Tal vez, una de las características que nos define como humanos, diferentes a otras especies, sea la forma que tenemos de relacionarnos con los demás. ... Sobre todo, la manera en la que nos recluimos en nosotros mismos, nos apartamos de la manada, de la familia, de los amigos, de las multitudes, para encontrar un espacio propio, a veces liberador y a veces carcelario. Esta dualidad entre presencia y ausencia ha existido desde que el ser humano domina la naturaleza, pero es en el último siglo donde ha alcanzado categoría de epidemia. ¿Podemos vivir en soledad?
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'Mapa de soledades', publicado en Seix Barral y escrito por Juan Gómez Bárcena, elabora una exhaustiva radiografía literaria sobre la soledad y su impacto. El autor parte desde una vivencia personal, una lectura alargada en la geografía que le hace pasar de las páginas de un cuento de Horacio Quiroga a la vida misma, al viaje hacia las selvas de Misiones, Argentina, en busca del hogar del escritor, la cabaña con la que quiso despedirse del mundo y empezara vivir una vida solitaria. La mecha de la escritura se prende precisamente siguiendo la pista de un hombre solitario, que arrastra a su familia hacia otras soledades no elegidas, pesadas, decisivas en el trágico final.
Es la carta de presentación de un libro que combina las maneras ensayísticas sin perder nunca de vista el tono personal, tan importante en estos momentos. Me gusta llamar a este tipo de híbridos como «ensayos vivenciales». En este caso, Gómez Bárcena no renuncia a la exactitud en sus idas y venidas por la ficción. Analiza los casos de muchas personalidades a través de sus escritos, sus llamadas de auxilio, como si recogiese encima de su mesa la cartografía de decenas de hombres y mujeres que piden ayuda con retrospectiva, o que se dejan vencer en el silencio de sus desesperación. Es el caso de Sylvia Plath en la cocina de su casa, de Pedro Serrano en la isla en la que fue a parar tras su naufragio, de Emily Dickinson contemplando su jardín cada mañana y un sin fin de nombres que ayudan a escribir la historia universal de la soledad.
El autor parte de una prosa sencilla pero exhaustiva. Recorre la historia, desde el nomadismo prehistórico hasta los adolescentes de nuestro presente para abordar un sentimiento que en exceso devora la vida de la gente. Al tratar la soledad desde todos los puntos de vista posibles, Gómez Bárcena analiza los espacios en los que se produce. De ahí el carácter cartográfico de su libro.
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No hay rincón del planeta donde la soledad no esté presente, no se aparezca al ser humano en toda su inmensidad. Porque la soledad, entendemos, existe en relación con el ser humano, y es lo que el ser humano sufre ante su presencia. Teoriza sobre el desierto, la selva, las grandes ciudades y los pueblos pequeños. La soledad aparece en el océano, en las alturas, en el espacio exterior. Ha sido el combustible que ha compuesto grandes hechos de la historia y ahora acorrala a millones de personas en la insignificancia de sus hogares. La soledad rige nuestras pautas de comportamiento. Es justo que alguien realice una clase magistral para descubrir su anatomía.
Estamos ante un libro original, que se puede leer también como un diario vital. El autor se desplaza desde sus recuerdos de la infancia en Cantabria, los primeros años como estudiante en Madrid, las estancias en el extranjero a lo largo y ancho del mundo, hasta el apartamiento voluntario en el monasterio de Santa María de Huerta, en Soria. Es su presencia lo que hace de Mapa de soledades un libro original, único en su especie, que se gana la confianza del lector entre reflexiones que nunca pierden de vista la existencia del yo. Sucede con el caso de Ovidio y su exilio a Tomis.
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Gómez Bárcena combina la búsqueda de las huellas del poeta clásico pero lo acompaña de altas dosis de experiencia propia. El lector no solamente descubre los últimos años del autor de Las metamorfosis, sino el efecto que soledades pasadas crean en soledades presentes, con dos mil años de distancia.
Diferencia Gómez Bárcena entre soledad y solitud, término que rescata de su desuso, como si lo salvara de la soledad a la que le han condenado los hablantes al no utilizarlo. La solitud es la elección de estar solo, la felicidad que produce el silencio. Es una voluntad, un deseo, y no una circunstancia sobrevenida. También la acción de la literatura sirve para reparar soledades. Es lo que hace este libro que se eleva a la alta escritura y que consolida a un autor que no tiene miedo a innovar, porque sabe que la buena escritura está de su parte. El lector solitario se sentirá reconocido en sus páginas. El que huye de la soledad encontrará un manual de instrucciones hermoso para saber de sus efectos.
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