carlos garcía
Murcia
Viernes, 1 de febrero 2019, 17:41
La de Hora Zulú es la historia de un movimiento puntual en el tiempo y del que pocos han sobrevivido manteniéndose fieles a su sonido. Catalogados como 'rap metal' o 'chándal metal' a pesar de que su abanico sonoro abarcaba bastante más géneros, el grupo fue punta de lanza de este movimiento a inicios de 2000. Tras cinco discos publicados en una década y siete años después de su última referencia, 'La voz del amo' verá la luz el 15 de febrero, siendo acompañado por una gira que les traerá a Murcia (Garaje Beat Club) el día 23. Nos ponemos al habla con su cantante, Aitor Velázquez (Granada, 1977). Él es un tipo tímido. En el escenario suele lucir una gorra de pescador que no deja de bajarse con las manos una y otra vez, como intentando cubrir su rostro a los ojos del público y evitar que se reconozca a la persona que dispara rimas endiabladas. Sin embargo, por teléfono se destapa como un gran conversador que no elude ningún tema, muy alejado de aquellos que prefieren mantener las distancias y repiten mantras manidos hasta la saciedad. Hora Zulú vuelve a los escenarios. Hora Zulú vuelve a estar «en el lugar a estar».
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–'La voz del amo' va a ser el nuevo trabajo de Hora Zulú. Cuéntanos un poco sobre el proceso de grabación y qué puede esperar el público de él.
–El álbum se gestó durante los últimos meses en los estudios Bombtrack de Úbeda con David Castro, un técnico con el que ya habíamos grabado en trabajos anteriores, aunque esta vez se ha encargado también de la mezcla. Hacía mucho tiempo que no sacábamos un disco y teníamos muchas ganas. Cada uno hemos hecho cosas por nuestra cuenta, pero no habíamos compuesto nada para Hora Zulú. Pensábamos que el listón estaba muy alto tras el álbum anterior –'Siempre soñé saber sobre nadie negó nunca nada'– y teníamos la responsabilidad de publicar algo un poco mejor. Y eso nos ha tenido con el alma en vilo, hasta que empezamos a ver los resultados y ya estamos más tranquilos.
–Entonces, ¿estáis contentos con el resultado final?
–Estamos muy contentos. Si no, te lo diría, o ni siquiera sacaría el disco.
–Durante estos años de parón, aunque tenías tu proyecto paralelo, Pangloss, ¿has escrito canciones que sabías que acabarían siendo de Hora Zulú? O por el contrario, a la hora de componer no imaginas dónde aparecerá cada la canción.
–No sé si realmente uno puede elegir esas cosas o forma parte de en lo que se va convirtiendo tu manera de hacer poesía y canciones. No sabría decirte si ahora estoy más cerca del último disco de Hora Zulú o del de Pangloss. El caso es que soy yo a los 41 años, y Pangloss era yo con 38, y lo último de Hora Zulú era yo cuando tenía 36. ¿A quién me parezco más? Pues probablemente al último. La diferencia estriba a la hora de plasmar o grabar las canciones, pero cuando las escribo, no la hay. No siempre utilizo la música como referencia. A veces las letras me salen solas y me acompañan mucho tiempo sin que ni siquiera las pase a papel. Puede que tenga en la cabeza una frase o la deje apuntada en el móvil y, al año, la desarrolle sobre una música u otra. Pero no pensé a la hora de escribirla si iba a ser para Pangloss o para Hora Zulú. Me considero el mismo escritor en los dos grupos.
–Pero puede ser que en algún momento pienses que la canción suena más a Hora Zulú que a Pangloss.
–Puede ser que pase en algún momento o incluso que haya pasado. Que alguna de las canciones cuando las escribí hayan sido pensadas para Hora Zulú sobre una base de Pangloss, pero hay una gran diferencia. Los discos de Pangloss los he compuesto con antelación, mientras que con Hora Zulú he vuelto a la misma manera en que trabajaba con los anteriores, que es casi crear el álbum entero durante las semanas en el estudio. Lo normal es que ya cuentes con alguna canción hecha y frase que quieras integrar y, sobre todo, el título, que es importante. Y en base a eso empiezo a cuadrar canciones en el último momento. Es lo que siempre me ha funcionado con Hora Zulú, desde el primer disco hasta el último.
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–¿Te gusta trabajar con la presión de no tener la letra escrita?
–No sabía que podía hacerlo de otra manera hasta que llegó Pangloss y lo hice. Tenía preparadas las canciones de antemano y sabía con qué palabra o frase quería empezar y acabar el disco. Era un puzle más complicado porque tenía que construirlo todo en torno a eso y hacer algunas canciones que se llamaran de una manera, pero ahora he vuelto a la mecánica de siempre. Con Hora Zulú no siempre me ha dado buen resultado lo de llevar frases ya escritas y al final hay ideas y estribillos que se componen sobre la marcha durante la grabación. Es arriesgado, pero como hasta ahora siempre me ha salido bien, no sé si voy a cambiar.
