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Algo hay en este «jovenzuelo» de Edgar Allan Poe (Boston, 1809-Baltimore, Estados Unidos, 1849) que vuelve a despertar un interés máximo en sus lectores en español. La nueva edición «comentada e íntegra» de 'Edgar Allan Poe. Cuentos completos', editada por Páginas de Espuma [Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2019 y Premio Mérito Editorial FIL Guadalajara 2017], editorial especializada y de referencia en la publicación de cuentos en español, viene a colmar, y de largo, las expectativas de los infinitos lectores del escritor y poeta norteamericano. Poe es «una columna absolutamente vertebral» en el catálogo de la empresa que dirige Juan Casamayor, «por muchísimas razones», y en esta aventura de presentar los cuentos completos de Poe, con una edición de Fernando Iwasaki y Jorge Volpi, prólogos de dos escritoras «oscuras y terroríficas», Mariana Enríquez y Patricia Esteban Erlés; traducción de Rafael Accorinti e ilustraciones de Arturo Garrido. Un equipo que ha hecho posible uno de los libros más ambiciosos, cuidados y bellos que encontrarán en librerías.
Escribe Mariana Enríquez en uno de los prólogos que «la obsesión por la muerte, el cuerpo y la crueldad es todo Poe, somos sus hijos, los escritores de terror desde ya, pero también los de policiales, los cuentistas, los periodistas, los poetas. Lo reclamo, sin embargo, como el mejor capitán de la oscuridad». Patricia Esteban Erlés, por su parte, no encuentra exagerado decir que «con Poe pasamos miedo antes de tener verdaderas razones para sentirlo. Fue él quien nos advirtió, a través de las páginas de unos cuantos relatos fantásticos, de ciertos trances angustiosos que acechaban emboscados en el futuro, ese tiempo por entonces todavía envuelto en sombras». Dice Casamayor que hay que «ser valiente» para traducir de nuevo todos los cuentos de Poe, que era hijo de Elizabeth Arnold Poe y David Poe, actores de teatro itinerantes que fallecieron cuando él era un niño. «Fue criado por John Allan, un hombre de negocios. Cuando contaba seis años se trasladan a Inglaterra donde ingresó en un internado privado. Cuando regresó a Estados Unidos en el año 1820 continuó estudiando en centros privados y más adelante entró en la universidad de Virginia donde permaneció durante un año», anota Casamayor.
Antes de trabajar como redactor para varias revistas en Filadelfia y Nueva York, Poe tuvo que resolver sus deudas con el alcohol y el juego, y estuvo incluso alistado dos años en el ejército, pero su mundo era el de la escritura. Publicó en Boston su primer libro, 'Tamerlán y otros poemas' (1827); le siguieron 'Al Aaraf' (1829), 'Poemas' (1831), 'El cuervo' (1845), 'Las campanas' (1849), 'El durmiente' (1831), 'Lenore' (1831) y 'Annabel Lee' (1849), entre otros. Fue unos años redactor de 'Southern Baltimore Messenger'. En 1836 contrajo matrimonio con su sobrina, Virginia Clemm.
¿Por qué Poe es tan importante en la historia de Páginas de Espuma? En la presentación de este volumen esta semana en Madrid, en el restaurante Casa Salvador, a la que asistió LA VERDAD, Juan Casamayor contó que este proyecto parte de dos «absolutos locos»: Jorge Volpi y Fernando Iwasaki. La editorial, entre 2006 y 2007, hace casi 20 años, decide apostar por el abordaje de textos clásicos, y apuesta por un triunvirato: Edgar Allan Poe, Antón Chéjov y Guy de Maupassant, «tres creadores que vertebran el concepto del cuento moderno». Pero, con permiso de Chéjov, Casamayor defiende que el verdadero maestro del cuento es Poe. Coincidió aquella idea de Volpi e Iwasaki con que la agente literaria Carmen Balcells libera la traducción de Julio Cortázar y varias editoriales deciden publicar los cuentos con la «maravillosa traducción de Cortázar». Pero, ¿podía hacerse algo más? Entienden que es posible crear un nuevo espacio literario con varias orillas, reuniendo a escritores y escritoras de menos de 40 años entonces, y que cada uno de ellos glosara, comentara o contextualizara uno de los cuentos.
«Esto enriqueció el catálogo de Páginas de Espuma, porque muchos de esos autores hoy están en nuestro catálogo, y, por otro lado, es una nómina, como figura en el índice, en la que te encuentras a un tal Manuel Vilas, un tal Ricardo Menéndez Salmón, un tal Alejandro Zambra, Guadalupe Nettel, Eduardo Halfon, etcétera... gente que en ese momento estaba abriéndose camino y que Jorge y Fernando ya subrayaron su importancia dentro de la narrativa en español». Eso no solo acabó ahí, pues entonces Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa aportaron unas notas de presentación de la edición, con prólogo de Volpi y epílogo de Fernando Iwasaki. Aquello fue un buque insignia de los clásicos de Páginas de Espuma, una hazaña tanto o más importante como la edición de los ensayos completos de Poe, «una construcción titánica tomo a tomo» en la que también Volpi e Iwasaki están detrás apadrinando su parto.
