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Eduardo San Bernardo
Trinitario Casanova: En la cresta del ladrillo

Trinitario Casanova: En la cresta del ladrillo

Trinitario Casanova Abadía | Empresario y propietario del Grupo Baraka ·

Empresario y propietario del Grupo Baraka (Orihuela, 1964). Méritos: Líder en compraventas de propiedades inmobiliarias

Martes, 25 de diciembre 2018, 09:54

Del limón al ladrillo. Por esa senda se ha desarrollado la trayectoria de Trinitario Casanova Abadía, mitad oriolano, mitad murciano, hombre de negocios hecho asimismo desde que antes de cumplir la mayoría de edad se adentrara en el almacén de su padre, donde llegaban las cosechas de muchos agricultores de la Vega Baja. Y, de hecho, siendo apenas un veinteañero acometió su primera aventura emprendedora lanzándose a exprimir al máximo los cítricos amarillos por los países europeos, para poco después dar sus primeros pasos en el sector inmobiliario. Una actividad esta que comenzó de forma casi fortuita y en la que se ha colocado en la cúspide nacional apoyado en su ambición y olfato para oler la rentabilidad en la compraventa.

Una figura empresarial que ha cobrado mayor protagonismo a lo largo de 2018, merced a su participación en la Operación Chamartín -el mayor proyecto inmobiliario en Madrid- con una inversión de 400 millones de euros; la gestión del desarrollo del Edificio España, en la propia capital, tras comprárselo al gigante chino Wanda el año anterior, incluida la pugna judicial con la cadena hotelera Riu; la adquisición del emblemático edificio Casa Cerdá, junto a la Plaza Santo Domingo de Murcia; o la propia venta de la nave de su constructora Trabis, en Yecla, al fondo francés Corum, por 14 millones de euros, entre otras actuaciones. «Ha sido un buen año en el sector, ya que se ha ido consolidando el crecimiento», destaca Trinitario Casanova, aunque también añade que «la Región, como suele ir por detrás, ahora lo hace más fuerte que el resto».

El propietario del Grupo Baraka mira al pasado con «agradecimiento e ilusión», tras quedar exculpado en la investigación por presunto fraude en la finca La Zerrichera (Águilas). Por ello, más allá del dinero, ahora más que nunca tiene sus sueños puestos en la Fundación Trinitario Casanova, en honor a su padre, «mi maestro, de quien aprendí todo», reconoce con admiración y nostalgia tras nueve años sin él. «Quiero dedicarle más de la mitad de mi tiempo a la Fundación para ayudar a los demás», hace hincapié este autodidacta de la universidad de la calle y del 'management' a pie de tierra y ladrillos. Un nuevo camino que seguirá explorando en 2019.

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