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Una media de 10.000 personas visitan cada día el Museo Nacional del Prado en Madrid, «la roca española», según el pintor y escritor Ramón Gaya, la «patria» de los amantes del arte y la cultura. El Prado tiene cada día más movimiento que muchos municipios de la Región de Murcia. Sin ir más lejos, Beniel, que ronda los 12.000 habitantes, pueblo natal de Noelia Ibáñez, jefa de Atención al Visitante del Prado. «Siempre hago el mismo chiste: ¡Ya está mi pueblo entero aquí dentro hoy! Además, con una gran disparidad de procedencias, en su mayoría de origen internacional», cuenta Ibáñez, pura gentilidad, quien abre las puertas del Prado a LA VERDAD en una visita guiada, junto a Noelia García Pérez, historiadora del arte, profesora titular de la Universidad de Murcia y promotora de 'El Prado en femenino', «un firme compromiso por visibilizar el papel de la mujer en el mundo del arte, ya sea como artífice, patrona y coleccionista o como sujeto de la mirada masculina». Será García Pérez quien nos descubra las infinitas curiosidades sobre esta experiencia, que ya desveló en el arranque de esta temporada en el Aula de Cultura de LA VERDAD.
Esta propuesta, que va por su segunda edición, abarca exposiciones monográficas, itinerarios por la colección permanente del Prado, encuentros científicos, congresos, conferencias, proyecciones de cine, piezas de danza, conversaciones con el profesorado, becas especializadas en su Centro de Estudios, la actualización de las cartelas informativas de las obras y también una serie documental y recursos digitales a disposición de los interesados en la página web y en sus canales en las redes sociales.
Un museo con tantos frentes abiertos y complejidades como El Prado no había reparado hasta hace unos años en que había una presencia muy marginal de las mujeres, en general, en sus discursos, cuando para Noelia García Pérez tienen un papel protagónico fundamental. «Percibí justo eso al revisar las cartelas, pero creo que lo importante no fue que yo lo percibiera, sino que cuando yo lo transmito la recepción para cambiarlo fue absoluta», destaca la profesora murciana. Esa voluntad de ofrecer una información más rigurosa y completa salta a la vista, pues, por ejemplo, Ana Martín, la jefa de Documentación del Prado, «está haciendo un trabajo maravilloso en ese sentido», anota García Pérez. En un momento en que a los museos se les demanda que visibilicen la perspectiva de género, iniciativas como 'El Prado en femenino' son importantes. «Poco a poco», entiende García Pérez. «Esto es un 'working progress'».
Este 2024 el itinerario de 'El Prado en femenino' incluye 34 piezas repartidas en cuatro secciones; en 2023 fueron 32. El primer itinerario se centraba en aquellas mujeres cuyas actuaciones coincidían con los años comprendidos entre el nacimiento de Isabel la Católica y la muerte de Isabel Clara Eugenia (1451-1633). Ahora el espectador avanza del siglo XVI al XVII «para centrar nuestra mirada en nuevas promotoras artísticas cuyas vidas quedan enmarcadas entre las figuras de Isabel de Borbón y Mariana de Neoburgo (1602-1700)». De esas 34 piezas, más del 25% han salido de los almacenes. ¿Quiénes fueron las mujeres protagonistas del XVII?, se pregunta García Pérez. «Fundamentalmente nos referimos a cinco reinas, las esposas de Carlos II y Felipe IV, y Cristina de Suecia. Y hemos dirigido la mirada hacia las hijas de Felipe III y Felipe IV, que se forman aquí en la Corte española pero que, por avatares del destino y por la política matrimonial, terminan convertidas en emperatrices consortes del Sacro Imperio dos de ellas, y en reinas consortes de Francia otras dos de ellas. A todas las tenemos, y nos permite tener una visión de conjunto amplísima».
A la comisaria le interesa, especialmente, ver cómo construyen la imagen de poder y el papel que desempeñan en el intercambio de obras y artistas entre las cortes: Francia, Austria, España...». Un buen número de retratos llegan a la Colección Real a través de estas mujeres, que piden y que mandan, continuamente. Hay una primera cuestión emotiva. «Te marchas, sabes que no vas a volver, y te llevas y pides obras para ver cómo está tu familia, cómo crecen tus hermanos, sobrinos, primos, cómo está tu padre». Pero hay más motivos, ya que esas obras tienen un componente dinástico y político muy fuerte. Cuando ellas llegan a las cortes de destino, llegan como «mujeres de», «pero ellas son mujeres fuertes de su dinastía, y los retratos de los miembros de su familia tienen un valor dinástico fundamental».
