El 23 de noviembre de 2021 se cumplieron ochocientos años del nacimiento de Alfonso X, hijo primogénito de Fernando III el Santo y Beatriz de Suabia, que pasó a la historia como «el rey Sabio». Su interés por los distintos campos del saber queda patente ... en 'Los libros del rey Sabio. VIII centenario del nacimiento de Alfonso X (1221-2021)', la exposición organizada por la Biblioteca Nacional de España (BNE) en Madrid que despliega esta vez los códices alfonsíes originales de su 'scriptorium' que en ella se conservan. Además, la BNE recuerda la inmensa producción escritural promovida por Alfonso X (1221-1284), rey de Castilla y León, cuyo corazón quiso que reposara en Murcia, ciudad leal, a la que querría tanto como a Toledo, donde nace, y a Sevilla, donde acaba muriendo. No le abandonarían al final de su vida, cuando todo se le pone de frente.
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Inés Fernández-Ordóñez, catedrática de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia Española, es la comisaria de esta exposición. La especialista en la dialectología, actual e histórica, del español –interesada sobre todo por la variación gramatical–, invita a los lectores de ABABOL a visitar la exposición, que se podrá disfrutar hasta el 12 de febrero de 2022.
A partir de marzo, el Museo de Santa Cruz de Toledo albergará otra gran exposición dedicada a Alfonso X, en colaboración con la Biblioteca Nacional y el Ayuntamiento de Toledo, que llevará por título 'Alfonso X El Sabio. El legado de un rey precursor', comisariada por Ricardo Izquierdo Benito, catedrático jubilado de la Universidad de Castilla-La Mancha. El Archivo Municipal de Murcia participará con el envío de documentos murcianos del siglo XIII que ya fueron expuestos en Murcia en la muestra 'Alfonso X: documentos para su historia' hasta el 5 de enero de 2022. «En concreto, partirán de Murcia con destino a Toledo el Libro del Repartimiento, el Fuero Juzgo, la Carta Partida A-B-C y un Privilegio Rodado de 1266, todos fundamentales para el periodo histórico de la conquista castellana de Murcia a manos de Alfonso X el Sabio», según indica la comisión que organiza en Murcia los actos relacionados con el VIII Centenario de Alfonso X.
Hasta el 20 de febrero hay también una exposición de los códigos alfonsíes en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Muchas opciones para adentrarse en la obra literaria, histórica, jurídica y científica desarrollada bajo su mandato.
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En concreto, el espíritu que guía la exposición 'Los libros del rey Sabio' es, según Fernández-Ordóñez, abordar su legado desde una perspectiva «un poco más moderna», porque entre los historiadores es muy común separar la trayectoria política del rey de su trayectoria cultural. «Esta exposición no cree en esa disociación –aclara la académica–, y considera que lo que se llama normalmente cultura forma parte de su proyecto político. Es decir, que la cultura es política, y que los libros que ordena componer el rey no eran un capricho, o una veleidad, o el producto de unos intereses intelectuales que estuvieran desligados de sus tareas de gobierno. Son todo lo contrario, son libros profundamente enraizados en sus tareas de gobierno».
La muestra está estructurada en cuatro secciones: el derecho, la historia, la ciencia y la devoción mariana. «El rey quiso», plantea la comisaria, «controlar todos los tiempos que organizan la vida del hombre en la tierra. Es decir, el pasado, el presente y el futuro. Con el derecho quería ordenar su presente, sentar unas nuevas bases de gobierno, de organización política de su reino. Por eso produce códigos de derecho, con el deseo de acabar con la fragmentación legislativa previa, en primer lugar, que haya una única ley. En segundo lugar, arrogar para el monarca el monopolio legislativo. Solo él tiene la capacidad de dictar la ley. Atribuir al rey el monopolio de la justicia. Solo él puede nombrar jueces, y la última instancia de cualquier juicio es el rey. Es un proyecto de centralización administrativa, política, de refuerzo de la figura real, que anuncia la monarquía absoluta que luego se acaba materializando a partir de los Reyes Católicos».
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El derecho, por tanto, es la ordenación del tiempo presente; la historia es la enseñanza del pasado. ¿Por qué hace escribir libros de historia? «Para convencer a sus súbditos de las bondades del sistema político que quería implantar, a partir de los buenos ejemplos que imitar y los malos ejemplos que evitar. En el fondo, quiere transmitir sus ideas políticas, y hacer ver que el rey es el depositario del derecho divino a gobernar la península ibérica. Porque en la concepción medieval el poder viene de Dios y, por tanto, él se considera un representante de Dios en la tierra. Tal como él, todos los reyes son depositarios de ese derecho».
Respecto a la ciencia, la exposición versa sobre la manipulación y la predicción del futuro. ¿Por qué un rey cristiano se interesaba por la ciencia? Según Inés Fernández-Ordóñez, no se preocupa por cualquier tipo de ciencia. «Se interesa por la ciencia que puede servirle de auxilio, de ayuda, en el ejercicio del poder. Tanto los reyes musulmanes como los reyes cristianos, hasta la época de Felipe II, utilizaban la astrología como ciencia auxiliar en la toma de decisiones. La ciencia no es, por tanto, cualquier ciencia, es fundamentalmente astrología».
