Un trozo irregular de mármol desechado de cualquier taller comparte, en la obra de Francisco Olivares Díaz -FOD en el terreno artístico y también en el personal-, igual protagonismo que un pedazo de parqué gris. Ambos son para él elementos de construcción de arte, piezas que adquieren personalidad al unirse a otras; que crean formas y estructuras enfrentadas con lo cotidiano. Son los cimientos con los que el artista fabrica esculturas sin guion, figuras dominadas solo por el equilibrio, y, a veces, por el azar. Todas, asegura su creador, son «habitables».
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FOD (Puerto Lumbreras, 1973) dará contenido a partir del miércoles al proyecto específico que la galería murciana T20 presentará en ARCO. La Feria de Arte Contemporáneo de Madrid abre sus puertas la próxima semana rendida a Perú -es el país invitado de esta edición- y con una nómina de 203 galerías de 31 países distintos en su catálogo. Entre ellas la murciana T20, que asistirá a la cita nacional con un doble programa y dos espacios. Además de su 'stand' habitual, en el que mostrarán sus trabajos artistas como Ana Barriga, Miguel Fructuoso, Sonia Navarro, Yann Leto, María Carbonell, Josep Tornero, Daniel García Andújar, Francesc Torres, Joan Fontcuberta y Christian Salablanca, la galería contará con un anexo dedicado de forma específica a la obra de FOD. Se trata de un espacio extra ubicado junto al 'stand' principal, en el que el lumbrerense exhibirá cinco piezas de gran formato, y del que en esta edición de ARCO, disponen una veintena de galerías con el objeto de destacar a uno de sus artistas, apunta el propio FOD.
«Tener la posibilidad de exponer de forma individual en ARCO es un privilegio absoluto. Esta es una feria estupenda, con mucha visibilidad, y para mí es una suerte que hayan pensado en mí. Estoy muy ilusionado y absolutamente agradecido», afirma el artista, miembro del estudio Nave Oporto de Madrid, donde FOD, afincado desde hace años en la capital española, comparte espacio con otros diez creadores, entre ellos Belén Rodríguez, Miki Leal, Miguel Ángel Tornero, Elvira Amor, Manuel Saro, y su pareja, la también artista lumbrerense Sonia Navarro.
«Estoy tranquilo. ARCO es una feria que preparamos con tiempo. De hecho, empecé a trabajar antes de septiembre, aunque, es cierto, que sin saber que iba a tener este espacio, porque eso ha sido reciente. Lo que hice fue ir adelantando; las obras van saliendo poco a poco y no tienen por qué ser para un proyecto específico, simplemente surgen, y yo las suelo ir amasando tranquilamente. Soy muy trabajador, desde que empecé me he considerado un artista que trabaja bastante, quizá no 24 horas al día, pero sí cumplo una jornada laboral, casi todos los que estamos en el estudio [en Nave Oporto] estamos igual, pero yo es que llevo así toda la vida, de modo que para ARCO tengo dónde escoger», explica a 'La Verdad'.
En Ifema, sede de la feria madrileña, el creador lumbrerense presentará dos dibujos de una serie de cuatro «que no se han visto todavía», y tres esculturas, pertenecientes también a un conjunto de «trece o catorce obras» nuevas. Para su exposición ha pedido a la organización «dejar en crudo» las paredes de su 'stand' anexo: «No quería -dice- una mini galería pintada de blanco, sino un espacio que le diera unidad a mi obra. Yo utilizo materiales crudos, típicos de la construcción, y me pareció oportuno dejar la pared desnuda para que se pueda apreciar el aglomerado», detalla sobre su presentación en la cita de Madrid.
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En ella, cuenta, los dibujos, «enmarcados con una madera muy elegante», encontrarán protagonismo contrastados con el muro, algo que, dice FOD, «me apetecía mucho». Ambas obras, de gran formato (3x1,40, una de ellas, y 2,60x2,40, la segunda), son «pinturas transitables» en las que metafóricamente «poder internarse»; piezas, añade, que reflejan «la necesidad de refugio que el ser humano ha tenido desde siempre».
Contrastan con las tres esculturas que el visitante de ARCO podrá encontrar en este mismo espacio. Se trata de obras pertenecientes a un mismo conjunto, pero, a la vez, «aleatorias», cuyo único punto en común es «mi forma de trabajo. Recojo o compro materiales muy diversos, desde trozos de madera de una puerta de cocina a aglomerado o roble natural -me gusta esa mezcla entre la cosa 'chabolera' que yo llamo y otros materiales más nobles; es como una lucha, un azar intencionado-, y luego los esparzo por el estudio y los clasifico. Tengo mármol, hierro, metacrilato...; retales de todo tipo, porque yo no mido, no busco un tamaño específico, cada material es diferente, y hay veces que lo manipulo y otras no. En el estudio soy el único que hace ruido», ríe en referencia a la zona de trabajo que también comparte, además de con los artistas ya citados, con Irma Álvarez-Laviada, Nicolás Combarro, Santiago Giralda y Raúl Hidalgo. Todos, puntualiza FOD, presentan obra en ARCO.
