Aunque las vacunas ya son una realidad y nos van a permitir minimizar drásticamente los contagios en los próximos meses, los efectos que la infección por Covid-19 está teniendo para la supervivencia y la calidad de vida en la ciudadanía están siendo devastadores.
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Si nos centramos solo en la Región de Murcia, según el último informe epidemiológico disponible, desde el 10 de mayo de 2020 se han diagnosticado 111.269 casos confirmados. Aproximadamente el 8% de los pacientes Covid-19 terminan ingresados en hospitales, de los cuales el 11% (es decir el 0,8% del total de los enfermos) requieren cuidados intensivos en nuestras UCI. Como cifra más dramática, desde el inicio de la pandemia, en la Región de Murcia se está registrando una tasa de fallecimiento del 1.3%, lo que significa a día 14 de mayo de 2021, un total de 1.597 decesos.
Pero además de estas cifras, existen otras que son menos conocidas por la mayoría de los ciudadanos, no porque se nos quieran ocultar, sino porque sencillamente hay todavía muy pocas evidencias científicas al respecto. Ocurre, por ejemplo, con la durabilidad de los síntomas asociados a esta enfermedad. Aunque la mayoría de los pacientes con enfermedad leve, dejan de tener síntomas asociados a la Covid-19 tras las dos semanas de la infección, entre el 10 y el 20% de los enfermos Covid continúan teniendo síntomas pasados los tres meses desde el positivo. Según los datos más recientes obtenidos en Reunido Unido, el 13% de los pacientes Covid-19 presentaban persistencia de los síntomas más allá de las 12 semanas tras el positivo.
Las secuelas que más frecuentemente presentan estos pacientes son malestar general, fatiga, dificultad respiratoria, dolor de cabeza, dolor de articulaciones o muscular, pérdida de memoria, cambios de humor, insomnio y dificultades neurocognitivas. A esté síndrome se le conoce como post-Covid-19 (Covid-19 Persistente o Long Covid, en inglés) y está teniendo un impacto dramático sobre la calidad de vida y la salud física y mental de los afectados.
Fuera del contexto de la Covid-19, en los últimos 40 años se ha podido demostrar que un plan de ejercicio físico individualizado y supervisado, en colaboración, por supuesto, con la medicina moderna y la farmacología, es la herramienta preventiva y curativa más eficaz, y sobre todo más eficiente, que tenemos a nuestro alcance para la promoción de la salud pública. Concretamente, estudios recientes sugieren que, por cada euro invertido en deporte y ejercicio físico, se pueden llegar a ahorrar entre 5 y 10 euros de atención sanitaria.
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En este sentido, durante las últimas décadas y en multitud de proyectos de investigación se han experimentado y probado como efectivos un gran número de programas de ejercicio físico para prevenir y contrarrestar los efectos de numerosas patologías como la diabetes, la obesidad, cardiopatías, síndrome metabólico, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, o la fragilidad asociada a la senectud. En concreto, los síntomas persistentes de la Covid-19 están teniendo un fuerte impacto en la reducción del rendimiento profesional y académico. Ya se cuentan por miles las bajas laborales, y existe un incremento radical del gasto sanitario asociado a esta enfermedad, incluso una vez finalizada su fase aguda.
Con todos esos datos sobre la mesa, el investigador principal del Grupo 'Human Performance and Sports Science' de la Universidad de Murcia, Jesús García Pallarés, ha puesto en marcha el proyecto RECOVE, «un novedoso proyecto a nivel internacional que pretende encontrar la dosis de ejercicio óptimo para colaborar en la recuperación definitiva de estos pacientes con Covid-19 persistente. Estimamos que solo en la Región de Murcia a finales de 2020 se han podido producir un total de 10.000 afectados por este síndrome».
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Una vez terminadas las valoraciones iniciales de cardiología (eco-cardio y ECG), espirometría, bioquímica, así como un gran número de pruebas físicas y psicológicas específicas, el equipo se encuentra inmerso actualmente en la primera fase de entrenamiento de un grupo de 30 pacientes que han reunido los criterios de inclusión. «Los entrenamientos se están desarrollando con normalidad en las instalaciones de los Campus de San Javier y de Espinardo de la Universidad de Murcia, donde contamos con todos los recursos e infraestructuras necesarios para abordar con la máxima calidad y seguridad los objetivos del proyecto», según García Pallarés.