Pero, dado que todo clásico merece una traducción contemporánea, según defiende Casamayor, justo ahora que la editorial cumple 25 años «ese sambenito» decide aceptarlo Rafael Accorinti, que asume el reto de traducir a Poe y dialogar también con la famosa traducción de Cortázar. «Ha tenido suerte», opina el editor, «porque en el siglo XIX fue Baudelaire, y en el XX fue Cortázar, Poe siempre ha tenido buenos compañeros de viaje en sus traducciones». Esa «maravillosa traducción de Cortázar», entiende el equipo de Páginas de Espuma, podía ser completada, con bibliografía primaria y secundaria en torno a Poe que puede aportar muchas novedades, pues es posible hacer más interesante ese diálogo con más fuentes, y, además de comentada, como la primera edición, ahora la novedad que aporta esta nueva versión «íntegra» de los cuentos de Poe es que es mucho más fiel a los textos originales. Esta es, sin duda, para Juan Casamayor, «la edición indispensable para leer en el año 2025 a Edgar Allan Poe». Está en librerías desde el 12 de febrero y también llegará a toda América Latina.
Según Fernando Iwasaki, el proyecto fue asumido como «una odisea», muy bien acogida por todo el equipo, porque ha sido también una oportunidad para volver la mirada a aquellos cuentos protagonizados por personajes femeninos singulares, como Morelia, Berenice, Leonora... «Eso es algo que supone para mí un valor especial, porque Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa en la anterior edición daban una mirada muy en la línea de lo que siempre ha sido el boom latinoamericano, pero que tanto Mariana Enríquez como Patricia Esteban Erlés, las prologuistas, hayan cargado ahora la suerte hacia estos personajes es algo que está en sintonía con la atención que damos a autoras maravillosas, y que son muy apreciadas por los lectores».
Recuerda Iwasaki que Poe murió con apenas 40 años, por lo que «quizás su universo sea tan atractivo para lectores jóvenes de cualquier época, y, a la vez, Poe está escribiendo en un momento en que la construcción del amor, la bondad, la generosidad, la amabilidad en la literatura está llegando a un punto de oscuridad. Cuando empieza a girar la atención de la literatura a partir del siglo XIX hacia lo siniestro, lo oscuro, lo inquietante, lo terrorífico, lo insólito... llega a nuestros días en un momento en que todo eso es entretenimiento y es espectáculo. Y los jóvenes que hoy se acerquen a Poe con la traducción de Rafael y las ilustraciones de Arturo van a ser jóvenes que tienen una relación con el mal completamente distinta a la que teníamos nosotros».
Iwasaki, por ejemplo, tenía la edad de Poe cuando murió en la anterior edición; hoy es incluso abuelo. «El lector joven de hoy tiene una idea del mal, de lo siniestro, de lo oscuro, de lo inquietante... que ha mamado desde su más tierna infancia. Pero cuando yo leí a Poe con 14 años en Lima en la edición de dos volúmenes azules de Alianza de bolsillo, yo sentí que me acercaba a un autor en los márgenes, que estaba fuera de ciertos límites, pero eso ha cambiado, porque hoy estamos dentro de un 'mainstream' en el que el mal ocupa un lugar importante. Hoy, cuando el mal ya es un espectáculo, cuando forma parte del discurso político, y de nuestra vida cotidiana, aparece esta edición en un momento oportuno, desde luego».
Jorge Volpi considera que «un clásico es, sobre todo, una criatura particularmente resistente que conforme a las leyes de la evolución se adapta mejor que cualquier otra a otras épocas y otras culturas. Y la manera en que se adapta una gran obra literaria es envolviéndose de otras maneras, y con nuevas traducciones para que cada época tenga una lectura de los clásicos». Rafael Accorinti ha ayudado a que se adapte mejor Poe a este momento, a través de una mejor mirada de género, por ejemplo, o de una mirada social y política siempre presente en el terror. «Eso hace que Poe adquiera en nuestros días una enorme actualidad», opina Volpi, quien cree, como Carlos Fuentes, que no solo los libros antiguos influyen en los modernos, sino que los del presente influyen en los del pasado, como si pudieran romper la flecha del tiempo, y esto nos pasa con la nueva traducción».
Accorinti, el traductor de esta nueva versión, reconoce que acercarse a Poe es «caer en una suerte de embrujo», en el que no solo cayeron Baudelaire y Cortázar, cuya traducción fue «más poética», sino Julio Gómez de la Serna, Rafael Cansinos Assens, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares... «Asomarnos al abismo de sus cuentos era, y sigue siendo, como entrar en un gran salón de ventanales góticos cuyos candelabros alumbran y modelan una mansión devorada por el tiempo, era como encarnarnos en la piel de sus personajes cuyas historias encierran un sentimiento desgarrador», anota Accorinti, quien tiene a Poe como «un autor muy difícil». Su misión: «Renovar el embrujo de Poe en los lectores contemporáneos».
El ilustrador Arturo Garrido, que ya ilustró los cuentos completos de Kafka, ofrece aquí más de 70 ilustraciones, con dibujos a tinta negra más atrevidos que fueron concebidos en La Habana, donde vivía Garrido en ese momento. «Pude dedicarle tiempo, y buscar la imagen para cada cuento. Aparecen cosas que pueden parecer mi cuaderno de viaje de Cuba, gatos callejeros reales que ilustré por las calles de La Habana, tumbas abiertas saqueadas en el cementerio de Cristóbal Colón, mariposas inmensas que morían en mi cuarto... hubo un momento en que me rayé un poco porque había muchas coincidencias». Garrido trabajó la cuestión del horror, del sinsentido, de lo psicológico... «hay presencia de Goya y sus 'Caprichos' y las pinturas negras, pero también Velázquez., En 'El pozo y el péndulo' incluso hay una rata real escaneada. He descubierto a un autor mucho más amplio y complejo que va más allá de la escena grotesca, y las ilustraciones acompañan la tensión en ese ambiente sin desvelar el misterio, pero estallando al final».
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