Retrato de estudio que María Moliner se hizo en 1922, en su primer destino, el Archivo de Simancas.

María Moliner en Murcia

Hace unos días se representó en el teatro Circo de Murcia 'El Diccionario', obra centrada en los últimos años y los recuerdos de María Moliner, autora «del diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana» (García Márquez). 

JUAN CARLOS ARGÜELLES

Viernes, 17 de junio 2016, 08:15

Hace unos días se representó en el teatro Circo de Murcia 'El Diccionario', obra centrada en los últimos años y los recuerdos de María Moliner, autora «del diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana» (García Márquez). Tanto la trama argumental, como la puesta en escena y la interpretación de los actores fueron de factura impecable; haciendo especial hincapié en la grave enfermedad neurodegenerativa que le aquejó fatalmente. Aunque la representación no lo recoge, es importante resaltar que la estancia de María Moliner en Murcia, acaecida entre 1924 y 1929, resultaría decisiva en su posterior trayectoria vital.

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En 2011, la responsable del archivo histórico de la UMU (Mª Isabel Segura) me mostró incidentalmente un acta de Filosofía y Letras, donde se acuerda el nombramiento como ayudante de Dña. María Moliner Ruiz, citando expresamente su condición de «representante del elemento femenino por primera vez en la Universidad de Murcia» (29.II.1924). 'La Verdad' lo recoge en un suelto «ofreciendo nuestra enhorabuena a tan culta joven» (2.III.1924). Posteriormente, el rector Loustau comunica que la interesada ha quedado posesionada. Sorprendidos por la trascendente noticia, iniciamos una búsqueda documental para trazar el periplo murciano de María Moliner. La síntesis de los pocos pero fundamentales datos obtenidos, sería la siguiente:

María Moliner llegó a Murcia acompañada de su madre procedente de Simancas, adscrita al Archivo de la Delegación de Hacienda. Parece que Murcia le agradó sobremanera, especialmente porque aquí conoció al que sería su marido: Fernando Ramón Ferrando, catedrático de Física Teórica (no de Física de la mente). Aunque contrajeron matrimonio en Sagunto, en Murcia nacieron sus dos primeros hijos vivos, Enrique y Fernando. Sin embargo, la sección de natalicios de 'La Verdad' (16.V.26) celebra que «ha dado a luz una preciosa niña María Moliner, esposa del catedrático de esta Universidad Fernando Ramón Les felicitamos». Esta hija primogénita falleció prematuramente. En 1929, el matrimonio Ramón-Moliner se traslada a Valencia, donde María se hizo cargo igualmente del Archivo de Hacienda.

Aunque al principio albergábamos ciertas dudas, se puede afirmar con razonable certeza que María Moliner fue la primera mujer con nombramiento de profesora (ayudante) de la UMU, si bien, su permanencia fue muy breve, inferior a un curso académico (la sustituyó su hermana Matilde). Gracias a la amabilidad de la secretaria (profesora López Alcaraz) y del jefe de negociado (Jiménez Cervantes) de la Facultad de Letras, pude localizar y fotocopiar un acta de 1924 correspondiente a los exámenes de Historia de España (curiosamente todos varones y todos aprobados) redactada y firmada manualmente por María Moliner, que acredita su participación directa en la docencia. Con estos modestos mimbres, elaboramos una pequeña monografía (ver nota) que mereció la entusiasta acogida del Prof. Díez de Revenga, quien auspició su publicación inmediata en la revista 'Murgetana'.

Lamentablemente, no disponemos de información complementaria sobre la estancia de María Moliner en Murcia. No hay constancia de su expediente docente en la UMU ni tampoco como archivera en Hacienda. La vida fue demasiado ingrata con la autora del prestigioso 'Diccionario'. María Moliner realizó una excelente labor como bibliotecaria durante la IIª República, participando en las Misiones Pedagógicas. En Valencia, el matrimonio colaboró activamente con la Escuela Cossío vinculada a la Institución Libre de Enseñanza.

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La guerra incivil truncó todos sus proyectos, sufriendo graves depuraciones políticas al finalizar la contienda. Así, su marido inhabilitado temporalmente fue trasladado a Murcia y luego a Salamanca, donde se jubilaría (1962). Por su parte, María fue depurada mediante retroceso en el escalafón del cuerpo de archiveros (sería rehabilitada en 1958). En 1946 pasó a dirigir la biblioteca de Ingenieros Industriales en Madrid, permaneciendo de forma ininterrumpida hasta su retiro (1970). Fue en esta etapa de plena madurez personal cuando María Moliner encontraría el tiempo y la concentración necesaria para acometer la enorme tarea a la que dedicaría el resto de su vida: El Diccionario. Todavía el destino le reservaba un último revés: en 1972 pudo convertirse en la primera mujer miembro de la Real Academia Española, pero tan venerable institución le cerró sus puertas. Según García Márquez, el desaire no le ofendió porque sentía terror a pronunciar grandilocuentes discursos de admisión, ella que en su vida «no había hecho otra cosa que zurcir calcetines».

A estas alturas, uno ya está curado de vanidades. Sin embargo, ahora que se proclama por doquier la vanagloria de haber contado con tan preclara figura como primera profesora de nuestra Universidad, permítannos expresar nuestro legítimo orgullo por esta contribución, que arroja la luz sobre su decisiva estancia en Murcia y los orígenes documentales de tal efemérides.

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