![Cervantes y Cartagena en un mundo de espías](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202204/08/media/cortadas/169449334--624x790.jpg)
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Álvaro Espina (Valongo-Cortegada, Orense, 1948) se libra como puede «de todas estas ansiedades» del mundo actual, y centra su tiempo fundamentalmente en la escritura, intentando cumplir la tarea de completar la autobiografía apócrifa de Miguel de Cervantes (1547-1616). Ya tiene dos de las ... tres partes ('Cerbantes en la casa de Éboli' y 'Cerbantes. Cambista, marino, espía y cautivo'), y anda metido ahora en 'Cerbantes. El combate de las letras', que abarca de 1581 a 1616, «que se dice bien, que son 35 años y es la parte más complicada, porque es toda la creación literaria de Cervantes, el mundo de tránsito del Renacimiento al barroco». Salvo sus paseos, sus amigos y su vida familiar, Espina vive «prácticamente encerrado», de modo que el confinamiento por la pandemia de coronavirus, que suspendió la mayoría de presentaciones y promociones de libros, le sirvió para centrarse en esta trilogía.
Cartagena es el punto de partida de 'Cerbantes. Cambista, marino, espía, cautivo', publicado este 2022 por Penguin Random House Grupo Editorial, en el sello Suma de Letras. Atención al arranque de la novela: «El viaje desde Madrid con José de Blas habría sido completamente apacible de no haber ocurrido el sobresalto del volcán de Cancarix, en donde se habían refugiado diez forzados que iban conducidos desde Almadén a Cartagena. Nadie sabe bien cómo huyeron porque la media docena de hombres de la Santa Hermandad aparecieron muertos cerca de Albacete...».
Cervantes escapa de Madrid en 1568 por la persecución del rey Felipe II, y va directamente a Cartagena con su amigo José de Blas. Como decía Andrea Doria [distinguido genovés, militar, político y consejero de Estado], «los únicos puertos seguros de España son junio, julio y Cartagena». Cartagena era entonces puerto central de las galeras de España. «No se sabe exactamente de dónde salió Cervantes, no está documentado. El rey creía que se había ido a Sevilla. Por Barcelona tampoco, no hay referencia. Lo lógico es que con la misión que le encarga el príncipe de Éboli, que es el contador mayor del Reino, por lo tanto está encargado de los cambios de oro y plata en toda su extensión, y al mismo tiempo es el hombre que ha convencido al rey de que había que salvar Malta de un asedio terrible de los turcos. Por lo tanto, era quien tutelaba la política del rey en el Mediterráneo, ya que en la de Flandes había girado hace unos años hacia los Alba». De manera que sale por Cartagena, según Espina, pues de ahí salen los suministros y el oro y la plata que se envía para pagar tanto los presidios como los destacamentos.
Para diseñar la salida, «como me dijo un muy buen amigo mío, muy conocido, pero no voy a citarlo, me preguntó que qué sabía yo de navegación marítima. Pero está el derrotero general del Mediterráneo de Alonso Contreras, que me estudié a fondo, y de ahí hice una ficha, que me permitió arrancar. Me tuve que familiarizar con la jerga de galeras, y con la hidrografía, las lajas que decían, que para las galeras era lo más importante. Porque como las galeras apenas tenían quilla, en cuanto había dos o tres palmos [de arena] una galera mediana podía pasar. Había que saber mucho de orografía marítima, porque los derroteros cambian muy poco, y cuando hay cambios de relieve hay noticia histórica».
Dice Espina que sobre Cervantes, salvo lo que es la etapa próxima a Lepanto, «de todo lo demás tenemos indicios muy, muy livianos, de modo que la ficción tiene que ponerse a tope». Cartagena como punto de partida de una aventura vital, que llega hasta nuestros días, pues Cervantes es una figura inagotable. ¿Cómo hace para que no se repitan datos [teniendo en cuenta que Espina, sociólogo, politólogo, historiador y ensayista, fue ayudante de José Antonio Maravall, a quien propuso una tesis doctoral sobre Cervantes y la mentalidad española en el Renacimiento tardío]? Fue el mismo Maravall quien le recomendó que se centrase en hacer accesible la figura de Cervantes. «El cuatralbo Juan Jin Centellas nombra a Cervantes contador de la galera Santiago [una de la escuadra de cuatro galeras]. Pero no podía seguir la pista, sino crearla. Alguien había dicho los puntos donde había estado en Italia, son las referencias que hace en 'El licenciado Vidriera' [una de las 'Novelas ejemplares', de 1613], pero no es verdad, no hay documentación al respecto. Cervantes se inventaba muchas cosas. Para decir lo que dice sobre distintos sitios no hay que estar allí».
