El escritor Diego Pita (California, 1972).

Diego Pita y la narrativa de la ligereza

Una desequilibrada protagonista toma por reales a las heroínas de las series de TV

Sábado, 10 de diciembre 2022, 10:16

Bauman habló de «modernidad líquida»; Vattimo, de «pensamiento débil»; Lyotard, de «la muerte de los metarrelatos» y Baudrillard de los «simulacros de la hiperrealidad» para ... referirse a un mismo fenómeno o a los efectos que ilustran este: la inconsistencia en las ideas, las conductas y las conciencias de nuestra época. Menos ambicioso que ellos, Gilles Lipovetsky aportó el matiz de «la ligereza», que no parece conceptualmente tan potente como las citadas acuñaciones verbales, pero que resulta quizá más adecuado y preciso para abordar la cuestión cuando es planteada en el ámbito de la creatividad narrativa y en términos de crítica literaria. La 'ligereza' de Lipovetsky resulta más útil y más exacta que el término 'light', con el que se aludía hace años a determinada vaporosidad y a un cierto 'no pasar nada' en las novelas de Tabucchi, Handke o Modiano, que estaban de vuelta de las grandes catedrales y cosmogonías narrativas que aspiraban a la ofrecernos una densa explicación del mundo.

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Es a esa 'ligereza' de estilo y de contenidos a la que nos remite 'Cecilia', la cuarta y recién publicada novela de Diego Pita. La protagonista, y propietaria de la voz narrativa que se dirige al lector en primera persona, es una española que ronda la cuarentena y que lleva siete años viviendo en París, los tres últimos con Rafaela, una camarera inmigrante de tez morena con la que mantiene una relación lésbica de pareja. Cecilia viaja a Madrid para hacer frente a la herencia de su padre, un escultor con el que ella no se entendió y que reunía todos los rasgos arquetípicos de un hombre pagado de sí mismo y de su faceta creativa, adinerado, bebedor, infiel en su matrimonio, putero, egoísta, etc. Dicho viaje le llevará a ajustar cuentas con una madre débil a la que no le perdona que no hubiera sabido protegerla del progenitor y que ahora se halla internada en una residencia, así como con un hermano que cada vez se siente más identificado con la figura paterna, hasta el punto de que vive en lo que fue su 'picadero', y que le propone un interesado reparto de los bienes que ella rechaza plenamente.

El libro

  • 'Cecilia' Diego Pita

  • Editorial: Tres Hermanas 96 páginas. Precio: 15,90 euros

Pero, más allá de ese litigio familiar, lo que tiene peso en la novela es el propio personaje femenino que le da título, las crisis mentales que padece y los episodios alucinatorios que le producen hasta el delirante extremo de entablar, durante días, una relación que toma por real con varias heroínas televisivas, en especial con Saga Norén, la inspectora con síndrome de Asperger que protagoniza la serie escandinava 'El puente' y a la que Cecilia convierte imaginariamente en una verdadera amiga. Es la manera natural en la que se describe esa disparatada relación con un ser ficticio uno de los grandes hallazgos del libro, así como los pasos que da Cecilia en los escenarios en los que transcurre la acción novelesca: primero en Madrid, donde tiene una pequeña aventura erótica con una turista francesa; luego en París, ya de regreso a su casa; después en Berlín, adonde acude a una improvisada sesión de terapia grupal en la que se encuentra con un antiguo compañero de estudios que resultará familiar a los lectores de Diego Pita.

Pero, sin duda, el mayor logro de esta novela breve, o 'nouvelle', es la textura del estilo narrativo con que el autor sabe recoger la deriva errante, zigzagueante y flotante de la mente de la protagonista, sus vaivenes por las capitales europeas o por las casas a las que se muda; esa 'ligereza' de la que hablaba Lipovetsky y que es algo más que un síntoma: un estado de ánimo y de percepción de la realidad que le lleva a tomar decisiones de las que no parece medir las consecuencias. Ciclotímica, voluble en los afectos, hipersensible unas veces y fría otras, Cecilia encarna muy bien el perfil de un grupo generacional de mediana edad que ha aprendido más a moverse por Europa que a resolver la propia vida de acuerdo con una escala cabal de intereses. Sus mismos trabajos inestables como profesora de Español o especialista en la industria audiovisual, sus contactos en las redes sociales o sus cambios de domicilio y de pareja, son aspectos ilustrativos de una provisionalidad existencial que ella parece no acusar, pero que está ahí latente, sin embargo, y que de pronto se resuelve de la más inesperada manera. Contribuyen a esa ligereza narrativa las alucinaciones que tienen una raíz en la cultura de consumo y que en 'He perdido los veranos', la primera novela de este autor, se traducían en la incapacidad de un escritor de sacar de su mente a un futbolista.

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