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El fin astrológico es predecir el futuro para tomar decisiones. Y hay un componente de interés por la magia, pero no por cualquier magia, sino por la magia astral, la astromagia. «En la concepción medieval se creía que todo lo que sucedía en la tierra estaba gobernado por los astros, por las estrellas y los planetas. De acuerdo con sus posiciones sucedían las cosas en la tierra. De esta manera, uno podía atraer ciertas virtudes de los astros e intervenir para modificar el futuro, no solo para predecirlo, sino para modificarlo, y ahí viene ese interés por la magia. El rey ordena una cantidad, no pequeña, de textos dedicados a la magia para intervenir y modificar el futuro, como el 'Lapidario', que crea talismanes con piedras que sirven para curar enfermedades o para perjudicar a tu enemigo».
Con la devoción por la Virgen lo que pretendía el monarca es garantizarse la vida eterna. No solo controlar los tres tiempos con que organiza su vida en la tierra, sino además controlar el tiempo del más allá, el tiempo que le espera después de la muerte. Esa devoción está en consonancia con la devoción mariana del siglo XIII que inspira el gótico –todas las catedrales góticas están dedicadas a la Virgen–. «Alfonso X, como vemos, es un hijo modélico de su época, y su devoción es muy acusada. La Virgen, en esa mentalidad medieval , es mediadora entre Dios y los hombres, y su actitud es más piadora y solidaria con los pecados de los hombres, frente a la actitud severa, de juicio, que representa Dios Padre. Por eso la Virgen es consoladora, mediadora, intermediaria, comprende los pecados de los hombres. En las Cantigas, por ejemplo, el rey se presenta como un mediador de rango inferior a la Virgen, pero mediador del mismo tipo, y su mensaje se transmite a través de los textos y de las miniaturas».
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El conjunto de códices que promueve Alfonso X son los primeros que aplican, de forma sistemática, el concepto moderno del libro, los primeros en los que tenemos capítulos numerados y con título. Tienen una cabecera donde indican la parte en la que estás, tienen un índice con los títulos de los capítulos. Eso, según Fernández-Ordóñez, tiene mucho interés también para la historia del libro. «Todos los códices que ordenó componer Alfonso X tienen un prólogo que declara la autoría del rey, y esto es también muy inusual hasta el renacimiento, porque el libro medieval se caracteriza porque hay muchos anónimos, a veces tenemos que deducirlo a partir de una cita o del colofón del libro», apunta la comisaria. «Hay una voluntad autorial claramente premoderna, que se adelanta mucho a su tiempo».
Para cada una de esas cuatro secciones, la Biblioteca Nacional presenta una serie de códices. Por ejemplo, las obras de derecho de Alfonso X son fundamentalmente tres: el 'Fuero real' (1255),' Las Siete Partidas' (1256-1265) –originalmente llamado 'Libro del Fuero de las leyes'– y 'El Espéculo' (1255-1260). «Una de las grandes novedades de la exposición es que revisando los códices me di cuenta de que había algunos que podían ser más antiguos de lo que se pensaban. Hay un manuscrito de 'Fuero real' que en mi opinión es un original, contemporáneo del reinado del rey Sabio, quizás salido de su Cancillería. Hasta ahora se creía que era de principios del siglo XIV, posterior a la época de Alfonso X. Esta es una de las aportaciones de la exposición –cuenta la académica a LA VERDAD–. De hecho, hasta ahora se creía que solo había un original, que se conserva en la Real Biblioteca de El Escorial».
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El 'Fuero real' es el que difundió el rey por toda Castilla con la intención de unificar el derecho, porque los castellanos se guiaban por lo que se conocía como 'fazañas' o albedríos, tenían una tradición jurídica basada en la costumbre, en un derecho consuetudinario. El rey, que es el que dicta la ley, establece ese 'Fuero real'. Casi simultáneamente comienza una compilación de derecho romano, es el primero que lo introduce en la península ibérica, aunque también se estaba introduciendo en Aragón, y escribe 'El Espéculo', texto sobre el que hay mucha controversia. Solo se conserva un manuscrito, que es una copia, es tardío, pero tiene mucha importancia. «Para unos es un libro terminado, para otros es un borrador de las Partidas. Mi opinión va en esta segunda posición. Las Partidas es el grandísimo código jurídico, estructurado en siete partes, que ha sido la base doctrinal del derecho español hasta el siglo XIX, y en la América hispana, incluso en algunas partes de Estados Unidos, hasta el XX. De las 'Partidas' no tenemos manuscritos originales completos, pero en mi opinión el manuscrito más antiguo de todos ellos es el que se conserva en la Biblioteca Nacional, que perteneció a los Reyes Católicos, elaborado probablemente en Navarra a finales del siglo XIII, y perteneció a la Justicia Mayor del Reino, a mediados del siglo XV, y acabó en la Biblioteca de los Reyes Católicos».
