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El sábado de gloria (antes se llamaba así) del año 1921, el pintor Pedro Sánchez Picazo inauguró, en el desaparecido Circulo de Bellas Artes (ubicado en la calle Trapería de la capital entre 1902 y 1938), la exposición definitiva de su vida artística. La que ... le catapultaría a la fama en la que siempre se mantuvo. Aquel día, por la mañana, dio una conferencia en el mismo lugar el periodista y director del diario 'El Liberal' Pedro Jara Carrillo, sobre el tema 'El arte de Picazo', seguida de un concierto del sexteto del propio Círculo; todo ello preparado por el director de aquella institución, a la sazón Mariano Ruiz Funes.
Picazo, a quien así se dirigían sus amigos y colegas, ya estaba considerado en el mundillo artístico capitalino como «el pintor de las flores», teniéndolo la crítica del momento como «el artista por excelencia de este género». Aunque también cultivó el paisaje y el retrato. Sin embargo, socialmente no pasaba de ser un modesto funcionario de la Diputación Provincial, que iba de negociado en negociado, sin reconocérsele su valía artística. Que exponía sus cuadros en escaparates de comercios céntricos de Murcia (cosa habitual entre los pintores de la época) y, ocasionalmente, mostraba sus creaciones pictóricas en exposiciones colectivas, con el apoyo unánime (eso sí) del público, sobre todo de la capital.
Con la obtención de algún que otro premio local (como la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, en 1909), y el reconocimiento del propio Círculo, al nombrarlo su subdirector en 1911.
En 1912 había ilustrado la portada del libro de poemas del citado Jara Carrillo 'Besos del sol', lo que le facilitó la intimidad con el poeta, quien siempre, en adelante, le prestó su mayor atención a través de las páginas del periódico que dirigía.
Así las cosas, en la Pascua de 1921, ahora hace un siglo, se inauguró la exposición que elevaría a Picazo a lo más alto de la consideración social y artística, en la que se mantuvo toda su vida, sin defraudar a nadie. Jara Carrillo en su conferencia previa a la inauguración de la muestra, además de elogiar con argumentos sólidos la obra de Picazo, reivindicó para él una mayor consideración por parte de los organismos públicos, haciendo ver a los mismos que estaban desaprovechando un valor en alza que otras tierras no tenían.
La voz del poeta no cayó en saco roto. Pocos meses después, Picazo era nombrado vocal suplente de la Junta del Patronato del Museo Provincial de Bellas Artes (hoy MUBAM), lo que al decir de Cruz Fernández «fue el espaldarazo cualificador que le prepararía el terreno para el nombramiento, como director de este centro al año siguiente».
Así fue. En 1922, tras la muerte de Alejandro Seiquer, se produjo el nombramiento mencionado, que mantuvo hasta el final de su vida, ocurrida el 12 de enero de 1958, con 88 años.
Su asepsia política le mantuvo siempre en su puesto, sin ser depurado ni por unos ni por otros en el luctuoso período de 1936-39, y durante los años del franquismo posterior.
La exposición de 1921 fue elogiada con los más elocuentes adjetivos, en el diario 'El Liberal', por Luis Gil de Vicario y por Alfonso de Más. Gil de Vicario, en lenguaje modernista propio de la época dice del artista que «sigue la tradición, que dista de los movimientos innovacionistas, tan fuera de lo que debe ser. Huye del humo de la moda y no gira alrededor del impresionismo actual». Y es que Picazo se mantuvo fiel al estilo modernista pictórico a lo largo de toda su trayectoria, con muy pocas concesiones al impresionismo, aún mucho tiempo después de haber desaparecido aquel del marco de la moda pictórica.
La fama de Sánchez Picazo apenas trascendió fuera de la Región, y si cabe poco más de la ciudad y su área metropolitana, donde fue aceptado, considerado y querido no solo en vida sino después de su muerte, considerándole un mito cuyo nombre se incluyó en la lista de inmortales del Monumento a la Fama de la capital.
La exposición antológica y póstuma de su obra, en abril de 1983, tuvo lugar con motivo de la inauguración del Centro Cultural de la entonces Caja de Ahorros Provincial (luego Cajamurcia), en la Gran Vía, realizada por el equipo asesor del Museo de Bellas Artes que en aquellos momentos tenía el honor de dirigir. Recordar a los grandes que hicieron posible el presente, es obligación de quienes nos sentimos obligados con el futuro.
A la izquierda, con bigote, 'Autorretrato de Pedro Sánchez Picazo', una obra firmada en 1922. El pintor nació en Balsapintada (Fuente Álamo) en 1863 y murió en Murcia en 1952. Estudió (gracias a una beca) Bellas Artes en la Academia de San Fernando de Madrid. Antes había trabajado como funcionario de los ayuntamientos de Madrid y Murcia, del que fue escribiente. Estuvo casado con Mª Amparo Batlle. Ocupó un puesto relevante en la pintura murciana gracias a su elección del tema de las flores, mientras otros artistas se decantaban más por la figuración o los animales. Fue director del Museo Provincial de Bellas Artes de Murcia (nombrado en 1922), docente en la Real Sociedad Económica Amigos del País, vocal de la Junta de Delegación de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico de Murcia durante la Guerra Civil y Académico de Número en la Academia Alfonso X el Sabio (1941).
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