–El 'rap metal' se ha diluido mucho con el paso de los años, sobre todo en cuanto a bandas emergentes que ocupen el lugar de otras más longevas. Sin embargo, vosotros os habéis mantenido fieles a vuestro sonido. ¿Os consideráis unos supervivientes?
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–Nosotros tuvimos la suerte de entrar en ese momento. Estaba de moda todo lo que era el 'chándal metal' americano, con grupos como Korn, que no había escuchado en mi vida, quizá Paco (Luque, guitarrista) sí, pero yo desde luego no. Alguien en Madrid se dio cuenta de que había hueco para grupos de ese estilo, y de hecho salieron bastantes, pero al final el estilo se agotó. Y no sé realmente lo que pasó. Las bandas tuvieron que evolucionar. Nosotros nunca hicimos realmente 'rap metal', aunque si en algún momento estábamos más cercanos a ese estilo, fue en los inicios. Venía de hacer rap en Granada con algunas bandas y todavía no teníamos la identidad creada del todo. No sabíamos a qué sonábamos hasta que no empezamos a sonar. Es probable que tuviéramos más esa identidad, pero a partir de un momento empezamos a sonar a Hora Zulú. Es presuntuoso decirlo, pero tenemos un sonido propio y si de algo pecamos es de parecernos a nosotros mismos. Ahora, con ochenta canciones, es muy fácil parecerse a nosotros mismos en algún momento. A veces alguien me pregunta: '¿Eso no lo habías dicho ya en alguna canción?'. Y me quedo pensando si la palabra ya la he rimado en algún momento, pero no me acuerdo. Son 80 canciones. Muchísimas cosas. El 'rap metal' no es con lo que más me identifico, porque no hay una banda americana que me haya conquistado. Quizá alguna colaboración puntual de un artista con otro, pero no recuerdo escuchar ningún disco de la 'a' a la 'z'. No me identifico mucho con eso. Sí es verdad que tenemos raíces del sur. Somos andaluces los cuatro. A excepción de mi nombre, que es lo único que tenemos de fuera, todo lo demás es andaluz, y nos gusta la música de nuestra tierra. Me gusta la copla y a Paco, el flamenco, por lo que se tiene que notar de alguna manera, aunque más en el fondo que en la forma. No intentamos 'aflamencar' la música. Le tenemos mucho respeto al flamenco.
–¿Qué opinión te merece el sonido urbano actual y más en concreto el trap, que está llegando a cuotas de popularidad muy altas y además tiene en Granada un foco muy importante?
–Granada es foco de todo. Siempre hay dos o tres grupos punteros de cualquier tipo de música. A cualquier festival que vayas, en el escenario grande siempre hay un par de granadinos. Eso me llena de orgullo. Siempre ha existido comunión entre nosotros. Es una ciudad pequeña y todos salimos más o menos por los mismos bares y vamos a los mismos locales de ensayo. Nos conocemos todos, aunque sea solo de vista. En cuanto al trap, no sé si ya estoy mayor para cierto tipo de música. Quiero pensar que no, que simplemente no me gusta. Para juzgar el trap, quizás tendría que escuchar más canciones y tener más elementos de juicio. También es cierto que no he encontrado nada lo suficientemente atractivo a mi oído como para que me enganchen tres canciones seguidas, por lo que no puedo hacer un análisis serio. Pero sí que veo que el libro más leído, la película más vista y el programa de televisión más seguido son pura basura, así que me puedo imaginar que el trap es algo parecido.
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–Recuerdo tu línea «que nunca forme parte de esa tribu de sectarios, que yo no soy tu hermano ni vengo desde mi barrio», de la canción 'Andaluz de nacimiento'. ¿Crees que la pose desvirtúa el mensaje del trap?
–Cuando escribo, lo hago para mí, y si a los demás no les gusta, pues sé hacer otras muchas cosas en la vida. No tengo por qué prostituir mi grupo y el nombre que he creado. Me importa más eso que la pasta. Es verdad que si intentas ganarte la vida con esto, a veces tienes que ceder. Puede ser que a algunos traperos les ha gustado esa manera de hacer las cosas, e igual no lo hacen por disfrazarse y realmente se lo creen. Los chavales se miran en el espejo por la mañana y de verdad piensan que son del Bronx. Y se dicen a ellos mismos: '¡Pero si parece que vendo droga! Voy a cantar como que vendo droga'. Al final, si conoces al chico detrás del disfraz, quizás no tenga la misma esencia, pero bueno, mientras le funcione. Conozco varios grupos de metal a los que les han funcionado sus personajes, aunque es igual de creíble que los luchadores de la WWE. Sabes que realmente no pelean de verdad, pero te puedes llegar a emocionar y pasártelo bien. Yo no, soy demasiado racional. Y en este aspecto me pasa lo mismo. A lo mejor a ellos eso les funciona, y tienen que hacerlo así. Alguna gente se gana la vida con eso y piensa que esa es la manera adecuada. A mí me da vergüenza. Puede que algún artista de los que salen ahora tenga cosas interesantes que decir dentro de 20 años y esto sea simplemente parte de una etapa en la que se vistieron de 'primaveras' y se creían que los demás nos lo estábamos creyendo. Yo no me lo creo, y algunos más tampoco.
