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Diego Romero, en el laboratorio.

En busca de alternativas a la experimentación con animales

En su intención por conseguir que el número de animales empleados en experimentación sea lo más reducido posible, la ciencia cuenta con la posibilidad de utilizar modelos alternativos de experimentación. 

M. J. M

Viernes, 17 de junio 2016, 07:57

Administración e instituciones investigadoras promueven técnicas científicas que lleguen a los mismos resultados por otras vías

En su intención por conseguir que el número de animales empleados en experimentación sea lo más reducido posible, la ciencia cuenta con la posibilidad de utilizar modelos alternativos de experimentación. Se trata de un grupo de técnicas, herramientas o metodologías que lo que pretenden es que, de alguna manera, se utilicen menos animales en la experimentación y que los que se utilicen lo sean de forma más eficaz y siempre teniendo en un cuenta el bienestar del animal, independientemente de la especie de que se trate. En definitiva, cumplir con la regla de las tres erres (reducción, reemplazo y refinamiento). El empleo de animales vertebrados y con sistemas nerviosos complejos se encuentra regulado por una estricta legislación, mientras que son los organismos más simples los que quedan exentos del cumplimiento de esta normativa y, por tanto, con los que es, a priori, más sencillo trabajar. «Los métodos alternativos más utilizados son los modelos 'in vitro'», explica Diego Romero, profesor de Toxicología de la Universidad de Murcia. En concreto, los más usados son los basados en cultivo de tejidos o células. Gracias a ellos se consigue una aproximación científica en el laboratorio para posteriormente trasladar las pruebas a modelos más complejos, como los animales.

«El hecho de que los procedimientos primero se hayan probado mediante modelos 'in vitro' conlleva la obtención de unos resultados que son los que se deberían haber conseguido sobre animales de experimentación. El uso de estos modelos, pues, hace posible que se emplee un número menor de animales, ya que se persigue la obtención de datos específicos y no tanto de ensayo-error», asegura Romero.

A pesar de que los modelos alternativos están cada vez más perfeccionados, el profesor indica que «la experimentación con animales es inevitable, dado que cuando se lleva a cabo una prueba sobre cultivos celulares, por ejemplo, se está trabajando con una parte muy concreta del organismo, pero de manera aislada, es decir, sin la interacción del resto del ser vivo».

Explica que «no hay que olvidar que tanto los animales como los seres humanos son organismos complejos y su correcto funcionamiento depende de la interacción de múltiples factores, por lo que cualquier estudio de modo aislado puede aportar datos incompletos, ya que no se están teniendo en cuenta las respuestas del resto de células, del sistema inmunitario u hormonal, por ejemplo».

Donde estriba la importancia y dificultad de trasladar los resultados obtenidos en modelos alternativos a modelos animales complejos es en el hecho de poder comprobar que los datos obtenidos son reales también cuando entran en juego todos los factores implicados. No obstante, para que un modelo alternativo de experimentación pueda ser reconocido por la comunidad científica debe haber sido validado previamente, lo que significa que su eficacia debe ser comprobada en varios laboratorios, sometido a paneles de expertos y que se haya demostrado una repetitividad. Si finalmente se reconoce que la información que se obtiene es la misma que si las pruebas se llevaran a cabo en animales, entonces se puede afirmar que funciona y se valida. Se trata de un largo proceso que puede llevar varios años hasta su reconocimiento. En Europa esa labor la desarrolla el Centro Europeo para la Validación de los Métodos Alternativos (ECVAM) situado en la ciudad Italiana de Ispra. Se puede decir que a día de hoy el número de modelos alternativos de experimentación validados es muy reducido, algo que, según el profesor Diego Romero, «no significa que no sean precisamente esos modelos los que se utilicen en primer lugar».

Medidas paliativas

Insiste en que «los modelos basados en las tres erres no pretenden suprimir del todo el uso de animales, sino ofrecer la posibilidad de obtener una información previa para luego rentabilizar el trabajo y esfuerzo con el resultado de un menor empleo de animales en laboratorio, así como su menor sufrimiento, dado que se llevan a cabo menor cantidad de pruebas o éstas son menos dolorosas».

El empleo de estos modelos está fomentado por todas las instituciones y organismos de investigación. La Administración, amparada por información científica demostrada, promueve su uso. Además, no se trata de algo reciente sino que se utilizan desde hace muchos años. Incluso la legislación indica que si hay un método alternativo eficaz que pueda permitir la sustitución de animales de experimentación, éste debe hacerse.

Además, en palabras de Romero, «también se consideran modelos alternativos los artículos científicos, las ponencias, exposiciones o charlas, entre otras muchas cosas, dado que la divulgación de trabajos científicos permite a los investigadores conocer datos de trabajos llevados a cabo por otros colegas, los cuales les pueden ahorrar mucho trabajo y por tanto, la consiguiente reducción de experimentos y pruebas con animales».

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