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G. S. FORTE
Martes, 27 de octubre 2020, 01:09
Las higueras vuelven a dar sombra al campo regional. En los últimos años ha crecido su superficie ocupada en la Región de Murcia (de 88 hectáreas en 2010 se ha pasado a 112 en 2019), pero sobre todo se ha disparado su producción, que ha pasado en los últimos diez años de apenas 300 toneladas a registrar más de 1.500, su mayor dato en 45 años. El milagro lo está obrando en buena medida el agua, el mismo elemento que le desplazó a principios de los años 1980. La llegada hace ahora cuarenta años de los primeros aportes del Trasvase Tajo-Segura atrajo a nuevos cultivos a la Región, que pasaron a desplazar a otros tradicionalmente de secano, y por tanto menos rentables, como las higueras.
Ahora, este árbol ancestral se está incorporando al riego, lo que está devolviendo parte de su antiguo esplendor. En la actualidad ya no hay tantos árboles como hace décadas, pero la producción de los que se explotan ahora es mucho mayor.
La mayor parte de las higueras se producen actualmente en regadío (95 hectáreas de las 112 contabilizadas en la actualidad reciben estos aportes de agua). En 2019 se contabilizaron 74 hectáreas dotadas de instalaciones de riego localizado (el sistema más moderno), casi el doble de las que había diez años antes. La mayor parte de ellas, en torno a la mitad del total, se produce en la comarca del Noroeste, al que sigue en importancia el Altiplano, con más de un tercio del total. A gran distancia se encuentran la Vega del Segura, el Campo de Cartagena, y el Valle del Guadalentín, solo con unas pocas hectáreas en producción alimentadas por riego localizado cada una.
Al margen de la ayuda que le brinda el agua, lo que realmente hace posible que la producción de estos árboles esté creciendo es el mercado. «En los últimos años se percibe cierto interés económico por la higuera», explica Eduardo Agüera, experto en este frutal por afición, aunque con un grado de compromiso que le ha llevado a recorrer «muchos kilómetros por Murcia, Almería o Albacete buscando y recopilando diferentes variedades tradicionales», con el objetivo de recuperar su cultivo.
«Murcia ha sido una de las zonas tradicionales de producción de higos», apunta Agüera antes de relatar la posterior disminución tanto en superficie como en producción que se ha experimentado durante las últimas décadas. Este proceso, sin embargo, parece no solo haberse detenido, sino que se está revirtiendo notablemente.
Desde los años 1980 las cifras anuales apenas se habían movido en cifras aproximadas de entre poco más de 200 y 500 toneladas. En 2019, sin embargo, se superaron las 1.500 toneladas.
Agüera recuerda que tradicionalmente, buena parte de la producción de las higueras se destinaba al autoconsumo familiar y también para el engorde del ganado porción, «y de hecho se plantaban variedades específicas para este fin». Con el tiempo, «al abandonarse este modo de vida se produjo cierto desinterés por este frutal», lo que contribuyó a su declive. El interés que vuelven a despertar los higos, añade, puede incrementarse todavía más «si se encuentra un método que ayude a mantener durante más tiempo las propiedades organolépticas de los frutos frescos que permita llegar a más mercados». Agüera explica que en algunos países de Asia, por ejemplo, «existe una auténtica pasión por los higos».
Europa también es un mercado con gran potencial para aprovechar que, asegura: «Si los consumidores alemanes supieran que cuando compran higos secos turcos están comiéndose las avispillas polinizadoras por ser variedades tipo Esmirna no creo que les hiciera mucha gracia». Frente a ellos, afirma, «en España tenemos variedades de gran calidad perfectamente competitivas».
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