El investigador principal del proyecto, Antonio Lax Pérez, en el laboratorio. UMU

Un fármaco para curar el corazón dañado en la lucha contra el cáncer

El gobierno reginal financia, a través de la Fundación Séneca, una investigación de la UMU y el IMIB «que podría cambiar el paradigma de la cardio-oncología»

Sábado, 8 de febrero 2025, 07:52

Las batallas más duras precisan de las armas más fuertes. La que se libra en nuestro cuerpo cuando ataca el cáncer encuentra remedio con la quimioterapia, un agresivo tratamiento farmacológico que ataca a las células cancerígenas, pero con daños colaterales para las sanas. El intenso combate se salda en ocasiones con consecuencias serias para el corazón, y ahí es donde ha puesto el microscopio el grupo de investigadores de distintas disciplinas encabezados por el doctor de la Universidad de Murcia (UMU) Antonio Manuel Lax Pérez en un proyecto financiado por la Fundación Séneca (Consejería de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor).

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La iniciativa, titulada 'Nueva estrategia terapéutica frente a la cardiotoxicidad por antraciclinas: hacia una quimioterapia combinada con antimiR-106b', «se centra en desarrollar un tratamiento innovador para prevenir el daño cardíaco que sufren pacientes con cáncer que son tratados con quimioterapia basada en el uso de antraciclinas como la doxorrubicina», resume el especialista, contratado dentro del prestigioso programa Ramón y Cajal.

El doctor Lax Pérez detalla que durante el proyecto, que arrancó en 2023, ya han logrado identificar «una diana terapéutica clave en los mecanismos que desencadenan la cardiotoxicidad inducida por la doxorrubicina», una antraciclina (es decir, un medicamento contra el cáncer) empleada en algunos tratamientos de quimioterapia. De hecho, la doxorrubicina es un fármaco ampliamente utilizado en estos procesos.

El hallazgo, relata el investigador, «nos permitió diseñar y desarrollar una solución terapéutica innovadora». Básicamente, se trata de un fármaco con la virtud de «prevenir el deterioro de la función cardíaca sin comprometer la eficacia del tratamiento quimioterapéutico». El nuevo medicamento, que ya ha sido patentado por Lax Pérez junto a los doctores Domingo Pascual Figal, jefe de Cardiología del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, y María del Carmen Asensio, investigadora de la empresa Biocardio, «actualmente se encuentra en fases nacionales de protección intelectual». Biocardio, nacida al amparo de la UMU y con Lax Pérez y Pascual Figal como promotores, ya trabaja con el nuevo fármaco «con el objetivo de acelerar su desarrollo y facilitar su futura traslación a la práctica clínica».

La hoja de ruta programada «contempla un plazo de tres años para completar la fase preclínica y validar el fármaco en modelos experimentales que tenemos establecido en mi laboratorio de la Universidad de Murcia», concreta el doctor. Después, continúa, «tengo previsto pedir financiación para el desarrollo de una prueba de concepto, un paso fundamental antes de iniciar ensayos clínicos en pacientes».

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El impacto del proyecto puede ser notable. «Si logramos trasladar nuestra estrategia a la clínica, podríamos mejorar la calidad de vida del paciente sometido a quimioterapia», apunta Lax antes de precisar que su propuesta de fármaco «puede disminuir el daño cardíaco asociado al tratamiento oncológico y además sin afectar a la capacidad funcional del propio tratamiento».

En palabras de su investigador principal, «este proyecto es mucho más que una investigación experimental». Lax afirma que el desarrollo que llevan entre manos, en el que participan la UMU y el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB-Pascual Parrilla), «no solo tiene el potencial de transformar la forma en que tratamos el daño cardíaco en pacientes oncológicos, sino que podría cambiar el paradigma de la cardio-oncología».

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«Si logramos validar el fármaco 'antimiR-106b' en el laboratorio», explica el doctor citando el nuevo medicamento, «estaríamos ante un avance significativo que podría ofrecer a miles de personas la posibilidad de recibir quimioterapia sin poner en riesgo su función cardíaca». De este modo, «no solo mejoraría la calidad de vida de los pacientes, sino que también ampliaría las opciones de tratamiento». Antonio Manuel Lax abunda en que, si el proyecto tiene éxito, acabará «permitiendo que muchos más puedan beneficiarse de terapias oncológicas eficaces sin temor a los efectos secundarios cardiovasculares a largo plazo».

De izquierda a derecha los investigadores María del Carmen Asensio López, Silvia Pascual Oliver, Miriam Ruiz Ballester, Carmen Sánchez, Álvaro Hernández, Alejandro Riquelme, Antonio Lax y Domingo Pascual. cEDIDA

«Más allá del laboratorio»

El reto se ajusta al empeño que expresan sus desarrolladores en una visión de la ciencia «que va más allá del laboratorio y se traduce en soluciones terapéuticas reales que pueden cambiar vidas». Lax insiste en el compromiso, que su equipo comparte, «con la idea de que la investigación científica tiene el poder de transformar la realidad de los pacientes, de llevar el conocimiento generado en el laboratorio directamente a su cuidado y bienestar».

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«Estamos trabajando juntos con un propósito común: mejorar la vida de los pacientes y ofrecer nuevas oportunidades en un área que necesita urgentemente soluciones efectivas», sintetiza el investigador del Ramón y Cajal sobre el sentido de una investigación que «representa un paso fundamental hacia una terapia innovadora para la disfunción ventricular inducida por quimioterapia con antraciclina».

El potencial de cambiar un paradigma

«La cardiotoxicidad por antraciclinas», es decir: el daño en el corazón de algunos tratamientos de quimioterapia contra el cáncer, en palabras del investigador de la UMU Antonio Manuel Lax, «representa un desafío médico de gran relevancia». Afortunadamente, gracias a la ciencia, muchos pacientes superan el cáncer en la actualidad, pero con la contrapartida, en muchos casos, de secuelas cardíacas irreversibles que comprometen su calidad de vida y aumentan su riesgo de insuficiencia cardíaca a largo plazo. Esta situación pone de manifiesto la necesidad urgente de estrategias cardioprotectoras que no interfieran con la eficacia del tratamiento oncológico, afirma el especialista, al frente de un equipo de profesionales cuyos descubrimientos han abierto la puerta «al desarrollo de una estrategia capaz de prevenir el daño miocárdico desde su origen, con el potencial de cambiar el paradigma en la protección cardiovascular de pacientes oncológicos».

En la actualidad, «la disfunción cardíaca inducida por la quimioterapia y la insuficiencia cardíaca sintomática, tanto en niños como en adultos, se tratan según las directrices generales de cardiología para la insuficiencia cardíaca», explica el doctor del departamento de Medicina de la UMU. «Sin embargo, faltan pruebas que respalden el uso de estos tratamientos convencionales», lamenta, «y mucho menos la prevención de la insuficiencia cardíaca causada por la cardiotoxicidad inducida por la quimioterapia». Las estrategias de prevención son limitadas, y los tratamientos citados suelen mostrar resultados contradictorios y efectos colaterales, advierte. De ahí la necesidad de abundar en investigaciones como la que Lax lidera.

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