Estos pacientes de Covid-19 Persistente realizarán durante 8 semanas un programa de ejercicio multicomponente con sesiones combinadas de entrenamiento de la fuerza y la resistencia cardiorrespiratoria que se han mostrado efectivos previamente en otras muchas patologías, pero que en este caso dosificamos e individualizamos en cada paciente gracias a la implantación de la más avanzada tecnología de monitorización y control del ejercicio físico.
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Asegura el responsable del proyecto que «dada la enorme incidencia de esta afección en la población, y especialmente debido a la más que previsible avalancha de afectados con 'Long Covid-19' que se infectaron en la tercera ola durante los meses de enero y febrero de 2021 en España, ya tenemos organizadas y previstas la incorporación de más participantes y nuevas combinaciones de ejercicio para los meses de junio y septiembre de 2021».
Con las primeras entrevistas a los participantes del proyecto RECOVE han detectado que un porcentaje notable de estos pacientes presentan importantes secuelas, sobre todo a nivel cardiológico, como inflamación de las cubiertas del corazón, un ritmo cardiaco anormalmente bajo, o incluso alteraciones de la tensión arterial.
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«En estos primeros meses de intervención hemos aprendido que, antes de considerar a estos pacientes como Covid-19 Persistente, hay que descartarles otras consecuencias de la infección. También nos hemos dado cuenta de que las restricciones de la movilidad, debido a las exigencias de confinamiento domiciliario, o por los efectos de la propia infección en sus primeros momentos, ha supuesto un descenso llamativo del nivel de actividad física de estas personas. Cuando les realizamos un test de esfuerzo en bicicleta observamos que han perdido condición física, se han deshabituado, y ahora no son capaces de realizar esfuerzos y tareas cotidianas que antes consideraban sencillas y livianas», dice García Pallarés.
Además, el relato personal de estos pacientes suele ser demoledor. La intensidad de las secuelas y el impacto en su percepción de la calidad de vida, las limitaciones a la misma, el elevado número de bajas laborales y el empobrecimiento económico y social, han tenido un claro efecto sobre su salud mental y emocional, abocando a muchos de estos pacientes a tratamientos farmacológicos.
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Si bien no todavía no se han constatado los efectos del programa completo, «sí es palpable desde las primeras semanas de intervención la mejoría anímica de los participantes», apunta el investigador de la Universidad de Murcia. «Se percibe también una mejora de las limitaciones físicas y de la autonomía de todos los participantes, que se reafirma en las entrevistas que tenemos con cada uno de ellos en el día a día. En breve dispondremos de las primeras valoraciones y esperamos poder confirmar objetivamente estos hallazgos, lo que nos permitirá generar una recomendación explícita del programa de intervención para el tratamiento del Covid Persistente a través del ejercicio físico, que pueda a su vez implantarse en todos los centros deportivos públicos y privados», añade.
Para la consecución de los objetivos de este proyecto, el grupo de la UMU cuenta con un equipo multidisplinar de más de 20 profesionales que permite abordar la pregunta de estudio desde una perspectiva también global y multifactorial. Así pues, participan médicos especialistas en infecciones, cardiología, medicina interna, fisioterapeutas, psicólogos y, por supuesto, educadores físico- deportivos. En concreto, la responsable de garantizar la seguridad y la salud de todos los participantes antes y durante la intervención son la Dra. Amaya Jimeno, especialista en Medicina Interna y Enfermedades infecciosas del Hospital Universitario Santa Lucía de Cartagena, actualmente en la Coordinación del Proyecto IRAS-PROA del SMS; y el profesor de la Universidad de Murcia Javier Courel, especialista en la dosificación del entrenamiento para la promoción de la salud, es el responsable del control, individualización y supervisión del programa de entrenamiento de todos los pacientes Covid-19 Persistente.
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Además del equipo humano y de infraestructuras que aporta la Universidad de Murcia para liderar este proyecto, destaca el apoyo técnico y económico que han proporcionado dos empresas claves del sector sanitario en la Región de Murcia: Centro Médico Virgen de la Caridad y Clínica Cardiosalus. «Estas dos instituciones vienen confiando en la Universidad de Murcia y en nuestro Grupo de Investigación durante los últimos años para múltiples proyectos de ejercicio físico, y de nuevo vuelven a apostar decididamente por el potencial que tiene el deporte correctamente dosificado como un vehículo indispensable de promoción de la salud pública», indica Jesús García.
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