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Antonio Ortega
Sábado, 12 de abril 2025, 08:37
Cuenta Colson Whitehead que un día, mientras su esposa conducía, iba pensando en qué película ver esa noche. Decidió que verían 'Ocean's Eleven' (2001), de Steven Soderbergh, por enésima vez. Con Brad Pitt, Julia Roberts y George Clooney nada menos. Le gustaba tanto que pensó escribir una novela de atracos y que dicho director la dirigiese en el cine. Así nació la trilogía de Harlem, el Harlem Shuffle que radiografía la vida del barrio negro neoyorquino desde los años 60 a los 80. 'El ritmo de Harlem' (2023) es la primera novela. En ella relatan las desventuras de Ray Carney, vendedor de muebles en la calle 125, junto al mítico Teatro Apollo o el icónico Hotel Theresa, quien por la noche ejerce de atinado perista para bandas de delincuentes de Manhattan. Es el año 1965. La segunda es 'Manifiesto criminal'.
Antes, Colson Whitehead (Nueva York, 1969), había alcanzado la gloria literaria gracias de dos novelas de extrema dureza. 'El ferrocarril subterráneo' (2017), con el que obtuvo el Pulitzer, fue recomendado por Barack Obama y elegido por Oprah Winfrey para su club de lectura. Total, éxito rotundo y best sellers inmediato. Cora, una joven esclava de una plantación de Georgia, sufre vejaciones inaguantables y decide huir de la esclavitud a los estados del Norte en el imaginario ferrocarril que en el siglo XIX había llevado a los esclavos del Sur a la libertad del Norte o a Canadá. Una leyenda de su niñez que el autor pensaba que era cierta. La segunda es 'Los chicos de la Nickel' (2020), de nuevo premiado con el Pulitzer por esta novela en la que relata con crudeza la vida de los niños de un reformatorio en Florida que sufrieron abusos durante años. Whitehead denuncia el racismo instalado en todas las esferas de la sociedad norteamericana, especialmente el que la autoridad ejerce sobre ciudadanos indefensos. Él mismo decía en una entrevista reciente que «en Nueva York nunca sabes qué va a pasar con el policía con que te cruzas».
'Manifiesto criminal' continúa desarrollando la vida de Ray Carney en la década de los 70, ahora es el año 1976, integrado a medias en la vida social del barrio, va por fin al Club Dumas a conversar con respetados propietarios de negocios de la zona. Es un hombre próspero, sus preocupaciones son dónde colocar bien una butaca Egon de 1971 o el sofá de piel DeMarco, y familiar, Elisabeth, su mujer, trabaja con gran éxito en una agencia de viajes. Intenta alejarse de su turbio pasado, a pesar de que en las calles de Harlem se está librando una batalla feroz entre el autodenominado Ejército Negro de Liberación y la policía metropolitana. Y la alargada sombra de su padre Michael Carney siempre presente. Los orígenes, muchacho.
May, su hija adolescente, le pide entradas para ir al concierto de los Jackson 5 en el Madison Square Garden, pero no es fácil encontrarlas. La insistencia de la chica le lleva a pedirle el favor a Munson, un avinagrado policía con el que había realizado actividades ilícitas en años pretéritos. Claro, este le pide a cambio que le venda en el mercado negro un paquete de joyas robadas. Irá con su hija al concierto, pero tendrá que afrontar las consecuencias. Volver a patear las peligrosas calles de una ciudad en decadencia, llena de ladrones, hombres del hampa y policías corruptos.
Logra salir ileso de las trampas que le tendieron los que vieron cómo Ray volvía a territorios prohibidos, pero quedó cautivo de servidumbres de todo tipo, o sea, tuvo que aceptar que su tienda se convirtiese en escenario de una película, Nefertiti, dirigida por Zippo, su antiguo vendedor, ahora reconvertido en director de cine. Dos conflictos de golpe para Ray Carney. Su tienda hecha unos zorros, su sofá preferido en un rincón, su carísima mesa italiana llena de restos de bocadillos. Y la estrella de la película, Lucinda Cole, caprichosa y esquiva, continúa sin aparecer. Ray acompaña a Pepper por tugurios de poca monta y trata con personajes de los bajos fondos en busca de la actriz. Se ganan nuevos enemigos en el downtown y otra vez a salir huyendo y tratar de terminar la película.
El duelo definitivo para Ray Carney se juega en el Club Dumas, donde su esposa Elisabeth organiza un acto político para presentar al nuevo aspirante a la alcaldía de Nueva York, pasando por representante del distrito, Alexander Oakes, al que sigue como ayudante en su campaña electoral. Un viejo edificio de antiguos inquilinos en alquiler sufre un incendio pavoroso. Como muchos otros edificios de la zona. Los especuladores están por todas partes y tienen que contar con abogados, policías, políticos, aseguradoras y bandas organizadas. A Ray, el incendio le dejó el corazón como un guiñapo: el hijo de la señora Ruiz estaba dentro. Y se dispone a investigar ese suceso. Lo que descubre no le va a gustar a Elisabeth. Carney, Pepper y Oakes se citan en el Club Dumas. No va más. Traficantes, sicarios, especuladores, policías que hacen la vista gorda y políticos corruptos conforman un desmesurado fresco de la mítica ciudad, mientras las agencias de viaje venden su skyline como un paraíso apetitoso.
«Whitehead se está convirtiendo rápidamente en el Dickens de la vida de los afroamericanos estadounidenses», escribe Johanna Thomas-Corr en 'The Times'. Colson Whitehead puede encajar entre los novelistas que lucharon contra la esclavitud y el racismo, Toni Morrison, Chester Himes, Chimamanda Ngozi, por ejemplo, y los que se dedicaron al género noir y al policiaco, ya sea Raymond Carver o Richard Ford. Falta la tercera novela, llegarán los 80. Un colosal escáner de Harlem, el barrio que mide la temperatura delictiva de Nueva York. Y los ochenta fueron duros, muy duros.
Mientras, ha decidido dar clases para obtener el carné de conducir a sus 52 años, escucha al dúo Bob & Earl, relee a Toni Morrison y escribe una página al día. Ese es el plan.
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