Un riguroso blanco y negro, «maravilloso» en palabras de Carlos Santos (Murcia, 1977), acompaña la última obra de José Luis Garci (Madrid, 1944). Por él discurre la Gran Vía madrileña tal y como era hace varios lustros, desnuda de la modernidad y el color que le han imprimido los tiempos. Es un personaje más, un escenario imprescindible del relato que el veterano cineasta, quien un día anunció su intención de no volver a dirigir, ha armado para situarse de nuevo tras la cámara que tantas veces ha abrazado. 'El crack cero', precuela de dos de los grandes títulos del director madrileño, 'El crack' (1981) y 'El crack II' (1983), llegó el pasado viernes a la cartelera española. En ella, Santos, Goya al mejor actor revelación por 'El hombre de las mil caras' (2016), es Germán Areta, el carismático detective que en las dos entregas anteriores interpretó Alfredo Landa. Junto a Santos aparecen Miguel Ángel Muñoz como El Moro -papel que realizó en su día Miguel Rellán-, Luisa Gavasa, Patricia Vico y Pedro Casablanc, entre un variado etcétera. La acción se sitúa en 1975. Madrid está agitado, los cambios empujan con fuerza, y en medio de todo, un crimen disfrazado de suicidio hace aparecer la trama. Para Santos este papel ha sido un regalo. Está contento, pero sobre todo, quiere que Garci ('Asignatura pendiente' y 'Asignatura aprobada'; 'Sesión continua'; 'Ninette'; 'Holmes & Watson. Madrid Days', entre otras) sea feliz.
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-¿Cómo ha vivido los días previos al estreno?
-Con mucha locura, la verdad. Garci siempre despierta interés: hablamos de una leyenda de nuestro cine, ganador de un Oscar, nominado cuatro veces a los premios de Hollywood y, por supuesto, galardonado con varios Goya; pero esta película despierta todavía más interés. La dos cintas de 'El crack' están consideradas dos joyas del cine patrio. Grandes directores de cine negro las tienen como películas de referencia, hay mucho adicto, con lo cual la expectación ha sido máxima.
-¿Qué sensaciones le han llegado?
-La cinta es como un viaje en el tiempo: te abraza desde el primer fotograma y ya no te suelta hasta dos horas después. La primera vez que la vi terminada fue en un pase privado para todo el equipo. Cuando acabó, hubo un gran silencio. Lo normal es que inmediatamente después de terminar de ver una peli con el equipo, llegue el alborozo, y aquí no fue así. Hubo un silencio, y hasta pasados cinco o seis segundos no rompimos a aplaudir. La cinta nos había transportado en el tiempo y nos había metido en ese cine negro del 75, y necesitábamos un tiempo para volver al 2019. Después, en los preestrenos que hemos hecho, hemos comprobado que el 'feedback' es sensacional. Es absolutamente apabullante cómo la gente está enganchándose a la película. ¡Y es que es otro cine! Un cine que no se ve. Estamos acostumbrados a mucho ruido, a muchos superhéroes, que a mí me encantan, pero son géneros diferentes; y de repente te ponen delante una película clásica, heredera de Fritz Lang, Howard Hawks, John Ford, Leo McCarey... y todo en un maravilloso blanco y negro que ha fotografiado Luis Ángel Pérez. La película es puro Garci, está todo lo que a él le gusta: el Dry Martini, el boxeo, el fútbol, la literatura, la música... todo. Como actor, nunca pensé que tendría en mi filmografía una película, primero, en blanco y negro, y segundo, con el maestro Garci, a quien admiraba desde que, con 15 años, asistía cada lunes a '¡Qué grande es el cine!'. Pero, además, con esos diálogos; hay frases que son para enmarcar. Por ejemplo, una que dice: 'Lo que más me gusta de tu casa son los libros, porque los libros abrigan... ¡Es puro Garci!'.
-Hablaba del blanco y negro. ¿Arriesgado?
-La película se explica mejor en blanco y negro. Al principio no iba a ser así, al menos no toda, pero llega un momento en el que Garci se da cuenta de que la cinta huele a blanco y negro. ¿Si es un riesgo? Bueno, 'The Artist' es una película muda y en blanco y negro y ganó todos los premios del mundo, 'Blancanieves' también era una película en blanco y negro y muda y se llevó muchos premios, y 'La lista de Schindler', también en blanco y negro, obtuvo igualmente muchos galardones. Cada historia requiere una forma de contarla, y en este caso, el guion demandaba el blanco y negro. Si es arriesgado, lo tendrá que decir el espectador, pero yo creo que es todo un acierto.
-Imagino que conoció al Areta de Landa. ¿Cómo fue interpretar a este personaje?
