'Ensayo general': la vida y sus complejidades
Milena Busquets nos pinta un cuadro francamente falso de liviandad y aparentes trivialidades. Las ropas, los perfumes, los baños en la piscina, en el mar. Parece una frivolidad francamente falsa. No lo es. La cotidianidad esconde decisiones trascendentales y un pasado que no regresará «ya no volveré a ser un animal salvaje paseando por la selva. Tampoco iré a Londres con mi madre, ni volveré a conocer a Grego y a Eric»
En 'Ensayo general' Milena regresa a su universo habitual. A las instantáneas de su vida que adoramos los mitómanos de la Literatura. En la obra ... reaparece la madre que nunca se va del todo, los hijos que crecen, el mar, Cadaqués, los editores y las editoriales, los libros, las amigas, los reproches del pasado. Los amores, los amantes, los ex. Busquets nos pinta un cuadro francamente falso de liviandad y aparentes trivialidades. Las ropas, los perfumes, los baños en la piscina, en el mar. Parece una frivolidad francamente falsa. No lo es. La cotidianidad esconde decisiones trascendentales y un pasado que no regresará «ya no volveré a ser un animal salvaje paseando por la selva. Tampoco iré a Londres con mi madre, ni volveré a conocer a Grego y a Eric».
Milena nos habla de su niñera Marisa y reflexiona sobre la feminidad y la maternidad. Nos cuenta estampas de los hippies, las copas de helado que se come con el abuelo y nos muestra una mujer aparentemente sola pero muy acompañada por los fantasmas del pasado, por los personajes insobornables e invencibles que conoció durante su juventud y niñez: «Camino con un ejército detrás de mí: un viejo con una tarta de manzana en la mano, una gorda encima de una moto tambaleante y una mujer con el pelo gris en medio de las olas».

Las contradicciones de la autora en este libro personalísimo -como lo es 'También esto pasará'- dan juego literario y llenan de sustancia y sentido sus reflexiones sobre los hombres: «El único tipo de elegancia que de verdad me importa es la elegancia de los héroes». O aquello de que para amar a un hombre no hay que esforzarse. Casi para todo lo demás, sí.
Los reencuentros con esos amores que no fueron en la sección de yogures del súper mercado nos regresan a la tierra y nos muestran a personas-personajes repletos de matices: «Él tenía un aspecto absolutamente normal, ni rico, ni pobre, nada intelectual, muy viril, con la misma mirada de seductor socarrón que ya tenía a los diez años, una mirada que mal administrada puede resultar ridícula o repugnante, pero que en su caso era perfecta, un hombre a través del cual se podía ver al niño».
Busquets nos da un apunte optimista sobre los trenes de la vida que si pasan y no los coges no pasa nada. No hay que dramatizar: «Me echaron de un montón de trenes, aprendí a bajarme de un salto, disimulando la vergüenza y el dolor. Hay trenes de los que me expulsaron gravemente herida, irreconocible (…). Hasta que un día me di cuenta de que perder el tren, los trenes que fueran, ya no me daba ningún miedo. Y entonces salí de la estación».
'Ensayo general' esconde reflexiones de hondura sobre la Literatura con mayúsculas, las bibliotecas y más de un divertimento relativo a los autores: «Los escritores sentimos como una ofensa personal que nuestro libro no esté en todas partes. En el fondo desearíamos que en las librerías solo hubiese un libro: el nuestro».
Los editores también aparecen retratados. Cómo no, aparece Esther Tusquets, la madre, que decía sobre sí misma que era una perezosa contrariada. «Tal vez por eso trabajaba tanto», concluye Milena. La figura del editor también es una madre esquiva que te quiere, pero no lo suficiente, según asegura la autora. En Ensayo general también vemos un mundo editorial que le disgusta. La mercantilización inevitable del arte: «Odiaba hacer promoción de los libros que amaba, sentía inmediatamente que se devaluaban, que perdían parte de su alma y de su misterio».
Esta autora, que nunca termina de tomarse en serio a sí misma, juega con las letras, sí. No olvida el sentido lúdico y estético de la lectura. En esa fragilidad aérea de la costa y los veranos, de pronto aparecen verdades contundentes y universales, que dan significado a la auténtica obra literaria, esa que es capaz de conmovernos, de tocar a los individuos, por pura identificación. Todos tenemos un pasado que no regresará. A todos nos embarga la nostalgia, añoramos a los familiares muertos y todos tenemos a esas personas que nos anudan a la vida, que nos atan para que no salgamos por los aires como la brisa del verano. Esto es lo que nos muestra Milena Busquets en su Ensayo general.
Esta obra es un simulacro de la vida real, repleta de escenarios fantásticos y reales pero que aterriza en el amor también con mayúsculas: «Ningún gesto de amor es final, una mano se posa sobre otra que se posa sobre otra que se posa sobre otra que se posa sobre alguien que ni siquiera ha nacido todavía, que no conocerá tu nombre, que no sabrá nada de tu paso por la tierra».
Acaso ese sea el gran poder de la literatura y su trascendencia.
«Hemos visto la muerte»
A Milena no le importa tanto dejar una obra completa como recomiendan los artistas muertos a una edad respetable. Lo que le importa es la vida y sus complejidades: «Hemos visto al tiempo pasar sobre todo lo que amamos, como un velo de ceniza, y hemos visto la muerte. Hemos visto el mar ¡el mar! Hemos visto elefantes. Hemos querido a algunas personas para siempre. Hemos odiado con torna nuestra alma. Hemos sido mucho mejores de lo que nada predecía. Lo hemos perdido todo y lo hemos tenido todo en la palma de la mano». Esta es la obra que le interesa a Milena. Sin reparo alguno en mezclar elefantes con ceniza, mares, odios y amores.
En este juego de Busquets, vemos una Milena humilde y con gran sentido del humor: «La gente se enamora de mi durante quince minutos y luego me odia durante quince años».
También retrata la humanidad que debería caracterizar a los grandes autores, como Javier Marías. Ella está al lado de los grandes, no de los mediocres que aseguraban no leer sus artículos para no coger manía a sus novelas, para concluir: «Yo tenía una amistad pendiente con Marías».
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