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En esta quincena de piezas -ninguna de ellas se ha expuesto- lleva trabajando el lumbrerense desde hace «dos o tres años»: «Es una serie -confiesa- inagotable. De repente veo un parqué gris mezclado con un mármol amarillo y estudio cómo pueden quedar bien. Me interesa mucho el equilibrio, es una constante en mi trabajo».
-El discurso lo tengo bastante claro, es el mismo de la materia. Mezclar un marrón horroroso con un amarillo raro lo afronto como un reto. Dentro de la intervención, de la manipulación, también hay algo bello. No voy a mentir, y diré que la estética y la forma de componer me interesa. Al principio no, pero después sí. Hay incluso veces en las que no manipulo nada, el color me lo da el propio material, y puede ser desde un amarillo limón a un verde flúor.
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-Creo que sí. No me puedo meter en la cabeza de la gente que las ve, pero es cierto que hay muchos que me dicen que mis obras, aunque son duras, transmiten serenidad. Yo, por lo que me preocupo mucho, es por el equilibrio. No me propongo transmitir nada con la obra, solo arquitectura, geometría, color, y formas de habitar la pintura, pero al final el equilibrio influye, y lo que tienes detrás de la nuca sale. Es como los libros que has leído, que están ahí.
-Siempre aporta. Todos los artistas que conozco, que son muchísimos, nos nutrimos de lo que vamos viendo, somos como esponjas. Y ARCO es el termómetro, más o menos, de lo que está pasando en el mundo del arte contemporáneo. Todo el mundo quiere llevar su mejor pieza, o al menos, la que mejor le represente, y ARCO tiene ese punto de decir: 'Mira, este tipo está haciendo esto ahora', y además aportando un sello de confianza a los coleccionistas. A los artistas nos gusta ver lo que está pasando, y eso lo notamos mucho en el estudio. Llevamos ya cinco años en [el barrio madrileño de] Carabanchel [lugar de ubicación de Nave Oporto], y todo este tiempo ha sido muy positivo. Nuestro estudio es abierto, cada uno tiene un espacio más o menos delimitado, pero ninguno cerrado, y eso hace que tengamos un diálogo que está muy bien. Casi todos los artistas castigamos nuestra obra un tiempo para ver qué nos dice luego, pero hay veces que nos metemos demasiado en ella. Tener al lado compañeros a los que les puedes pedir opinión y que te respondan sinceramente es maravilloso.
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-Es difícil decirlo. Me siento más seguro de lo que hago, no es una seguridad al cien por cien, pero estoy en un momento bueno. Cuando te van saliendo las cosas, notas como un chute de adrenalina, y últimamente voy mucho al estudio, y muchas horas; todos, en general, lo hacemos. Es cierto que no dependo solo de mí, el sistema del arte es más complejo, pero me siento muy activo, y creo que estoy trabajando más o menos bien.
-Todos tenemos vínculos emocionales con lo que hacemos, no somos tan fríos, pero nuestro oficio también consiste en deshacernos de las cosas que creamos porque, si no, sería imposible vivir. Cuando era más joven tenía un apego más raro, pero con el tiempo vas aprendiendo. Ahora soy mucho más productivo, tengo una producción más alta de obras, y cuando las sueltas lo haces porque sabes que ya está, más o menos, al cien por cien.
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-Hace poco recibí unas obras antiguas que estaban en la galería, y cuando las veo me encantan. Son obras muy sencillas pero me parecen superbuenas. No sé lo que dicen de mí, soy una persona tranquila y a la vez muy nerviosa, pero lo que sí hay en ellas es un desorden muy ordenado; un equilibrio absoluto en las formas y en las líneas. No sé si tiene que ver con mi persona, pero hay una forma muy gestual de trabajar el fondo.
-En el estudio estamos ahora todos hasta arriba, porque todos exponemos en ARCO, pero también tengo bastantes proyectos para después. Acabo de enviar hace unos días una caja a Perú, a una galería de allí, para una muestra paralela a la feria Art Lima, que se celebra a principios de abril. El año pasado T20 estuvo allí, pero este, por problemas de agenda, no va a ir. Luego tengo otra cosa con otra galería de Madrid, 6más1, en la feria Art Dubai [también en abril, del 3 al 6], y una exposición individual en el Centro de Arte de Alcobendas, aquí en Madrid. Va a ser bastante grande, y estoy viendo la forma de rescatar algunas piezas antiguas. Es una especie de reciclaje de mi propia obra. Hice una colectiva en Tabacalera ['Tentativas para agotar un espacio expositivo', el pasado año] en la que presenté como una cúpula de una nave dada la vuelta, y para la exposición de Alcobendas he rescatado la mitad de esta pieza para hacer una cabaña que se puede desmontar; también voy a presentar una serie de cuatro fotografías intervenidas, y más obras. Se inaugura el próximo 11 de abril y va a estar hasta finales de junio. Se llamará 'Cuarto tetris'.
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