Este itinerario nos permitirá explorar el patronazgo de Isabel de Borbón, Mariana de Austria, María Luisa de Orleans y Mariana de Neoburgo, así como la labor desarrollada por las mujeres de la Casa de Austria presentes en las cortes europeas del Barroco, quienes desempeñaron un destacado papel como mediadoras artísticas y culturales.
Por ejemplo, la profesora de la UMU señala un retrato de Mariana de Austria que encarga su padre en 1652. Mariana de Austria (1634-1696) era hija del emperador Fernando III y María de Austria, reina de Hungría, y estaba destinada a casarse con su primo el príncipe Baltasar Carlos. Al morir éste, se casó en 1649 con su tío Felipe IV. El retrato corresponde con el momento en que Mariana llega a la corte para casarse con Felipe IV. El rey espera a que Velázquez vuelva a Madrid, pues está en su segundo viaje a Italia, y realizará «el retrato más icónico de Mariana de Austria como reina consorte», a ojos de García Pérez. Esta es la obra que, de hecho, promociona este itinerario en El Prado. Hay tres copias de ese retrato: el original que tiene El Prado, que se exhibe en la misma sala que 'Las Meninas' entre una marabunta de gente; una del taller de Velázquez que está en el Kunst [Kunsthistorisches Museum de Viena], que envían al padre; y una tercera en el Louvre.
¿Por qué Mariana de Austria juega un papel fundamental en El Prado? «Por ese intercambio de retratos entre la corte española y austriaca, ya que esas pinturas nos remiten a las funciones documentales y afectivas, pero también al destacado papel político que desempeñaron para preservar la lealtad dinástica en el contexto complicado de relaciones entre Madrid y Viena entre 1630 y 1640», incide la comisaria, autora de los textos de las cartelas. El pintor de corte que tenía Mariana de Austria, el flamenco Frans Luyckx, es el que hizo las obras que ella enviaba a España, por eso El Prado tiene retratos desde que era pequeña y de los momentos más importantes: el nacimiento de sus hijos, la coronación como emperatriz... A Austria llegaban obras de Diego de Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660).
Isabel de Borbón es la primera esposa de Felipe IV, la segunda es Mariana de Austria. La vemos a caballo en una obra de Velázquez, uno de los primeros retratos ecuestres de la monarquía hispánica, con un valor cardinal, según Noelia García Pérez, «porque es una manera de poner en valor el papel de la reina consorte y equipararla a sus homólogas europeas. Son figuras con papel político importante, pues Isabel de Borbón es la responsable de acabar con el poder del conde-duque de Olivares. Cuando llega al final de su vida, el rey Felipe IV dice de ella que se ha convertido en su nuevo valido, es decir, que confía mucho en ella». Ella aparece sobredimensionada, monumental, pues estas obras estaban destinadas para ser colgadas en el Salón del Reino y ser vistas en alto.
A la infanta Margarita la vemos en primer plano en 'Las Meninas', es hija de Mariana de Austria y Felipe IV; ambos aparecen al fondo. Desde que nace, su madre, Mariana, manda retratos de ella a Viena, pues está destinada a casarse con Leopoldo, como al final ocurre. «Como las prometen cuando son tan sumamente pequeñas, tienen que ir mostrando cómo estas niñas crecen, que están bien de salud. Hay un retrato de ella de Velázquez casi por año hasta que se prometen», se asombra la historiadora murciana.
Es curioso que a los tres años de morir Isabel de Borbón, Felipe IV se casa con su sobrina, Mariana de Austria, que estaba destinada a casarse con Baltasar Carlos, con el hijo que él había tenido con Isabel. Pero Baltasar Carlos muere en un año de viruela, y cunde el pánico. «Lo que querían es mantener vivos los lazos entre las ramas austriaca y española, de modo que en la misma carta en que el emperador le da el pésame al rey por la muerte de su hijo, le pide la mano para su hija Mariana». Mariana tiene 11 años, el rey tiene como treinta más. «Los retratos que envían de ella a la Corte española son trucados, porque ella aparece mayor de lo que es. Intentan demostrar que ella es una candidata idonea. Al final, se casan. Y cuando ella queda viuda, en 1665, asume la regencia porque el rey Carlos II solo tiene 6 años. Así se convierte en la mujer más poderosa de la monarquía hispánica».
