NACHO RUIZ
Lunes, 20 de febrero 2017, 22:05
Pocas cosas más antiguas que una feria comercial. El desplazamiento de mercancías de su lugar de producción para buscar una plusvalía con su rareza en el lugar de destino. La gran ocasión, el momento festivo, las grandes concentraciones humanas y culturales que modificaron el trazado de las ciudades. En toda ciudad hay una plaza del mercado desde la que se articula la urbe.
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Hoy hablaremos de algo no tan antiguo, pero que hunde sus raíces en ese comercio itinerante. El concepto 'feria de arte contemporáneo' nace como alternativa al formato bienal (al modo de Venecia y Sao Paulo) y al de Documenta de Kassel. Las ferias tienen un claro objetivo comercial -a diferencia de los acontecimientos citados- y presentan una variante también importante en las divisiones público-privado, individual-institucional.
La primera feria de arte, la Kunsthalle de Colonia, tuvo lugar en 1967 y se inauguró con 18 galerías seleccionadas por un comité organizador. La propuesta planteaba una alternativa a las grandes muestras institucionales, en el sentido de la búsqueda de una visión de las últimas tendencias artísticas internacionales, pero al juicio del crítico, comisario, director de museo, etcétera, se unía el del galerista.
En esta primera edición, la selección se apuró al máximo, como muestra la corta nómina de galerías presentes pero, a partir de la segunda, se amplió bastante el criterio, permitiendo la entrada a un número cada vez mayor. Siempre en Alemania Occidental, se celebró una nueva feria en Dusseldorf en 1974, lo que deja ver la pujanza del mercado alemán, hegemónico en Europa y rival directo del norteamericano, situándose ambos a una notable distancia del incipiente mercado japonés en aquel momento. Estas dos ferias, para evitar una innecesaria competencia, se celebraron de forma bienal, desapareciendo finalmente la de Dusseldorf.
En 1970 nació la Kunstmesse de Basilea, impulsada por dos marchantes: Trudi Bruckner y Baltz Hilts, con el apoyo de Ernst Beyeler, convirtiéndose desde el principio en la principal feria de arte en Europa. Después vino una avalancha, ya que el modelo prosperó hasta el punto de que hoy existe un verdadero calendario de ferias internacionales que nos lleva durante todo el año de feria en feria. Este podría ser un itinerario tipo: Febrero: ARCO, MACO y The Armory Show (Nueva York). Marzo: Estocolmo. Abril: Londres, y Frankfurt. Mayo: Art Chicago, Art Ba (Buenos Aires), Ámsterdam y Milán. Junio: Art Bassel, con todas sus paralelas. Julio: Niza. Septiembre: San Francisco. Octubre: FIAC (Paris) y Toronto International Art Fair. Noviembre: Colonia y Artíssima (Turín). Diciembre: Art Bassel Miami Beach y Los Ángeles.
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Corta historia
En nuestro país, las ferias de arte tienen una historia bastante más corta, lo cual es lógico si tenemos en cuenta la precaria situación del mercado del arte durante el franquismo. El precedente de las ferias de arte contemporáneo en España es Feriarte, feria de antigüedades, que se celebra desde 1977, y viene siendo organizada desde 1980 por Ifema, la Feria de Madrid. Este certamen ha ido con el tiempo abriendo su espectro al arte moderno, de manera que hoy se puede ver en sus 'stands' obras de Barceló, Pérez Villalta o Barjola; es decir, ha optado por tomar también un trozo del pastel del arte contemporáneo.
Ya como feria especializada en arte contemporáneo, la pionera fue Arteder (Feria de Arte contemporáneo de Bilbao), con una vida de tres años -1981, 1982 y 1983-, patrocinada por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco y celebrada en el recinto de la Feria Internacional de Bilbao. La fórmula planteada por esta feria fue inviable desde el principio, ya que en un mismo pabellón se mezclaba la oferta de las galerías, algunas de prestigio como Maeght o Juana Mordó, con la de los artistas -generalmente jóvenes- que mostraban su obra en 'stands' y que contaban con apoyo del Gobierno vasco. Es decir, la galería competía directamente con los proveedores (por utilizar términos económicos, ya que en el planteamiento empresarial, a la par del estético, se encuentra el debate en esta cuestión).
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En 1982 se le quiso dar un carácter distinto, denominándola Muestra Internacional de Arte Grafico, con participación extranjera del 77% (de un total de 44 países), 198 galerías, 52 estudios y talleres y 37 asociaciones y fotoclubs. El año siguiente se volvió a la fórmula original de venta directa de los artistas, y las galerías dieron la espalda a esta iniciativa (con 11 excepciones).
Interarte (Feria Internacional de Arte Moderno y contemporáneo de Valencia) es la feria creada en 1984 para competir con ARCO desde la capital del Turia. Patrocinada por la Generalitat, las tres diputaciones provinciales y el Ayuntamiento de la ciudad, la organizaba Feria Muestrario.
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Interarte fue una muestra de la vitalidad artística valenciana que, desde 1985 ha visto la apertura de más de 35 galerías, de las cuales hoy apenas sobrevive media docena. Sin embargo, la no existencia de una selección depurada en la feria hizo descender notablemente el interés hasta quedar reducida a una feria comercial.
