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Admirador de Goya.'Los fusilamientos del 3 de mayo' -copia hecha a partir del cuadro de Francisco de Goya- nos habla de una idea luminosa como fue la creación de las Misiones Pedagógicas tras la llegada de la República en 1931. Museo Ramón Gaya
Dos momentos cruciales de la historia con Gaya como testigo

Dos momentos cruciales de la historia con Gaya como testigo

'Los fusilamientos del 3 de mayo' y 'Retrato de Juan Gil-Albert', que se muestran temporalmente en el IVAM de Valencia, arrastran tras de sí un historial de vivencias únicas relacionadas con las Misiones Pedagógicas y la vergonzante Guerra Civil

Sábado, 3 de febrero 2024, 07:49

El IVAM de Valencia, uno de los museos pioneros de arte moderno en España, acoge desde el pasado 4 de octubre de 2023 dos obras prestadas por el Museo Ramón Gaya de Murcia, que forman parte de la exposición colectiva 'Popular'. 'Los fusilamientos del 3 de mayo' y 'Retrato de Juan Gil-Albert' son dos pinturas de Gaya que arrastran tras de sí un historial de vivencias únicas y que forman parte de dos capítulos trascendentales de nuestra historia: uno de los más bonitos y solidarios -como fueron las Misiones Pedagógicas-, junto a uno de los más horrendos y vergonzantes, la Guerra Civil.

'Los fusilamientos del 3 de mayo', copia hecha a partir del cuadro de Francisco de Goya, nos habla de una idea luminosa como fue la creación de las Misiones Pedagógicas tras la llegada de la República en 1931. Sus creadores soñaron acercar la cultura a los pueblos de una España rural y pobre. En pequeños camiones, en carro o en burro llevaban a las aldeas más remotas libros escogidos, teatro, charlas, marionetas, música, cine o pinturas. Esta obra la pintó Gaya con tan solo 23 años y con ella ganó el concurso convocado por Pedro Salinas para elegir a los tres pintores -que no copistas- encargados de hacer las 14 copias de algunos cuadros más representativos del Museo del Prado.

Para aldeas apartadas

Ramón Gaya fue el director del 'Museo Ambulante', un museo portátil, muy pequeñito y reducido. Un museo «muy pobre, pero, al fin, un Museo, no para los que han viajado […] sino para los que viven en aldeas apartadas donde no hay museos», en palabras de su fundador, el irrepetible Manuel Bartolomé Cossío, cuya pretensión era acercar desinteresadamente el patrimonio, sin aleccionar.

Ramón Gaya viajó con el Museo Ambulante mostrando los cuadros por los pueblos de una España desatendida que, aunque pobre, tenía pureza y autenticidad. Un trabajo remunerado que le permitía dedicar las mañanas a pintar y las tardes a dar charlas sobre pintura a unas gentes atentas, sin prejuicios.

En uno de esos viajes, en un pequeño pueblecito de Almería, Gaya conoció a Fe Sanz, quien más tarde se convertiría en su mujer y madre de su única hija, Alicia.

Sábanas blancas

Los locales elegidos para montar el museo circulante eran colegios, ayuntamientos o casinos (en una ocasión tuvieron que mostrar los Fusilamientos desde el balcón del Ayuntamiento de Pedraza, único lugar donde cabían). Era importante crear un ambiente agradable y acogedor: cubrían las paredes de los locales con sábanas blancas para que los cuadros lucieran, sonaba música clásica de fondo o decoraban con macetas, plantas y flores (lo mismo que ha querido recrear el comisario Pedro G. Romero en la exposición 'Popular' del IVAM).

