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Rafael Altamira con «su majestuosa barba, símbolo de su sabiduría», recuerda su nieta Mari Luz Altamira, que le conoció cuando ya vivía en Bayona (Francia) durante el exilio. Biblioteca Cervantes Virtual
Rafael Altamira: el imperecedero legado de un hombre de Estado

Rafael Altamira: el imperecedero legado de un hombre de Estado

Homenaje en El Campello. El historiador, abogado y jurisconsulto alicantino, hijo del músico militar murciano José Altamira Moreno, formó parte del grupo de juristas que, a petición de la Sociedad de Naciones, redactó el proyecto de Tribunal Permanente de Justicia Internacional en La Haya (1922), del cual fue elegido juez

Sábado, 15 de febrero 2025, 07:47

Dijo Virgilio que «el tiempo vuela; vuela para nunca ser recuperado». Aplicada esta máxima a la figura de Rafael Altamira Crevea (El Campello, Alicante, 1866-Ciudad de México, 1951), el humanista y jurista fallecido en el exilio e impulsor del Tribunal Internacional de La Haya, lo cierto es que su historia, pese al aparente olvido, ha vuelto con fuerza a la actualidad informativa. Esta semana el Rey Felipe VI presidió un acto íntimo en el cementerio alicantino de El Campello, lugar donde desde este lunes los restos de este intelectual cuatro veces nominado al Premio Nobel de la Paz (1908, 1909, 1933 y 1951) y dos al Nobel de Literatura (1911 y 1912). Era hijo del músico militar José Altamira Moreno (Murcia, 1825-Alicante, 1896). Una ocasión perfecta para perfilar la trayectoria de este sabio, pieza fundamental en la historia de la cultura española.

El retorno desde el Panteón Español en el cementerio de Ciudad de México de los restos mortales de «una ilustre figura intelectual» y los de su esposa, Pilar Redondo, era, según Felipe VI, un acto «de justicia histórica y reparación, de concordia y reconciliación». Altamira fue uno de los diez jueces permanentes entre 1921 hasta 1940 del Tribunal Internacional de Justicia.

Altamira (6º izquierda) y el resto de jueces del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. Tras la invasión nazi de Holanda en 1940, se refugia en Bayona. rafaelaltamira.es

La barba de la sabiduría

Mari Luz Altamira, nieta del humanista, afirmó durante la ceremonia que «74 años después de su fallecimiento, la patria que un día le condenó al exilio le abre los brazos con respeto y dignidad en un acto de justicia histórica que refleja la reconciliación de un país con sus hijos más ilustres». Aún recuerda, de hecho, cuando le conoció en Bayona (Francia) durante el exilio [la invasión nazi de Holanda en 1940 le obliga a refugiarse allí, donde permanecerá hasta 1944; luego parte a Lisboa y México] le llamaba la atención «su majestuosa barba, símbolo de su sabiduría.

Propuesto al Nobel. Proposición en favor de Rafael Altamira para ser merecedor del Nobel de la Paz en 1933. Los proponentes eran Michel Lhéritier y Mirkine-Guetzévitch. cervantesvirtual.com
Imagen - Propuesto al Nobel. Proposición en favor de Rafael Altamira para ser merecedor del Nobel de la Paz en 1933. Los proponentes eran Michel Lhéritier y Mirkine-Guetzévitch.

Esta imagen perdura en mi memoria y representa la figura de un hombre que, a pesar de las adversidades, no dejó de ser un referente». «Antepuso -señaló su bisnieto Ignacio Ramos Altamira- el interés de los españoles a su propia ideología» y, dirigiéndose a Felipe VI, recordó que Rafael Altamira era «un liberal de raigambre republicana al que su abuelo, Alfonso XIII, escuchó para la recuperación del vínculo con el pueblo iberoamericano». La Generalitat Valenciana es la institución que ha sufragado los costes de exhumación y repatriación de los restos mortales del intelectual hasta Alicante, donde se ha erigido un monumento funerario construido por el Ayuntamiento de El Campello. Durante el acto de homenaje se interpretó una pieza de Bach a cargo de músicos solistas de ADDA Sinfònica, así como los himnos de la Comunitat Valenciana y de España. Se cumplió una voluntad de Altamira, que dijo alguna vez que cuando se apartara «de la vida oficial» se retiraría al rincón de sus «amores más gratos», en referencia a esta localidad alicantina.

