Ciencia y Humanidades
LA COLUMNA DE LA ACADEMIA ·
JOSÉ ORIHUELA CALATAYUD
Lunes, 13 de enero 2020, 22:35
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LA COLUMNA DE LA ACADEMIA ·
JOSÉ ORIHUELA CALATAYUD
Lunes, 13 de enero 2020, 22:35
En 2011 Mario Vargas Llosa visitó Murcia y nos decía: «Yo organizo enteramente mi vida en función del trabajo de escribir... y en un momento determinado tengo la sensación de que todo lo que hago, incluso la cosa más tonta (comer, contar chistes con alguien) ... todo eso se lo traga, lo devora esa especie de gran ballena que se alimenta de todo lo que pasa para la historia que estoy tratando de contar... Es la sensación de dependencia total, de entrega total a esa fuerza devoradora que es escribir una historia a partir de un determinado momento».
Defiendo hoy aquí un mestizaje trascendente: aquel que implica la reunión de dos culturas que deberían encontrarse unidas, pero que desgraciadamente no lo están: la «cultura humanística» y la «cultura científica», generando el problema de las «dos culturas», el cómo la vida intelectual de nuestra sociedad occidental se divide cada vez más en dos grupos... Los intelectuales literarios en un polo, y en el otro, los científicos, existiendo entre ellos un golfo de mutua incomprensión, en ocasiones de hostilidad y antipatía, pero sobre todo, de falta de entendimiento, como analizaba Charles Snow en una conferencia en Cambridge (1959).
Leyendo a Vargas Llosa y su proceso creativo, no parece haber diferencia alguna con el correspondiente proceder de un investigador puro tratando de desentrañar la verdad al borde del conocimiento. El trabajo, tal y como lo describe Vargas Llosa, es completamente similar al del científico. Reconozcamos pues a los narradores excelentes como los proveedores de investigación básica en Humanidades, a la espera de los especialistas que vendrán después a estudiar sus obras en una investigación claramente más aplicada. Aunemos así Ciencia y Humanidades, lo que sin duda nos traerá sazonados frutos de cara al porvenir como el profesor Victorino Polo nos reconocía en su 'Atalaya del Tiempo', en este mismo diario el 6 de febrero de 2016.
Cultivemos el arte de enseñar la ciencia con pasión y entrega, tratemos de conmover con ella siguiendo a Carl Sagan: «En una vida corta e incierta, parece cruel hacer algo que pueda privar a la gente del consuelo de la fe cuando la ciencia no puede remediar su angustia. Los que no pueden soportar la carga de la ciencia son libres de ignorar sus preceptos. Pero no puede servirse la ciencia en porciones, aplicándola donde nos da seguridad e ignorándola donde nos amenaza... porque no somos bastante sabios para hacerlo».
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