-La primera vez que fui a ver a Garci estaba convencido de que iba a una entrevista, pero que, como yo, pasarían dos o tres más. Muchos, tampoco, porque sabía que Garci no iba a perder el tiempo, pero sí daba por sentado que habría dos o tres más. Nada más recibirme, me dijo: '¡Hombre, si está aquí don Germán!, pase usted señor Areta'. Para mí ha sido un regalo. Que la persona que escribe el guion deposite tanta confianza en ti, hace que en vez de ver esto como un reto, tú lo asumas con más naturalidad y confianza. Si Garci ha confiado en mí, ¿por qué iba a desconfiar yo? Así que me dije: 'Vamos a intentar hacerle feliz, y a hacer el mejor Areta posible'. En ningún momento quise imitar a Landa, lo importante era ser Areta siendo yo, Carlos Santos, quien lo interpretaba. Tanto en mi caso como en el de Miguel Ángel Muñoz, lo importante era el personaje.
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-¿Con qué ha disfrutado mucho?
-Con tener que reducir todos mis gestos a la mínima expresión. Areta es un personaje muy alejado de mí personalmente. Yo soy un tipo bastante efusivo, me prodigo mucho en gestos y soy bastante visceral, y claro, este personaje es todo lo contrario: es un témpano de hielo. He disfrutado mucho teniendo que reducir a la mínima expresión mis gestos, jugando simplemente con la mirada, con la voz. Siempre que haces cosas a las que no estás acostumbrado, disfrutas. Hace un par de años, por ejemplo, hice una serie en la que interpretaba a una señora que era un torbellino ('Ella es tu padre', Mediaset); esto es todo lo contrario: un señor bajito, detective en el año 75, que apenas habla..., hay un momento en el que El Moro le dice: 'Joe, jefe, ¿qué te pasa?, ¿estás intentando batir el récord mundial sin sonreír?'. Ese tipo de cosas las disfrutas mucho porque las afrontas como pequeños retos que te regala esta profesión.
-¿Cómo ha convivido con las expectativas?
-Estoy muy contento de todo lo que nos está llegando, porque nos está llegando mucho 'feedback' del bueno. Pero no estoy contento por mí, sino por José, por Garci. Él se merece que a la gente le guste este trabajo, porque en él está puesta su alma, todo lo que es Garci está ahí. Cuando empezó el rodaje, mi único objetivo fue que él fuera feliz, no que yo fuera feliz, sino él. Soy un actor al que le gusta mucho discutir, en el buen sentido, me refiero; me gusta hacer propuestas, y si no estoy de acuerdo con algo, intento hacer cambiar de idea al director, pero en este caso no. Si Garci me dice: 'Tírate a un río', me tiro a un río; si me dice que salga en una escena en leotardos y yo no lo veo, lo hago porque pienso que aunque yo no lo vea él lo verá. Por tanto, cuando tu única aspiración es que un director, que hace ocho o seis años había dicho que ya no iba a hacer más cine, sea feliz, las expectativas de qué pase con el público no son tan relevantes. Quiero que la peli funcione por Garci.
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-Rodar con él, ¿cómo es?
-En lo personal, José es un tipo tremendamente generoso. El primer día que lo conocí ya me regaló un libro, y lo ha seguido haciendo durante todo el rodaje; tengo una biblioteca completa de libros que me ha ido regalando: títulos de música, de películas... Uno de los regalos que me hizo fue el guion original de 'El Cid', de Anthony Mann, que es algo maravilloso. Es un guion con 60 años, con las páginas amarillentas, y con anotaciones a boli; es una joya que me dio como si fuera un legado que ahora tengo en casa. Por eso decía que, para mí, lo importante es que 15 años o 20 años después de asistir cada semana a '¡Qué grande es el cine!', soy amigo de Garci. He salido de su casa a las tres de la mañana de tomar Dry Martini, y eso me lo llevo en la mochila, la película también, pero sobre todo la confianza que he tenido con José, la química que ha surgido entre ambos y la amistad. ¡Qué mejor regalo! Hay gente que pasa por tu vida y te deja una huella, y hay otros que pasan y te dejan una huella todavía más profunda. Creo que José se la deja a todo el que pasa por su vida, una persona que conserva amistades desde hace tantísimos años es por algo.
-Personalmente, ¿qué momento vive?
-Un momento muy dulce. Cuando era un crío aprendí de cine y descubrí películas míticas de la mano de Garci, películas que hoy siguen siendo mis favoritas. Y veinticinco años después he rodado una película con ese mismo señor: ¡imagínate si el momento es dulce o no! Ahora vamos a recoger el fruto de estos meses de trabajo. Tanto José [Luis Garci] como Javier Muñoz, el coguionista, llevaban mucho tiempo dándole vueltas al guion.
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-Hay una frase que aparece al final del tráiler de la cinta. Dice: 'En España solo se premia lo malo'. ¿Está de acuerdo?
-Es una frase de 'Luces de Bohemia', de Valle Inclán, y efectivamente, si don Ramón María levantara la cabeza, creo que diría: '¡Madre mía, me quedé cortísimo allá por principios de siglo analizando cómo era nuestro país!'. Solo se premia lo malo, pero vamos a ser optimistas y que no nos pueda el desánimo. Confiemos en la belleza de los que hacen arte, en la gente que aporta cosas al mundo y no en los que le restan.
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