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica a Altamira un portal muy completo con información, documentos y fotografías -algunas del fondo documental que se custodia en el IES Jorge Juan de la ciudad de Alicante- de este jurista, historiador, pedagogo, humanista y americanista comprometido con su tiempo, a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. Una «apasionante aventura» que permite a los interesados «descubrir y recuperar sus pensamientos, estudios e ideas que se encuentran entre las más valiosas aportaciones de nuestra Edad de Plata». «Su capacidad intelectual y humana siempre estuvo al servicio de las ideas y proyectos educativos de la Institución Libre de Enseñanza y desde esa posición progresista, basada en el diálogo, la educación y la democracia, se enfrentó a los retos de España y del continente americano», recuerda Rafael Asín Vergara, profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Los padres de Rafael Altamira. El padre era José Altamira Moreno, natural de Murcia, músico militar y miembro del Partido Conservador, y su madre, Rafaela Crevea Cortés, que practicaba todo tipo de artes. Rafael Altamira se casó con Pilar Redondo Tejerina, en San Isidro el Real de Oviedo, el 19 de junio de 1899. De este matrimonio nacieron tres hijos: Rafael, Pilar y Nela (Juana) Altamira Redondo. Biblioteca Virtual Cervantes

El «agitador de la paz»

Sabemos de su pasión por la pedagogía del conocimiento histórico, de su aportación como historiador español transterrado a la historiografía mexicana, de su papel como historiador del Derecho en el Tribunal Permanente de Justicia Internacional (1921-1939). Fue «un agitador de la paz en la Europa de entreguerras», como lo recuerda el programa 'Documentos RNE' dedicado a Altamira, con testimonios de los historiadores Jaime del Arenal, Rafael Asín y Yolanda Gamarra, y de Pilar Altamira García-Tapia, nieta de Rafael Altamira.

Estamos ante «uno de los españoles con mayor proyección internacional en el periodo convulso que transcurrió entre las dos guerras mundiales. Apoyó la creación de la Sociedad de Naciones y participó en la puesta en marcha del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, del que fue juez permanente durante dos décadas».

En el exilio en México. Rafael Altamira, con su hija Nela, en Veracruz. rafaelaltamira.es

Un hombre que, según Juan Carlos Soriano, director y guionista del programa producido por RNE -locutado por Modesta Cruz-, «pudo tener un papel destacado en la política española de su tiempo, ya que Azaña pensó en él para sustituir a Alcalá-Zamora en la presidencia de la II República y, tanto socialistas como monárquicos, lo propusieron como presidente del consejo de Regencia en el pacto de San Juan de Luz que pretendía desalojar a Franco del poder». La BBC lo destacó una vez como «el intelectual español más completo de su tiempo».

Su máximo empeño, tal vez un noble propósito, fue trabajar por la unión de los pueblos en un mundo de amenazas e inestabilidad. Sus mensajes siguen hoy tan vigentes como entonces: «La Universidad debe trabajar por la paz -escribía Altamira-, debe como representante de las más altas cualidades del espíritu, a la vez que afirmar el sentido racional de la lucha por el derecho, que proclamó Ihering, tratar de suprimir de las relaciones internacionales el sello de barbarie y de rapacidad que aún tiene hoy».

