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Daniel García Andújar
Sábado, 30 de noviembre 2024, 07:48
No se sabe con certeza cuándo o quién cortó las piernas del San Sebastián que pintó El Greco en el siglo XVII, actualmente conservado en el Museo del Prado. Al parecer, esta intervención se produjo antes del siglo XX. Torso y piernas permanecieron separados hasta 1987, cuando la parte inferior ingresó en la colección y ambas se montaron en un único cuadro. Esta restauración intentó aproximarse a las dimensiones originales, de más de dos metros de alto, aunque se sabe que se perdieron algunas áreas en el proceso.
Las obras de arte, como cualquier otro objeto cultural, están sujetas a los vaivenes de la historia. Recortes por problemas de espacio, decisiones arbitrarias de los propios artistas, conflictos bélicos, o incluso mutilaciones para aumentar su valor en el mercado, han alterado de manera irreversible la integridad de muchas piezas. Obras como 'La pose enchantée' de Magritte, 'El abrazo' de Picasso, 'La ronda de la noche' de Rembrandt y 'La ejecución de Maximiliano' de Édouard Manet son ejemplos de cómo el azar o las circunstancias pueden modificar la forma de una creación artística. En el caso de 'La ejecución de Maximiliano', Manet pintó la obra en 1867 para conmemorar el fusilamiento del emperador mexicano a manos de las tropas de Benito Juárez. Debido al polémico contenido político del cuadro, Manet lo había mantenido guardado en el estudio. Tras la muerte de Manet, sus herederos lo hallaron muy estropeado y decidieron recortar las partes que creyeron recuperables, la obra fue dividida y vendida en varios fragmentos. Edgar Degas trató de recomprar los pedazos para unirlos en un solo lienzo, aunque lamentablemente no pudo completar el proceso.
El uso de la inteligencia artificial generativa ofrece hoy una posibilidad revolucionaria en la historia de estas mutilaciones. Gracias a modelos de IA que procesan imágenes, es posible intentar una reconstrucción virtual de obras que se han perdido o fraccionado. Por ejemplo, con sistemas entrenados en los estilos de pintores como El Greco, Manet o Picasso, podría especularse con gran precisión cómo habrían sido los fragmentos perdidos de sus obras. La IA, al analizar la composición, los patrones de color y los trazos del pintor, abre un nuevo horizonte en la reconstrucción imaginativa, creando simulaciones que podrían devolvernos la experiencia de la totalidad original.
Un ejemplo notable de esto es el proyecto realizado por el Museo Belvedere de Austria y Google Arts & Culture para recrear las pinturas de la Facultad de Gustav Klimt. Estas pinturas, perdidas durante la Segunda Guerra Mundial, fueron recreadas utilizando un algoritmo entrenado con el fragmento restante y fotografías en blanco y negro. Además, el software fue alimentado con imágenes de otras 80 obras de Klimt y más de 91,000 pinturas de diferentes artistas. Esta combinación de tecnología punta y métodos tradicionales de investigación permitió elaborar una reconstrucción del color vibrante y saturado que caracteriza a Klimt, creando así una nueva oportunidad para experimentar estas obras icónicas.
Otro logro impresionante fue alcanzado por el Rijksmuseum de los Países Bajos en la restauración de 'La ronda de la noche' de Rembrandt. En 1715, esta obra fue mutilada al ser trasladada al Ayuntamiento de Ámsterdam, donde se recortaron tres fragmentos de sus bordes para que cupiera en el espacio disponible. Como parte del proyecto 'Operación Ronda de la Noche', iniciado en 2019, los especialistas del museo utilizaron una copia del cuadro realizada por Gerrit Lundens y entrenaron redes neuronales para ajustar las copias al estilo de Rembrandt. Las imágenes generadas se imprimieron en lienzo y fueron colocadas junto al cuadro, devolviendo al público la posibilidad de ver la composición completa por primera vez en tres siglos.
La capacidad de estas herramientas no solo permite imaginar lo perdido, sino que ofrece la posibilidad de reconstituir historias visuales incompletas, tal como ocurre con los retablos góticos que fueron divididos para el mercado de antigüedades y de los que solo conservamos fragmentos aislados. La IA podría crear una experiencia nueva en la que el espectador pueda observar, o imaginar, esos retablos completos, restableciendo las conexiones simbólicas y narrativas que se han perdido.
Sin embargo, este poder plantea también preguntas fundamentales. La restauración digital a través de IA, aunque fascinante, siempre estará mediada por una capa de interpretación y especulación. La versión generada por una máquina no puede considerarse un sustituto real de la obra original. En este sentido, el valor de la IA no está en reemplazar lo perdido, sino en ofrecer una nueva lectura, un puente hacia lo posible y lo imaginable, respetando siempre la autenticidad y la historia de lo que ya no está completo.
El impacto de la inteligencia artificial en el mundo del arte no solo afecta a la restauración y recreación de obras, sino que abre enormes posibilidades para la educación y la comprensión de determinadas obras de arte. Al hacer posible que se reconstituya una obra mutilada o perdida, la IA permite a estudiantes, historiadores y al público en general acceder a una versión más cercana, jugar con ella, apropiarse de la original, enriqueciendo así nuestra apreciación del contexto histórico y artístico. Esta tecnología facilita el acceso a un conocimiento más profundo, permitiendo que las historias y emociones detrás de cada obra sean comprendidas o interpretadas en su totalidad, y ofreciendo una herramienta invaluable para la enseñanza del arte en todos sus niveles.
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