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Federico García Lorca (Granada, 1898-1936) compone sus 'Suites' a lo largo de tres años. La década de los 20 acaba de empezar. Nunca las verá publicadas en un libro, pese a sus ardientes deseos, pero sí van a ir apareciendo sueltas en revistas literarias. LA VERDAD es el primer periódico español que se hace eco de ellas. El 11 de mayo de 1924 aparece la suite titulada 'El regreso' en el número 18 del Suplemento Literario de LA VERDAD que había puesto en marcha unos meses antes el periodista José Ballester, que salta al abismo de publicar a los autores más incipientes de la época, muchos de ellos pasarán a la historia como miembros de la Generación del 27, con el paracaídas del abogado murciano Juan Guerrero Ruiz, que conoce a todos pues fue secretario de la revista 'Índice' fundada por Juan Ramón Jiménez en 1920.
Esta 'Suite' es la primera de las cuatro colaboraciones que hace Federico García Lorca en el Suplemento Literario. Esos textos inéditos llegan a la Redacción de LA VERDAD a través de Guerrero, que ya trabaja como secretario general del Ayuntamiento de Murcia [entre 1924 y 1929]. Cuando en 1928 se publica 'Romancero gitano', el granadino dedicará el 'Romance de la guardia civil española' «a Juan Guerrero Ruiz, cónsul general de la poesía». Nadie va a discutirlo: es su mejor definición.
A LA VERDAD, Federico entrega también el primer soneto que publica en vida el escritor nacido en Fuentevaqueros, su exaltada despedida al poeta santanderino José de Ciria y Escalante [muerto de un repentino y fulminante ataque de tifus], que aparece el 20 de junio de 1926: «¿Quién dirá que te vio y en qué momento? / ¡Qué dolor de penumbra iluminada! / Dos voces suenan: el reloj y el viento, / mientras flota sin ti la madrugada. / Un delirio de dardo ceniciento / invade tu cabeza delicada. / ¡Hombre! ¡Pasión! ¡Dolor de luz! Memento. / Vuelve hecho luna y corazón de nada (...)».
Pero hay dos colaboraciones más de García Lorca en LA VERDAD. El romance titulado 'Reyerta', que luego incluye en 'Romancero gitano' y dedica a otro murciano, el farmacólogo lorquino Rafael Méndez, «un hombre de ciencia a carta cabal y profundamente leal» (dicho por el filósofo y poeta catalán Ramón Xirau), que hoy da nombre a un hospital y al que conoce en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde era muy dado a las charlas interdisciplinarias. Ya entonces a Méndez le llama la atención la presencia de «intelectuales solterones que después de cursar sus estudios, hacían su hogar de la Residencia».
García Lorca estaba agradecido a Méndez por su amistad, y llega a pedirle que escoja uno de sus poemas porque quiere dedicárselo. Méndez se decanta por 'Reyerta', «porque me parecía mas fino, más lírico en sus imágenes. Y aquello de «en la mitad del barranco / las navajas de Albacete / bellas de sangre contraria / relucen como los peces» me pareció mas cercano a mí. Era yo de Murcia, que en su antiguo reino comprendía la provincia de Albacete», llega a decir.
El catedrático emérito de Literatura Española de la UMU Francisco Javier Díez de Revenga lleva décadas advirtiendo de una injusticia como la copa de un pino: que en las continuas ediciones críticas que se publican de las obras de García Lorca no se cita a LA VERDAD, y si se hace es erróneamente confundiendo el Suplemento Literario (1923-1926) con la revista independiente 'Verso y Prosa' (1927-1928).
Es justo reivindicar la generosidad de García Lorca con LA VERDAD y esperar, como ya demandaba en la edición facsímil de la Real Academia Alfonso X El Sabio del Suplemento Literario de 1990, que se tenga en cuenta el valor «más que extraordinario» tanto «para el conocimiento de una generación de escritores murcianos como para la investigación literaria en un más amplio campo de interés nacional».
En su conferencia dedicada a Góngora, pronunciada en el Centro Artístico de Granada el 19 de febrero de 1922, García Lorca habla sobre la inspiración poética y dice: «El poeta que va a hacer un poema tiene la sensación vaga de que va a una cacería nocturna en un bosque lejanísimo. Un miedo inexplicable rumorea en el corazón (...)». Porque sabe, nos dice, que en un momento dado la imaginación se desata, «y bebiendo colores y vientos, hiere todas las imágenes que pasan sin excepción, se emborracha, y vuelve con las joyas que la casualidad de su genio puso en sus manos (...). Nadie como Góngora preparado para esa cacería interior». Aquí, en este reportaje, la 'Suite del retorno' es una de esas joyas rescatadas: «Vuelve, corazón, vuelve... por las selvas del amor no verás gentes».
*** Perlas del Suplemento Literario de LA VERDAD. Próxima entrega (25 de febrero): La canción de Antonio Machado dedicada a Eugenio d'Ors.
Antonio Parra
La gloria literaria de Federico García Lorca ha ido creciendo según se fueron conociendo nuevos textos suyos durante las últimas décadas, y ello, esa gloria, se ha producido al margen de su cruel asesinato. Aunque ya se conocían, las 'Suites' de Lorca fueron publicadas en Libro en los años ochenta, lo que hace más sorprendente que LA VERDAD ya publicara una en 1924. En ellas ya se vislumbra lo que sería después el poeta: vanguardismo, canción popular, música, haiku. Y lucha entre amor y huida de él, entre lo turbio y la claridad. Lorca en estado puro.
