la conectividad social que subyace a los rituales de una comunidad. Los científicos colocaron pulsímetros a doce pasadores del fuego, nueve espectadores emparentados con ellos y diecisiete visitantes que no tenían ninguna relación con las personas que cruzaron las ascuas. Aquella noche la «fiesta» duró unos treinta minutos, tiempo durante el cual veintiocho personas hicieron paseos de cinco segundos de duración.
Tras medir sus latidos, los investigadores detectaron que el corazón de los familiares y amigos evolucionaba de una manera similar al de las personas que caminaban sobre las brasas. Estaban, por decirlo de alguna manera, sincronizados. Por el contrario, los visitantes que no conocían a los caminantes no presentaron cambios en su frecuencia cardiaca. En el estudio, publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', se mostró por primera vez que los efectos de la acción social tienen una base fisiológica que se puede medir con precisión. La conclusión más importante fue que los individuos emocionalmente vinculados pueden también estar unidos por vías fisiológicas.
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Estimados lectores de LA VERDAD, las tradiciones populares son fuente de mitos y leyendas. La mayoría de ellas se basan en el pensamiento mágico. Sin embargo, muchas de estas tradiciones pueden ser aprovechadas no solo para divulgar la ciencia sino también para fomentar el espíritu crítico. Como les he mostrado, la noche del veintitrés de junio es un magnífico ejemplo.
¡Quién se lo iba a decir a Juan Bautista!
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