A diferencia de las anteriores, Astesantander se celebra desde 1992 hasta hoy y mantiene un más que interesante nivel. Esta feria surgió del movimiento generado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Sus patrocinadores son la misma Universidad, el Ayuntamiento, la Diputación Regional de Cantabria y Caja Cantabria. El número de galerías que participan en esta feria ha crecido año a año. La línea de esta feria estuvo claramente marcada por una figuración conservadora, pasando después a una visión muy atractiva del arte actual en todas sus manifestaciones. Se ha reinventado con buen criterio. En las ferias es complejo dar cifras rigurosas de ventas; en esta encontrábamos, en el lejano 2000, que la feria había pasado de los quince mil visitantes en su primera edición (con un volumen de negocio cercano a los 105 millones, aumentando hasta los 24.000 visitantes de 1995, con un negocio de 400 millones. El autor de este texto tiende a considerar estas cifras estimativas.
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Una de las iniciativas más singulares -por llamarlo de alguna manera- fue Arte+Sur. El motivo: el célebre Mundial de Sky alpino y la euforia general del 92. Así nació esta feria granadina de arte contemporáneo que no muchos lectores recordarán. Los impulsores fueron la Asociación de Galerías Granadinas y los responsables de Ifabra, la Feria de Muestras de Granada, principalmente. Esta iniciativa resultó interesante, no por el interés intrínseco de la feria (francamente bajo), sino por evidenciar las consecuencias desastrosas que la falta de rigor de un comité de selección puede acarrear. Pocos acontecimientos artísticos españoles han recibido peores criticas. Lógicas si tenemos en cuenta que en sus expositores se apilaban artistas profesionales con aficionados, herreros con marmolistas, etcétera.
Otra iniciativa de muy distinto signo es Tránsito, la feria internacional de arte contemporáneo de Toledo, nacida en 1999 bajo la dirección de Emilio Navarro, exgalerista. Ubicada en la Escuela de Artes y Oficios junto a la sinagoga del Tránsito, en plena judería, seguía las pautas de la FIAC parisina, mostrando cada galería una sola propuesta, especialmente arriesgada.
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Tránsito mezcló en sus tres ediciones celebradas hasta 2001 el ámbito tradicional con entornos arquitectónicos complejos y singulares, como claustros, patios e iglesias. En la primera edición, el espacio se limitaba a la Escuela de Artes y Oficios y su entorno. En la segunda se utilizaron diversos espacios urbanos y en la tercera (2001) se volvió al recinto de la Escuela. Otra de las particularidades de esta feria era el uso del espacio natural en el entorno de la Escuela, presentándose cada año piezas de Land-Art en dos espacios naturales.
Nuevo siglo
El arranque del siglo estuvo marcado en el terreno que nos ocupa por el interés que las instituciones mostraron por las ferias de arte. Un caso referencial es Forosur, promovida por Feval, institución Ferial de Extremadura. Se estudiaron bien las pautas de Tránsito. Entre el 5 y el 8 de abril de 2001 se presentaba en Cáceres esta feria internacional con marcado carácter iberoamericano, ya que las galerías presentes fueron españolas, portuguesas y latinoamericanas. Esta feria, cuya organización dependía de la crítico de arte Rosa Queralt, con la participación en el comité de Simón Marchán Fiz y Bernardo Pinto de Almeida, seguía la filosofía del MEIAC, Museo Español e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, que apoya esta iniciativa. En la primera edición, el nivel fue muy alto, congregándose en Cáceres un reducido número de galerías -todas presentes en ARCO- y acaparando el interés de la crítica.
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El entorno monumental de Cáceres seguía las pautas de la feria organizada en Toledo, y así también se llevaron a cabo instalaciones por toda la ciudad. El número de galerías viene dado por los espacios disponibles en los edificios elegidos para ubicar la feria: el palacio Luisa Carvajal y la iglesia de San Francisco Javier (Preciosa Sangre) fundamentalmente, aunque con diversas intervenciones propuestas dentro del programa 'Dentro y Fuera', repartidas por todo el casco urbano. Otro factor que relaciona ambas ferias es la importancia fundamental que un acontecimiento así puede tener en una ciudad en la que el peso del arte y la arquitectura del pasado es enorme, eclipsando tradicionalmente el interés por la creación artística contemporánea.
En España se han celebrado ferias de hotel. Es un formato en el que el trabajo es pausado. Hay tiempo para hablar, las ventas son menores pero los acuerdos entre galerías resultan más productivos. Las principales fueron Barcelona, Valencia y Sevilla. Estas ferias siguen las pautas de otras ferias norteamericanas, como Grammersy Park Hotel Art Fair, su referente fundamental. Hoy no se mantiene ninguna. La crisis ha sido feroz.
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Ha habido otras muchas ferias, como DeFoto, una maravillosa iniciativa en San Sebastián, promovida por la fundación COOF y dirigida por Carolina Martínez. Ha sido tal vez la feria con un mayor nivel de las celebradas en España después de ARCO, claro. Congregaba a grandes coleccionistas internacionales; reunía a algunas de las mejores galerías del mundo especializadas en imagen y renovaba el conceptote la clásica París Photo.
Además, San Sebastián era un atractivo formidable para grades coleccionistas como los Foster, que todos los años aterrizaban con su 'jet' privado para disfrutar de la feria, de la ciudad y de su gastronomía, por supuesto.
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