Eloy Sánchez Rosillo
Al final de la adolescencia y en el arranque de la juventud, García Lorca fue una de mis iniciales devociones poéticas, junto con Juan Ramón (el primer poeta cuya obra leí con emoción y por extenso) y Antonio Machado; algo después vendría Luis Cernuda. El grueso tomo de sus obras completas de la editorial Aguilar lo solía leer yo bajo el sol invernal o de la primavera, sin saltarme ni una página, en los bancos de piedra que había al final del Malecón, más allá del colegio de los maristas, durante las mañanas o las tardes en las que casi por sistema no asistía a las clases de mi desastroso bachillerato. La 'Suite' publicada en el Suplemento Literario de LA VERDAD en 1924 data de 1921. Es, pues, un poema muy temprano de Lorca, pero el poeta muestra ya en él gran facilidad para la imagen y ese toque mágico que caracterizará toda su obra.
Juana J. Marín Saura
Así Federico García Lorca expresaba su deseo, en 1923, en una carta dirigida a Fernández Almagro. Sus 'Suites', composiciones poéticas diferentes alrededor de un tema, escritas entre 1920 y 1923. Sus conocimientos musicales le facilitan la llave para una creación novedosa. Un privilegio que el diario LA VERDAD publicara en 1924 alguna de aquellas. Si Federico nos observara desde alguna de sus lunas, que tanto dibujaba, cambiaría seis lágrimas por seis sonrisas al ver de nuevo en ABABOL su 'Suite'. En 'El regreso' por sus alas, vería en la 'Corriente' un cúmulo de estrellas. 'Hacia…' las heridas cerradas, el ruiseñor aguardaría en el 'Recodo' de su infancia. Y desde su huertecillo en 'Despedida' lanzaría una 'Ráfaga' de mariposas a su niña…
Natalia Carbajosa
«Yo vuelvo / por mis alas». El ángel de Lorca, a diferencia del de Rilke, no es tanto el mensajero de lo invisible como el del mundo ido de la infancia. En lo que sí coinciden es en lo terrible de su naturaleza: el ángel de Lorca desea regresar con un solo fin: «Quiero morirme siendo / ayer». Estos poemas sencillos albergan ya la esencia de la poesía de Lorca: lo bello y lo ominoso, ese sentido de tragedia inminente que torna el sueño en pesadilla en la brevedad de un verso. Mi poema favorito de Lorca también muestra un mensajero que no puede llegar a su destino: «aunque sepa los caminos…». Ir, volver, vivir, soñar. Morir. Todo es uno.
Vega Cerezo
Leí a García Lorca con quince años. Parece un dato menor, pero leer a Lorca a esa edad es una temeridad maravillosa. En aquellos años adolescentes y furiosos cayó en mis manos 'Poeta en Nueva York'. Me voló la cabeza. Porque que los libros vuelan las cabezas es una verdad incontestable. Fui a la biblioteca y devoré todo lo que encontré. ¡Pum! Federico García Lorca impactando en mi joven e impresionable ser. He aquí una chica envenenada por el mismísimo García Lorca, no sabe si reír o llorar, pero dice que lo ama. Así leí a Lorca, abrumada por su genialidad y su luz. Reencontrarme con estos versos me devuelve a esos años del descubrimiento y también a la certeza de que la poesía es una puerta a la crisis de la temporalidad.
Juan de Dios García
Releo esta 'Suite' centenaria y se abren de inmediato dos ventanas en la memoria: una, la escucha infantil de la seño Adelina en el aula, ¿qué música, aroma y colores tan distintos eran esos que salían de la boca de aquella maestra de falda antigua y declamación exagerada?; otra, la de su lectura veraniega en la adolescencia, puro acorde frente al Mar Menor, inducido por el cantaor Curro Piñana, que sabía que en la religión jonda nadie baja al granadino del cielo. Todos aplauden a ese Lorca folclorista. Solo algunos, al crecer, lo critican en voz baja. ¿Por cursi, por señorito dramático, por icono ideológico, saturados de su leyenda mortal? ¿Lo sustituyen por Bukowski? En otros cien años seguiremos preguntándonoslo.
El martes 3 de enero de 1933, Federico García Lorca está en Murcia de gira con su compañía de teatro, La Barraca [unos días antes actúan en Alicante, donde Lorca come con Juan Guerrero, como le cuenta a José Ballester en una carta]. Ese día actúan en el Teatro Romea, donde representan el auto sacramental de Calderón de la Barca 'La vida es sueño' y el entremés de Cervantes 'El pícaro hablador', «sutilmente gracioso, lleno de un fresco ingenio, que pone en la escena española saludables renuevos'», recoge LA VERDAD en la edición del 4 de enero de 1933. Ese texto, aunque aparece sin firma, corresponde al poeta y periodista del diario Raimundo de los Reyes. En Murcia se da una circunstancia de lo más insólita: el encuentro, en Merced 22, casa de Raimundo, de García Lorca (34 años) y Miguel Hernández (22 años), que se desplaza a Murcia para ver la representación de La Barraca. Es la primera vez que los dos poetas se cruzan la cara, y a partir de ahí no volverán a hacerlo. Solo se intercambian cuatro cartas. Raimundo de los Reyes publicará en Colección Sudeste, impresa en los talleres de LA VERDAD, el primer poemario de Miguel Hernández, 'Perito en lunas', que él quiso llamar 'Poliedros'. «Me acuerdo mucho de ti porque sé que sufres con esas gentes puercas que te rodean», escribe Federico a Miguel.
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J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
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