Espina ha recorrido toda Italia y todo el litoral, por la parte del Adriático también las dos orillas. «Lo que sí hay son referencias a otro mundo que ha emergido que son los grandes financieros y comerciantes marranos, que eran en origen de Lisboa, y que dan la vuelta por Venecia, Ancona, Ragusa y se han instalado en Estambul». De la mano de Álvaro Espina acompañamos a este «Cerbantes» en su peregrinaje por el Mediterráneo, desde Cartagena hasta Massa y Ancona, y luego a Ragusa, Trieste, Roma y Nápoles, y nos encaminamos hacia la memorable Batalla Naval, y después de Lepanto navegamos por el Adriático y el archipiélago de las Cícladas, y asistiremos a su captura, cautiverio y esclavitud en Argel, y a su rescate, vuelta y embajada en Orán, y acabaremos en Lisboa, y el protagonista regresa a Madrid, en diciembre de 1581.
Una apasionante aventura, en cerca de 800 páginas, en la que Espina nos cuenta, por ejemplo, cómo estaban entonces los cambios en la zona este del Mediterráneo: desde ocho marcos de plata por uno de oro a doce y hasta catorce, una diferencia notable. Además, el príncipe de Éboli necesitaba información, de modo que este «Cerbantes» es, además de cambista, espía, porque lo de marino es obligado, y finalmente cautivo, en la parte final de la novela, cuando intenta volver y es apresado por berberiscos. «Cuando vuelve a España después de ser redimido, hay una historia que es el retrato de Cervantes que hace Francisco Pacheco [maestro y suegro de Velázquez], que él mismo dice que lo había puesto en el cuadro 'San Pedro Nolasco embarca para redimir cautivos' y, efectivamente, ahí está la prueba».
Es el retrato que ilustra la portada del libro de Álvaro Espina, que correspondería con la imagen que tiene Cervantes a su vuelta de Argel. «Entonces vuelve a la Corte que está en Lisboa. Pero le mandarán en misión secreta como espía a Orán, donde están negociando un alto el fuego por conflictos varios. Esa plaza está hostigada por sus adversarios persas del este, y tampoco está documentado qué es lo que hizo, pero cuando vuelve de esta misión sí lo hace a Cartagena [en 1581]. Pero no pisa mucho, porque llega en galera y el galerero descarga y prácticamente se embarca de nuevo; se le encarga la misión de vigilar la plata y prácticamente tampoco puede moverse en Cartagena».
La configuración política de Italia se ha hecho, recuerda Espina, a base de usurpaciones y asedios de territorios. Los estados-país eran una especie de «todos contra todos», aunque acaban estabilizándose por el papel del papa. Una vez que en esta península se hace la paz los enfrentamientos se desplazarán hacia el Mediterráneo. «Esta etapa final del siglo XVI ya es más estable en ese aspecto, y las confrontaciones son las de Lepanto, que se librarán en el mar. Pero un periodo de paz como el que ha vivido el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial es un periodo que históricamente debe considerarse como excepcional, aunque nosotros lo consideremos el estado natural de las cosas. La historia indica que este tipo de objetivos tan arcaicos que plantea Putin [en Ucrania] nos recuerdan a otras épocas, las de esos príncipes ávidos de poder territorial, que son más bien estados patrimoniales relacionados con un monarca o una dinastía. Lo de Putin es completamente fuera de su tiempo histórico. Es lo que hay. La pandemia, la guerra y la inflación, que amenaza hambre, son como tres jinetes del Apocalipsis. Este mundo de Cervantes en el Mediterráneo y el Adriático es un contacto permanente con la belicosidad de unos y de otros», recuerda el cervantista gallego.
El Mediterráneo de las galeras frente al mundo marítimo de los galeones, ha sido estudiado muy bien por Álvaro Espina. Para mover las galeras se necesitaba «chusma», anota, «condenados, gente fuera de ley, que se dedican a capturar a gente para la esclavitud y para el remo. En el Imperio Otomano, que tiene una extensión gigantesca, cada anexión significa una oleada de galeotes, las chusmas de las galeras. Eso marca un mundo diferente, a lo que llega el predominio de la galera, porque la confrontación principal está en el Mediterráneo, al mundo de final del XVI, con la Gran Armada, del galeón».
¿Cómo celebra cada libro nuevo? «No queda mucho tiempo», asegura este antiguo profesor de Historia, Sociología y Estado del Bienestar en la Universidad Complutense de Madrid, que fue también funcionario de ministerios y consultor de organismos internacionales. «Necesito solo cierta descomprensión, leer y acumular...».
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