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–En nada volvéis a Murcia, el 23 de febrero, una semana después de que se publique 'La voz del amo'. Cuéntanos qué estáis preparando para la gira y qué veremos aquí.
–Es la primera vez que hacemos una gira de enlazar varias ciudades en mucho tiempo, y arrancamos en Murcia. Es un sitio importante para nosotros. Somos personas ya mayores, que vivimos en diferentes ciudades, y cada vez nos cuesta más trabajo juntarnos para ensayar, mucho más que cuando teníamos 20 años. Estaremos ahora unos cuantos días dándole vueltas a las canciones y pensando en el repertorio para ver qué nuevos temas añadimos. Tampoco nos hace falta mucho ensayo, porque es cierto que tenemos más tablas y, una vez que entremos en la dinámica de conciertos, todo es más sencillo. Esperamos volver al nivel en el que estábamos antes, porque siempre es en el directo donde hemos demostrado que somos más solventes. En el estudio nos ha costado más trabajo, pero el directo nos salía solo.
–Hora Zulú siempre ha llevado a Andalucía y su bandera por delante. Sin ser una banda muy política, sí que es verdad que vuestras letras son comprometidas. Estos días las cosas andan muy revueltas por allí…
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–Siempre he estado bastante involucrado con la política a nivel personal, pero considero que es un tema que no se puede manosear ni hablar en una canción de cualquier manera, con estribillos tontos de que ellos son los malos y nosotros los buenos. A mi así me da vergüenza. Uno de los grupos que más me gustan desde joven es La Polla Records, porque tocaban la política con mucha finura. Si no soy capaz de hacerlo así, no lo haría nunca. Y menos darle a la gente el eslogan ya hecho, con palabras grandilocuentes y tonterías. Nunca me ha atraído. Hay otros temas que me parecen más trascendentes que la política, que están ahí para siempre. Dentro de 100 años, con otro régimen, dictadura o lo que sea, el desamor y la muerte de un ser querido van a tener el mismo significado, y se podrá tratar con las mismas palabras. La política es algo como que pierde vigencia. O lo haces muy bien, o se oxida rápidamente y no tiene sentido. Para hablar de política, hay otros sitios, y no en las letras. Es cierto que la sociedad debe cambiar y que es parte de responsabilidad de los artistas, pero también se pueden rebelar de otras maneras. Prefiero hablar sobre política de forma mucho más escondida en las letras, en lugar de sobre bolcheviques y que la gente lo repita como loros, sin ni siquiera saber lo que son. Si creamos eslóganes para que la gente los repita como papagayos, no nos diferenciamos en nada de los políticos. Hacemos exactamente lo mismo. No creo que una revolución sea un mogollón de analfabetos rebelándose frente a otros. Hay que hacer que la gente sea consciente, se involucre y empiece a cambiar su entorno. En caso contrario, no estás cambiando nada, solo dando el cante.
–¿Qué disco ha marcado más tu carrera? –'40oz. to Freedom', de Sublime. Lo escuché con una edad que me marcó, pero también 'Revolución' y 'En directo' de La Polla Records.
–¿Cuál fue la primera canción que aprendiste a tocar? –'La Malagueña', con una guitarra flamenca. Y también 'Necesito droga y amor', de Extremoduro.
–¿Qué banda nunca faltaría en un festival organizado por ti? –Mamá Ladilla.
–¿Qué canción debería sonar en un bar para que decidieses irte? –Cualquiera mía. No me gusta escucharme, porque siempre cambiaría algo de la canción. Nunca terminas de crearlas.
–¿Cuál es tu mejor recuerdo musical? –En un concierto del Viña Rock viendo a La Polla Records, en el que me dio la púa Txarly, el guitarrista que tenían. Fue un gran momento fan.
–Un concierto al que asistieras y que te decepcionase. –No sé. No voy a muchos conciertos, no me gustan las aglomeraciones.
–Cuando vas como público a un festival, ¿eres de las que pasas más tiempo en el escenario principal o en los secundarios? –Tampoco suelo ir a festivales. No estoy muy en mi elemento. La última vez fue a un Weekend Beach, en Málaga, para ver a Los Fabulosos Cadillacs.
–¿Cuándo fue la última vez que te pusiste nervioso al conocer a alguien? –Con el Robe de Extremoduro. Tocó en un bar un concierto acústico y pude estar con él en el camerino. Estaba muy nervioso. Después he estado con gente de Rammstein y Slayer, pero como aquella vez, ninguna.
–¿Liam o Noel? –La actitud me gusta más la de Liam, pero me quedo con Noel.
–Si te llama C. Tangana y te pide una colaboración, ¿qué le contestarías? –No lo conozco de nada y solo colaboro con gente que conozco. Si me tomo unas cervezas con él, y lo que me propone es interesante y coherente, quizás lo podría hacer. Pero mi público me va a juzgar, así que me lo tendría que pensar. Si fuera un amigo mío de aquí de Granada, no tendría ningún problema.
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