Panorama incierto para el sector vitivinícola

El sector del vino ha de adaptarse, pero también es necesario una serie de compromisos reales de las administraciones para la promoción del producto

Carolina Martínez Origone

Secretaria general del Consejo Regulador Denominación de Origen Protegida Jumilla

Martes, 29 de octubre 2024, 00:11

El sector vitivinícola español, y por extensión el regional y el de la Denominación de Origen Protegida Jumilla, se encuentra inmerso en un panorama incierto lleno de retos que afrontar. Esta coyuntura coincide en el tiempo con el mejor momento de prestigio y reconocimiento de ... la calidad del vino con Denominación de Origen Protegida Jumilla, y del posicionamiento de la marca Jumilla.

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El consumo en España se encuentra estancado desde noviembre de 2022, situándose en la cifra más baja de la serie histórica 2016-2023, y el ritmo de las exportaciones también se ha frenado en el último año, especialmente en mercados clave como Alemania, China o Estados Unidos. Parte de las generaciones más jóvenes se alejan del vino tradicional. Cabe resaltar el bajo consumo de vino en España, de cerca de 20 litros por persona y año, siendo el país con más viñedo del mundo y principal productor mundial de vino. Este dato es impactante cuando se compara con el de nuestros vecinos de Portugal, con 61,7 litros, o Francia o Italia, ambos con cerca de 45 litros de vino por persona y año. Especialmente relevante es el dato de la Región de Murcia, con unos de los consumos más bajos en España.

Profundizando en las dinámicas de consumo, existe una tendencia positiva en la demanda de vino blanco y el descenso de los vinos tintos y rosados. Este hecho supone un desafío importante para el vino español (con mayoría de vino tinto) y para la DOP Jumilla, donde el 90% del vino elaborado es tinto. A este reto del consumo a la baja hay que añadir las políticas antialcohol, las cuales a menudo demonizan al sector del vino, al que engloban junto a bebidas de alta graduación, promoviendo el consumo cero de alcohol y omitiendo los numerosos estudios científicos que demuestran los beneficios para la salud del consumo moderado de vino.

Otro reto clave en el sector es la adaptación al cambio climático. Tras tres años de pertinaz sequía, con mermas en la producción de uva, en algunos casos de hasta el 50% sobre los rendimientos medios, el viticultor se encuentra en una posición cada vez más frágil de rentabilidad económica. En una comarca marcada por el cultivo de secano, con una de precipitación media anual de 300 milímetros, este año ha llovido menos de 150 milímetros, con el consecuente impacto en la viña, que en muchos casos no ha llegado a brotar y en el peor de ellos, se ha secado. Son plantas que se han perdido y no se van a recuperar.

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En esta situación, muchos viticultores optan por arrancar la viña, y abandonar esas tierras o sustituir la viña por otros cultivos, con la pérdida de patrimonio vitícola, cultural y de paisaje que conlleva. La desaparición del viñedo supone un riesgo medioambiental para la comarca, ya que en muchos casos, la viña tradicional en secano y ecológica se está sustituyendo por cultivos en regadío, intensivos y exóticos, como hortícolas y frutales, que consumen ingentes volúmenes de agua y productos fitosanitarios, ttransformando parcelas con agresivos movimientos de tierra que modifican los cauces naturales del agua, e incluso alteran el clima y el dominio hidráulico con cañones antigranizo sin autorización, degradando los suelos y el paisaje de manera irreversible.

Todo ello, en una zona sin aportes externos de agua de ríos ni trasvases, como en otras zonas de la Región de Murcia, y donde el agua de uso de boca y para riego procede exclusivamente de acuíferos sobreexplotados.

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Por lo tanto, el sector del vino ha de adaptarse en el campo y en la bodega a estos y otros desafíos, pero también es necesario una serie de compromisos reales de las administraciones para la promoción del vino español y regional para fomentar un consumo moderado de un producto local, de calidad, y sostenible.

También es clave la defensa del Ministerio de Agricultura y de la Comisión Europea contra las iniciativas que demonizan el vino. Y a nivel social y medioambiental, las administraciones han de priorizar la protección y ordenación del territorio y usos agrícolas de la comarca, y premiar el papel que juega el sector en la fijación de población en el medio rural, el impacto económico más amplio que genera con el enoturismo, y la barrera a la desertificación, entre otros aspectos positivos del viñedo como cultivo más sostenible y adaptado al externo clima de la comarca.

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