Arde Bogotá, los cowboys de Cartagena

Mientras repasaba las posibles razones que podía dar a la hora de argumentar la presencia de Arde Bogotá en estas páginas, tan esperada como incontestable, lo cierto es que las canciones brillaban por encima de las cifras. Y las melodías vibraban con más fuerza que ... los premios. Y la energía desatada y compartida en sus apabullantes conciertos reinaba sobre los carteles de entradas agotadas que han aparecido en todos y cada uno de ellos durante estos doce meses. Porque el éxito obtenido por la banda cartagenera en este año ha estado basado en la fuerza, épica, emoción, honestidad y sensibilidad de los doce temas que conforman 'Cowboys de la A3', un excelente segundo disco que ratificaba y expandía las múltiples virtudes de sus dos trabajos previos: el EP 'El tiempo y la actitud' y 'La noche'. Contando de nuevo con el apoyo de Son Buenos y Sony, Arde Bogotá ha puesto música a un 2023 que habría sonado infinitamente peor sin la garra de 'Los perros'; el descaro de 'Nuestros pecados'; el estribillo glorioso de 'Qué vida tan dura'; el pulso de 'Clávame tus palabras'; la intensidad reivindicada del glorioso tema titular; la delicadeza de 'Copilotos'; los brindis de (y con) 'Veneno'; la actitud de 'Escorpio y sagitario'; la calma y el desenfreno de 'Besos y animales'; la pureza de 'Flor de la mancha'; el grito liberado de 'Todos mis amigos están tristes'; y ese pecho dolido de amor que late en 'La salvación'. Más allá del ruido, en el camino que nos devuelve a los brazos abiertos del mar, están las canciones. Lo único que importa. Las que ya están y las que nos esperan en ese rincón en el que resuenan la deslumbrante voz de Antonio García, la radiante guitarra de Dani Sánchez, el fabuloso bajo de Pepe Esteban y la impetuosa batería de José Ángel Mercader. Cuatro jóvenes que, desde la sencillez, humildad, constancia, compromiso y generosidad, han logrado conectar con varias generaciones que se han sumado gustosas a la vorágine, el huracán y la liturgia del canto tejido a pleno pulmón. Larga vida a los cowboys de Cartagena.