La segunda sección del itinerario explora cómo Mariana de Austria construye la imagen de poder y cómo evoluciona esa imagen desde que es una infanta hasta que se convierta en reina madre consorte. «Es un tema fascinante», dice la comisaria, que tiene este tema como epicentro de sus investigaciones. «El Prado es excepcional en ese sentido, porque nos permite ver toda esa evolución». Hay retratos de cuando ella está prometida, de luto por la muerte de su madre, de su prometido Baltasar Carlos, de reina consorte, y de reina viuda ya regente. Carreño de Miranda se convierte en pintor de Corte en 1671, año importante, ya que el rey Felipe IV había dejado en su testamento establecido que cuando el rey cumpliera diez años debían enseñarle el oficio de despacho.
Hasta ese momento, Carlos II aparece al fondo o compartiendo protagonismo con su madre en un mismo espacio, pero a partir de ahí, figuran los dos en el Salón de los Espejos, cada uno en un ángulo diferente, con elementos simbólicos: el león, las águilas imperiales, el toisón de oro... «Pero lo que más nos interesa de los dos cuadros son las imágenes pictóricas del fondo. Por ejemplo, vemos 'Judit y Holofernes' detrás de Mariana, ella se muestra ante su pueblo como la heroína bíblica capaz de dar su vida por el pueblo. Arriba del todo vemos a Felipe II ofreciendo a los cielos al infante don Fernando, que está en la galería central del Prado, que nos viene a decir que ella, la reina regente entre 1665 y 1675, la madre del rey, está legitimada para asumir al poder, igual que Felipe II. Ella asume el poder siendo mujer, extranjera, muy cuestionada porque empleaba dos validos, un austriaco y un español, y ninguno gustaba. Desde el principio tuvo la oposición de Juan José de Austria, el hijo ilegítimo de Felipe IV, que fue a por ella con dos conatos de golpe de estado. La reina creó una guardia para protegerse. Fue muy problemática su regencia, pero cada vez que hay una crisis ella le da una vuelta a su imagen y reafirma su poder». En la magna obra 'Auto de Fe en la plaza Mayor de Madrid' (1683), de Francisco Rizi, un acto que se iniciaba con el juramento real de defender la fe católica y perseguir a los herejes y apóstatas, distinguimos en la tribuna real a Carlos II, a su mujer María Luisa de Orleans -que viene de Francia- y a su madre, con toda solemnidad.
Cuando muere María Luisa de Orleans, Carlos II se casa con Mariana del Palatinado-Neoburgo, reina consorte de España de 1689 a 1700. «En un contexto en el que lograr un sucesor para la corona era una cuestión absolutamente prioritaria, el hecho de que la madre de la nueva reina hubiera dado a luz a diecisiete hijos parecía ser una garantía de éxito. Sin embargo, el matrimonio no lograría tener descendencia y esto supondría el fin de la rama hispánica de la casa de Austria», cuenta la murciana.
Cada sección tiene su propia autonomía, y Noelia García Pérez recomienda a los visitantes que dediquen tiempo a cada sección, «en la medida de lo posible». En este itinerario se han corregido este año otras nueve cartelas, donde se distingue ahora entre las reinas consortes y las reinas propietarias. «Hay mucha información, somos conscientes de ello, por eso invitamos al público a que se tome su tiempo y a que hagan lecturas diferentes y consulten todos los materiales que ofrecemos. Iremos avanzando en 'El Prado en femenino' mientras al museo le parezca bien». Por ahora, Miguel Falomir Faus (Valencia, 1966), director del Museo del Prado, y todo su equipo, así como el Patronato de la institución, han dado todo tipo de facilidades para darle continuidad.
«El Museo del Prado es una fuente inagotable de relatos maravillosos», afirma la profesora titular de Historia del Arte de la UMU. El Museo del Prado acaba de coeditar con Amsterdam University Press la serie 'Art and Gender in the Museum. The Prado Collection' convirtiéndose en el primer museo del mundo con una línea de publicaciones en inglés dedicadas a examinar la formación y evolución de sus colecciones desde una perspectiva de género, examinando cómo estas dinámicas han influido en la creación, representación y recepción de sus colecciones. También Noelia García Pérez es la editora de esta publicación, que ofrecerá nuevas investigaciones para, desde los estudios de género y con especial énfasis en las mujeres, acercarnos a las colecciones del Prado en todas sus dimensiones. «Todas estas obras están esperando que nos acerquemos a ellas para verlas con otra mirada distinta», dice.
'El Prado en femenino' demuestra que el Museo del Prado está «muy vivo y muy implicado» en recuperar a mujeres como la reina Cristina de Suecia, «a quien debemos el conjunto más valioso de escultura clásica del Museo Nacional del Prado», o Isabel Clara Eugenia, infanta de España, hija del rey Felipe II de España, que reúne el conjunto de pinturas llegadas desde Flandes que decoraron la Torre de la Reina del Alcázar de Madrid, que pueden verse casi en la intimidad.
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