Además del 'Fuero real', hay en esta muestra otros cuatro códices originales alfonsíes (o próximos a su taller) conservados en la Biblioteca Nacional: el 'Libro complido de los judizios de las estrellas' (h.1254) y el 'Libro de las cruzes' (1259) –que ordenó traducir del árabe–, la primera parte de la 'Grande e general estoria' (h. 1270) y la primera versión de las Cantigas de Santa María (h. 1270). «Hay un manuscrito de la 'Historia de España', que no es el original, pero es importante porque es una copia del original», anota Fernández-Ordóñez, «antes de que a mediados del siglo XIV fuera desmantelado y manipulado». Esa obra, afirma la comisaria, crea un molde estructural, narrativo e identitario de los españoles que ha continuado hasta el día de hoy. «Si nos sentimos vinculados los españoles es porque Alfonso X crea la primera historia de España como la historia de los habitantes de la península ibérica».
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Las Tablas Alfonsíes no se han conservado en su versión original, pero sí hay copias y adaptaciones originales. En la exposición hay una de esas adaptaciones de las tablas, del XIV, la más antigua que se conserva en la península. Se hizo en Morella, actual Castellón.
Los astrólogos árabes, cuenta Fernández-Ordóñez, habían hecho observaciones de las estrellas y de los planetas, pero para establecer las predicciones astrológicas, el fin del rey, se dieron cuenta sus colaboradores de que las tablas de Azarquiel y Albateni no eran correctas. «Ordenó a dos judíos de Toledo que observasen el cielo durante una década. Con distintos instrumentos fijaron la posición de los astros, los planetas, y las estrellas, bajo las coordenadas geográficas de Toledo. El resultado de esos cálculos son las Tablas Alfonsíes. Ese interés por la astrología tuvo una repercusión astronómica, de progreso en la observación del cielo. Eran las más completas de la Europa contemporánea, viajaron a Francia, allí fueron adaptadas a las coordenadas de París, y esa versión, las 'Tablas Alfonsíes Parisienses', es la que se difundió por Europa y es la que llegan a conocer Copérnico y Galileo».
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La sabiduría de Alfonso X no es una sabiduría 'per se', insiste la comisaria. «La cultura, a través de todos estos textos, apuntala su autoridad y manifiesta una visión muy adelantada a su tiempo, porque se da cuenta de que la propaganda tiene un valor muy importante en la creación de ideologías y mentalidades políticas».
iNÉS FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ
Comisaria de 'Los libros del rey Sabio. VIII centenario del nacimiento de Alfonso X (1221-2021) y académica de la RAE
Alfonso X también tiene un lado oscuro. «Cada vez lo veo más como un narcisista patológico», afirma la académica. «Muchas veces los grandes políticos de la historia han sido narcisistas patológicos, porque no se conforman, para ellos nada es suficiente y tienen que estar siempre tomando nuevas iniciativas y retratándose. De hecho, tenemos más retratos de Alfonso X en los códices que de ningún otro rey medieval. Es una compulsión un poco excesiva».
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Burgos, Toledo, Sevilla y Murcia son las ciudades donde más estuvo el rey. «Por Murcia sentía cariño, quería que allí depositasen su corazón, y tiene que ver con que solo Sevilla y Murcia se mantienen fieles al rey en la guerra civil en la que acabó su reinado». Entre las miniaturas que se exponen estos días en Madrid hay una de una cantiga que cuenta cómo los moros del arrabal de la Arrixaca de Murcia quisieron destruir una iglesia dedicada a Santa María. Se lo piden a Alfonso X cuando conquista como infante la ciudad en 1246 y el rey no se lo concede. En la revuelta mudéjar, Jaime I ayuda a Alfonso X a sofocar la revuelta, y sale representado Jaime I, al que realizan la misma petición y se la deniegan. Finalmente los musulmanes no consiguen eliminar esa capilla del arrabal. Es interesante esta cantiga porque aparece primero representado como infante y luego como rey».
El rey ordenó componer una colección de poemas a la Virgen, conocida como 'Cantigas de Santa María', escrita en gallego-portugués, «y es el libro que más importó al Rey», asegura Inés Fernández-Ordóñez. «Es el único cuyo destino dispuso de forma testamentaria, el único que sabemos que le acompaña en todo momento. En una de ellas se dice que el rey se pone enfermo y se cura poniéndose el libro de las Cantigas sobre el cuerpo, le atribuye propiedades mágicas. Es el único en el que hay poemas autobiográficos. Sabemos bastante de su vida familiar y personal a través de esos poemas». Es el libro, además, más lujoso. Empieza como una colección de 100 cantigas, pero la última versión tiene más de 400. La Biblioteca Nacional conserva la primera colección de esas cien cantigas, «una de las joyas de la exposición», que se completa con los manuscritos de El Escorial y de Florencia, «muy ricamente iluminados», con todo tipo de miniaturas. La ciudad de Murcia aparece entre esas cantigas, en concreto, la que hace referencia a la petición de los musulmanes de derribar una capilla dedicada a Santa María en el arrabal de la Arrixaca.
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