Boceto en barro de Salzillo de la Inmaculada. Rafael Fuster

La cara oculta de Salzillo

Vistos de espaldas, desde su trasera, los bocetos en barro ofrecen una perspectiva inédita que nos da una visión renovada del escultor

Sábado, 10 de junio 2023, 07:17

Podría decir que el primer encuentro que tuve con los bocetos de Salzillo fue una especie de revelación. Desde el instante que los vi (no recuerdo muy bien con qué temprana edad) me supe frente a algo muy extraordinario. Se trata de una de las ... más altas creaciones que haya podido llevar a cabo ningún artista murciano (no siendo muy partidario de hacer listados y preferencias). Tuve claro que aquello no eran meros estudios previos, tanteos del escultor, sino auténticas realizaciones magistrales emancipadas por completo de la obra final. Incluso, en algún caso, me parecieron más vivos y expresivos -más espontáneos- que la obra trasladada a mayor escala.

Publicidad

San Miguel Rafael Fuster.

Esa espontaneidad y frescura que trasmiten los bocetos nace en parte de su aspecto inacabado. Pero quede claro que no se trata de obra 'non finita,' sino que el escultor no necesita el pulido preciosista de la obra final para llegar a la esencia de las cosas. Le basta con señalar unos rasgos, como a los pintores japoneses unas pocas pinceladas, para desvelarnos la realidad entera e ilimitada.

En este artículo se muestran por vez primera los bocetos desde una perspectiva inédita que subraya aún si cabe esa contemporaneidad y actualidad que desprenden estas piezas únicas

El boceto es un estudio preparatorio para una obra definitiva. Un primer planteamiento visible y -en el caso que nos ocupa- tridimensional y de barro. Un material dúctil y manejable, obediente. Se encuentra con facilidad en todo el mundo (lo que convierte su uso en algo muy popular). De los limos del río Segura -de la misma tierra que vio nacer al escultor-, de esa misma sustancia universal, se modelaron estas esculturas que son fundamentales para comprender el tiempo de Salzillo y su forma de trabajar.

Santo, Evangelista y Santo Domingo de Guzmán. Rafael Fuster

Los bocetos servían como ejemplo ante la demanda de encargos religiosos. Eran una respuesta al cliente y al mercado. Estaban en el obrador junto a otros objetos de trabajo: gubias, pigmentos, estampas… Servían a su vez como punto de partida para los ayudantes del taller que van a trasformar el boceto (en caso de encargo) en otro tipo de objeto de mayor tamaño. La ampliación de escala se trasladaba por el sistema de la cuadrícula, muy apreciable en algunos bocetos del Museo Salzillo.

Publicidad

Los cincuenta bocetos en barro de Francisco Salzillo y su taller llegaron en 1958 a su museo homónimo procedentes del Museo Provincial de Bellas Artes de Murcia. Veinticinco de ellos pueden verse en la primera planta del edificio (aunque en una sala algo fría y arquitectónicamente laberíntica que no permite apreciarlos bien desde todos sus ángulos). El resto de los bocetos duerme en los almacenes, ocultos al visitante.

Fotografiar los bocetos. Una mirada inédita

En plena pandemia de la Covid, la ciudad de Murcia era un lugar desierto. Los museos estaban cerrados al público (un museo cerrado no es más que un almacén). Existía una necesidad de abrirlos para no interrumpir la cultura. Trinidad Abellán (Ars Longa Comunicación) y yo tuvimos la suerte de trabajar en ese tiempo en el Museo Salzillo. Se nos encomendó la tarea de realizar una serie de encuentros virtuales que denominamos 'Conectados desde el Salzillo'. Se trataba de 'abrir' el museo de manera virtual. La digitalización fue decisiva. Hicimos una labor documental previa con cientos de fotografías desde diversos ángulos de las obras del escultor: detalles en primerísimo plano (imposibles de apreciar por el ojo humano); catas de anteriores restauraciones; almacenes; curiosidades… En definitiva, un museo entre bambalinas. Se ofrecía a la gente una perspectiva diferente de la habitual, que ni tan siquiera tendrían en una visita presencial.

Publicidad

San José, Santa Bárbara y Santa. Rafael Fuster

Solicitamos permiso para fotografiar los cincuenta bocetos. Durante varias jornadas se realizó ese trabajo minucioso con la paciente ayuda y profesionalidad de Susana Ruiz López (equipo de conservación del Museo Salzillo). Se fueron colocando uno a uno en un espacio habilitado como set de fotografía. Comenzamos con las obras expuestas en vitrinas en la primera planta y más tarde pasamos a las que se encontraban en los almacenes. Es indescriptible el placer que se siente -para aquel que ama el arte- al tener el privilegio de acceder a las entrañas de un museo.

Gracias a la fotografía ampliada podemos acceder a esos microdetalles casi imperceptibles para el visitante en la propia sala de los bocetos: huellas dactilares del escultor; marcas de dibujos; cuadraduría; restos de policromía… Pero lo más revelador fue acceder a esa cara oculta de los bocetos. Vistos de espaldas, desde su trasera, ofrecen una perspectiva inédita que nos da una visión renovada del escultor. Parecen romper la distancia entre el tiempo en que se crearon y el presente. Encontramos gran parecido con otros bocetos de artistas como Rodin, Giacometti, Lucio Fontana…

Publicidad

Cabeza de San Pedro de la Oración en el Huerto. Rafael Fuster

La extrema fragilidad de esas piezas en barro hace suponer que muchas acabaron destruyéndose con el paso del tiempo. Incluso hay bocetos que no tienen su réplica en madera, de ahí su enorme valor documental. Ya en 1977 el profesor Cristóbal Belda Navarro, en un artículo publicado en la revista 'Goya', escribía: «Poco interés han ofrecido hasta ahora esos pequeños ejemplares de barro […] No fue tema escogido como algo digno de estudio en sí mismo». Pero más allá de las investigaciones realizadas o las que vendrán a dar luz sobre su origen, procedencia o autoría, nos encontramos frente a un conjunto excepcional que aún hoy es casi desconocido en la producción del genial escultor murciano (más afamado por sus tallas procesionales). Queda pendiente ese estudio en mayor profundidad, así como un catálogo que recoja todos los bocetos conservados en el Museo Salzillo.

Este conjunto sin igual es de lo más elevado que se haya hecho en Murcia a mi parecer. Siempre que vuelvo a ellos los veo con la emoción de la primera vez. Pocas creaciones podemos encontrar tan modernas (entendiendo por modernidad conceptos que el paso del tiempo no debilita como: vivo, actual o presente). Ofrecer esta visión inédita de los bocetos no es más que una invitación a centrar la mirada de un modo distinto en algo que no es nuevo y, sin embargo, se nos presenta como tremendamente novedoso. Ver a Salzillo con ojos renovados, inédito, como por primera vez.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Infórmate con LA VERDAD: 1 año x 29,95€

Publicidad