Con un precursor del ecologismo y pionero de la reforma educativa y científica. Altamira y Giner de los Ríos subiendo por las sierras de Guadarrama. rafaelaltamira.es

Una sociedad más abierta

Una educación «que fomentara el entendimiento, la curiosidad y la educación para la paz y capaz de profundizar en una sociedad abierta, participativa y solidaria», asegura su familia desde el portal virtual dedicado a su figura, en el que descubrimos que Altamira cursó el bachillerato en Alicante y se trasladó en 1882 a la Universidad de Valencia para estudiar Derecho. Allí conoce a Vicente Blasco Ibáñez y al catedrático institucionista Eduardo Soler, que le pone en contacto con Francisco Giner de los Ríos, Bartolomé Cossío y Joaquín Costa. En esa época juvenil escribe 'Cuentos de Levante' y 'Cuadros levantinos: cuentos de amor y tristeza'.

Homenaje en El Campello. El Rey Felipe VI con la nieta del humanista y escritor Rafael Altamira, Mari Luz Altamira, el lunes. Morell / EFE

Su obra literaria, a lo largo del tiempo, incluirá novelas breves, cuentos, crónicas de literatura y arte, obras históricas y de hispanismo, libros de documentos como 'Mi viaje a América' (1910), volúmenes sobre la historia de la independencia de la América española, sobre la huella de España en América, sobre cuestiones modernas de Historia... Pero también destacó por sus aportaciones pedagógicas (tiene libros sobre máximas y reflexiones, conferencias y pensamientos, sobre cuestiones obreras y sobre «problemas modernos» para conseguir la conciliación entre los pueblos), y jurídicas y políticas (sobre cuestiones internacionales y de pacifismo, sobre cuestiones de Historia del Derecho y de legislación comparada, sobre la Sociedad de Naciones y el Tribunal Permanente de Justicia Internacional).

Su padre era el murciano José Altamira Moreno, Músico Mayor del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey nº 1 y desde 1876 profesor de Música en el Colegio Politécnico San José de Alicante, donde estudió su hijo. Una figura muy desconocida hoy en la Región de Murcia. Según escribió su bisnieto Ignacio Ramos Altamira en el diario 'Información' de Alicante, lo cierto es que Rafael Altamira se crió en un entorno con gran afición a la música. «Su madre, también practicaba la música y todo tipo de artes. Por medio de su padre, Rafael Altamira trató desde su infancia con el compositor villenense Ruperto Chapí (1851-1909), como recordaba el propio historiador en prensa: «Con su amistad me honró Chapí, y me honró de tan amable y delicada manera, que para siempre me ligó a él con el lazo de la más profunda gratitud» ('Diario de Alicante', 6-V-1909)».

La familia Altamira. Mari Luz Altamira y familiares de Rafael Altamira, en el monumento funerario del cementerio de El Campello. Morell / EFE

Rafael Altamira presidió la comisión que hizo posible e impulsó el Monumento a los Héroes de Santiago de Cuba y Cavite en Cartagena, inaugurado el 9 de noviembre de 1923. Aquel día, los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, presidieron el acto junto al presidente del Directorio Militar, Primo de Rivera, y una buena ristra de autoridades, entre los acordes de la Marcha Real y las banderas de los regimientos. En el monumento fueron depositadas coronas enviadas por el Gobierno de Estados Unidos «por conducto de su embajador». Hay un vídeo de la época en el que se aprecia al embajador estadounidense, que elogió el heroísmo de los marinos españoles, estrechando la mano de Altamira, y éste pronunciando el discurso. También intervinieron el alcalde de Cartagena y el propio Primo de Rivera.

Monumento a los Héroes de Cavite, Cartagena. Javier y Luz Ramos Altamira, bisnietos, en el centenario de la inauguración. J.M. Rodríguez / AGM

El 9 de noviembre de 2023, en el centenario de la inauguración del monumento erigido en Cartagena en honor de los combatientes españoles de las guerras de Cuba y Filipinas, en colaboración con la Armada y la Autoridad Portuaria, se organizó un acto al que asistieron Javier Ramos Altamira y Luz Ramos Altamira, en representación de la familia Altamira. Parecía que no había pasado el tiempo.

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