1. 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos', obra realizada por Gaya en 1937. 2 y 3. En abril el Museo Gaya solicitó la colaboración del Taller de Restauración de Papel del Archivo General para extraer y restaurar una etiqueta que se acababa de localizar en la parte posterior (adherida entre el bastidor y el lienzo) de 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos'. La etiqueta acredita que la pintura se trasladó al Pabellón que la República española tuvo en la Exposición Internacional de París de ese año, donde se expuso el icónico 'Guernica' de Picasso, pintado también para la ocasión. Una vez despegado y restaurado el documento por Esther Marcos Matilla, restauradora del Archivo General de la Región, dirigido por Javier Castillo, se devolvió al Museo, con su informe técnico y en un estuche de conservación Ramón Gaya
Imagen principal - 1. 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos', obra realizada por Gaya en 1937. 2 y 3. En abril el Museo Gaya solicitó la colaboración del Taller de Restauración de Papel del Archivo General para extraer y restaurar una etiqueta que se acababa de localizar en la parte posterior (adherida entre el bastidor y el lienzo) de 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos'. La etiqueta acredita que la pintura se trasladó al Pabellón que la República española tuvo en la Exposición Internacional de París de ese año, donde se expuso el icónico 'Guernica' de Picasso, pintado también para la ocasión. Una vez despegado y restaurado el documento por Esther Marcos Matilla, restauradora del Archivo General de la Región, dirigido por Javier Castillo, se devolvió al Museo, con su informe técnico y en un estuche de conservación
Imagen secundaria 1 - 1. 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos', obra realizada por Gaya en 1937. 2 y 3. En abril el Museo Gaya solicitó la colaboración del Taller de Restauración de Papel del Archivo General para extraer y restaurar una etiqueta que se acababa de localizar en la parte posterior (adherida entre el bastidor y el lienzo) de 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos'. La etiqueta acredita que la pintura se trasladó al Pabellón que la República española tuvo en la Exposición Internacional de París de ese año, donde se expuso el icónico 'Guernica' de Picasso, pintado también para la ocasión. Una vez despegado y restaurado el documento por Esther Marcos Matilla, restauradora del Archivo General de la Región, dirigido por Javier Castillo, se devolvió al Museo, con su informe técnico y en un estuche de conservación
Imagen secundaria 2 - 1. 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos', obra realizada por Gaya en 1937. 2 y 3. En abril el Museo Gaya solicitó la colaboración del Taller de Restauración de Papel del Archivo General para extraer y restaurar una etiqueta que se acababa de localizar en la parte posterior (adherida entre el bastidor y el lienzo) de 'Retrato de Gil-Albert. Palabras para los muertos'. La etiqueta acredita que la pintura se trasladó al Pabellón que la República española tuvo en la Exposición Internacional de París de ese año, donde se expuso el icónico 'Guernica' de Picasso, pintado también para la ocasión. Una vez despegado y restaurado el documento por Esther Marcos Matilla, restauradora del Archivo General de la Región, dirigido por Javier Castillo, se devolvió al Museo, con su informe técnico y en un estuche de conservación

La llegada de los misioneros era todo un acontecimiento inédito y por lo general eran recibidos con franca alegría. Hay fotografías que muestran las caras de ilusión de los niños viendo el cine o visitando el Museo… Luis Cernuda, otro ilustre misionero, decía: «Siempre me sorprendía la limpidez de los ojos infantiles. Tenían brillo y vivacidad».

Desgraciadamente, el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 -que daba inicio a la Guerra Civil- interrumpió este maravilloso proyecto de llevar la cultura al mundo rural.

El segundo cuadro de Ramón Gaya expuesto en el IVAM, 'Retrato de Juan Gil-Albert', se vio en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París en 1937. El Gobierno republicano quiso mostrar al mundo la dura realidad del momento, el horror y el sufrimiento del pueblo español, su drama. Había artistas consagrados como Picasso con su famoso 'Guernica', Calder, Miró o Julio González. También jóvenes artistas como los murcianos Juan Bonafé, Pedro Flores y Ramón Gaya, quien expuso tres obras.

Ramón Gaya pintó este retrato del poeta en Valencia, ciudad a la que se trasladó desde Madrid junto a su mujer, huyendo de la guerra. Juan Gil-Albert los acogió en su casa, lugar donde nació uno de los proyectos intelectuales de gran envergadura del siglo pasado: la revista 'Hora de España' y en la que muchos de sus participantes fueron misioneros. «Tal vez el fruto más maduro de unos años difíciles y tristes. La revista de los hombres de buena voluntad, como habría dicho Antonio Machado, la revista que sirvió de casa al viejo y cansado poeta sevillano, a Alberti, a Bergamín, a María Zambrano, a Gil-Albert, a Cernuda, a Altolaguirre, a un Ramón Gaya que dibuja sus viñetas y publica sus críticas independientes y sus versos...», nos dirá Andrés Trapiello en 'Las armas y las letras'.

Se trataba de no interrumpir la cultura en esos tiempos bárbaros, de vergüenza humana.

Picasso y su 'Guernica', Calder, Miró o Julio González participaron en la Expo de París de 1937 con Bonafé, Flores y Gaya, quien expuso tres obras

Una sorpresa

Este retrato de Juan Gil-Albert guardaba una sorpresa en su reverso: una etiqueta adherida entre el lienzo y el bastidor que certificaba su paso por el Pabellón Español en París. Casi 90 años después -y gracias al impagable trabajo del Archivo General de la Región de Murcia que dirige Javier Castillo y, especialmente, de Esther Marcos Matilla, restauradora de la institución- la etiqueta pudo extraerse para su restauración antes de que el cuadro viajara al IVAM de Valencia para formar parte de una compleja muestra que reúne en torno a 1.500 piezas de 300 artistas y que puede visitarse hasta el mes de abril.

En el IVAM de Valencia encontramos, además de los dos cuadros de los que hemos señalado, la espléndida copia del 'Sueño de Jacob' de Ribera, también de Ramón Gaya, que pertenece al madrileño Instituto Ramiro de Maetzu.

Decía el pintor murciano que «la labor cultural me gusta si se hace así, me gusta si se hace sin imponer nada. Es decir, sin 'misionear'». Tal vez hoy en día sería impensable una idea tan excelente como fue la de las Misiones. Demasiadas distracciones nos separan de la vida. Estamos más atentos a la actualidad que a la realidad.

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