La tecnología es ubicua, la encontramos en todas partes,en todo tiempo y lugar. Una buena pregunta es el interrogante sobre la tecnología presente en una obra, aparentemente tan lejana a ese tipo de usos, como es el Quijote. Y todavía más intrigante es zambullirnos ... en este interrogante de la mano de la Inteligencia Artificial. Pudiera ser una irreverencia, pero vamos a hacerlo. El Quijote es una obra que se desarrolla en el siglo XVII, tiempo en el que no se disfrutaba de tecnología avanzada, pero otra cosa es que no incluya tecnología de la época. Un caballero, Don Quijote, pierde la cordura y decide convertirse en caballero andante. Aventuras, desafíos, pero emplea herramientas y piezas de la época: armas y armadura, obsoletas, pero tecnología militar del momento; los Molinos de viento, que era la tecnología de moler el grano;la imprenta, que es la tecnología con la que se imprimió y contribuyó al cambio de la sociedad impulsando la cultura de la época. La equitación y cuidado de los caballos, como Rocinante, fue una pieza vital del personaje. No es tecnología moderna, pero lo es de la época. Se refieren herramientas agrícolas, como azadas, arados, carretas. En la segunda parte se menciona la aventura en un barco encantado, que fue una simple barca; tecnología médica, como es la sangría, como forma legítima del médico; tecnología de construcción, concretada en posadas, castillos, rudimentarias para hoy, pero auténticas tecnologías; tecnología textil, en los telares y agujas de coser que se dan en los contextos de personajes que hilan o cosen. Sin olvidar la propia tecnología de la literatura que explora Cervantes con narrativas que exploran expectativas del lector y aspectos de la ficción. Todo ello resulta creativo. Se citan instrumentos de navegación, la galera, técnicas de asedio y defensa, estrategia de batallas. En suma, tecnología de escritura y lectura, también tecnología culinaria, con ollas de hierro para la cocción y molinos para hacer harina; encurtidos y formas de conservar alimentos; mapas, cartografía, tecnología de carruajes o para el envío de mensajes.

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Es razonable plantearse qué podría hacer la Inteligencia Artificial con el Quijote. La respuesta puedes ser de tipo técnico, como un análisis de texto, una traducción, generar un audiolibro, o ayudar a comprender el texto a los estudiantes. Y algo más, como es escribir un texto sobre una morcilla con el estilo del Quijote. Lo hemos ensayado y ésta es la respuesta de CHAT GPT4:

«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, rocín flaco y galgo corredor. El señor había enviado a su fiel escudero, Sancho Panza, a buscar provisiones para la casa.

Después de mucho pasear y regatear en el mercado, Sancho volvió a la casa, llevando consigo una gran morcilla, tan negra como la noche más oscura y tan robusta como el brazo de un buen labrador. En su mano, la morcilla parecía una obra de arte, una maravilla de la culinaria, creada por la mano maestra de algún cocinero sabio y experto en los secretos de la carne y la sangre.

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El buen Sancho, aunque no era ningún gourmet, no pudo evitar que se le hiciera la boca agua al mirar la morcilla. La había comprado pensando en su señor, el hidalgo, pero ahora sentía la tentación de quedársela para sí mismo. Después de todo, había trabajado duro para ganar su sustento, ¿no se merecía un pequeño regalo?

Pero entonces recordó las palabras de su amo: «Sancho, en el caballero andante debe reinar siempre la virtud y la honorabilidad, y el acto de dar es más noble que el de recibir». Inspirado por estas palabras, Sancho decidió que llevaría la morcilla a su amo.

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Cuando el hidalgo vio la morcilla, sus ojos se iluminaron. «¡Qué generosidad, Sancho!» exclamó, «Verdaderamente, eres el escudero más leal que un caballero podría desear». Y, sin más preámbulos, partió la morcilla y la cocinó en una sartén sobre el fuego, llenando la casa con un aroma rico y delicioso.

Aquel día, el hidalgo y Sancho compartieron la morcilla, disfrutando de cada bocado. Y en medio de aquella humilde comida, ambos entendieron que, aunque las aventuras y las hazañas eran emocionantes, las verdaderas alegrías de la vida a menudo se encontraban en los momentos más sencillos, como el compartir una buena morcilla entre amigos».

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