Ana Cárceles Alemán
Sábado, 22 de abril 2023, 07:09
Ababol conmemora este año 2023 el centenario del Suplemento Literario de LA VERDAD rescatando colaboraciones de poetas del 27 que convirtieron la revista literaria en un interesante reflejo del impulso renovador y creativo del primer tercio del siglo XX. En esos momentos, la nómina de ... los creadores del 27 aparece aún sin firmes etiquetas, de modo que asistimos a los albores de una gran generación -tomada en su mayor amplitud- que se va ensamblando en torno a proyectos, revistas (Revista de Occidente, Índice, Helios, Litoral, Gaceta Literaria, Suplemento Literario de LA VERDAD, Verso y Prosa…) y editoriales, referentes literarios y amistad. Ortega definió oportunamente su afán por separase del pasado y su respeto a la tradición clásica: «El clasicismo auténtico debe darnos la medida de nuestro tiempo». Así pues, «agucemos los sentidos, elevemos el fervor para dar una proyección duradera a esas moléculas infinitesimales que constituyen el aire del tiempo y entre las que vuelan gérmenes de clasicismo».
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Luis Cernuda lo expresó con gracejo en esta «anotación» a modo de greguería, en 'Anotaciones' (Suplemento Literario; 10-10-1926):
Tradición. -Si yo no me la llevé:
Ella se vino conmigo.
Y Jorge Guillén apunta esta conclusión: «Para nosotros, la poesía no podía ser ni descripción ni efusión… Por el contrario, hemos tratado de crear de nuevo la realidad uniéndola al sentimiento, sin el cual no puede haber poesía» (Díaz de Castro, F. J. 'Jorge Guillén de viva voz'. Documentos A. (Genealogía Científica de la Cultura) Nº 2, 1991, pp. 51-60).
Si Juan Guerrero Ruiz y José Ballester fueron el alma del Suplemento Literario de LA VERDAD, su importancia no puede entenderse sin la sombra protectora de Juan Ramón Jiménez -de quien Guerrero era secretario y amigo- y sin la activa presencia de Jorge Guillén en Murcia desde febrero de 1926 a septiembre de 1929.
En muchas ocasiones (Juan Barceló Jiménez, F. J. Díez de Revenga, J. Gimeno Casalduero, F. J. Díez de Castro, J. M. González Vidal, etc.) se ha analizado la etapa de creación del poeta en Murcia y su colaboración especial con el grupo de intelectuales ligados al Suplemento Literario y después a 'Verso y Prosa'. Es oportuno recordar que el profesor y poeta vivió un tiempo feliz en Murcia y -a la vez que apoyó la actividad cultural- supo mirar su paisaje, su luz, sus gentes con los ojos de su alma lírica e incorporarlos a 'Cántico', su obra en marcha en ese tiempo. Con sencillez y emoción evocó el poeta -ya octogenario- su estancia en Murcia tras ganar con el número uno la Cátedra de Literatura Española en 1925:
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«Fui a Murcia en 1926, y allí estuve hasta el año 1929. Era la de allí una Universidad nueva. A mí me agradaba mucho la ciudad, me agradaba mucho el campo. Era precioso todo aquello. Al mismo tiempo, hubo una cierta actividad… Yo vivía en la calle de Capuchinas, Palacio de Ordoño, un edificio del siglo XVIII que ya lo han derribado para hacer en su lugar una casa estilo Chicago. Al secretario del Ayuntamiento -secretario fue Maquiavelo del Ayuntamiento de Florencia-, Juan Guerrero Ruiz, le ayudé a fundar y dirigir aquello que se publicó por entonces, 'Verso y Prosa', una revista en la que colaboramos todos los amigos. En Murcia terminé el primer Cántico que se publicó en 1928. […] El caso es que todo aquello de Murcia fue muy agradable. En 1929, su Universidad estaba pasando un período incierto: no se sabía si suprimirla o no. Pero siguió. El que no seguí fui yo» ('Más allá del soliloquio', Documentos. A, Nº 2, p. 28).
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Una circunstancia particular del poeta permite seguir paso a paso los pormenores de la gestación de 'Cántico' (diciembre, 1928). De febrero de 1926 a junio de 1929 Jorge Guillén tiene a su cargo la cátedra de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Murcia. Su esposa Germaine y sus dos hijos, Teresa y Claudio, permanecen en París, donde la familia residía (el poeta era lector de español en la Sorbonne desde 1917). El profesor viaja en vacaciones a París, y mantiene un contacto epistolar diario con su esposa, a quien escribe: «Si no te cuento a ti mi vida que no vivo contigo, tengo la impresión de no haberla consumado» (17-10-1928); de esta manera poseemos el más fiel y detallado testimonio: «Mañana empezará la impresión del libro: 'Cántico' -definitivamente-» (29-X-28). La elección del título se había convertido en un problema del autor, que valoró -con el consejo de sus amigos, especialmente de Salinas- distintos títulos una vez hecha la selección de 75 poemas que incluirá el libro. Por último, a su mujer le escribe convencido: «Je mantiens 'Cántico' -qui est bien- modestement. Je renonce au gran titre, au titre heureux, original, exact et imprévu. Me doy por vencido. Et je me contente de celui que répond à l'intime, et à léssentiel de non intention et de ma volonté -tout en étant- ref, sonore, et approprié… ¡Cántico! Cántico. Tu verras, tu verras dans deux siècles!... (31-X-28). (Biruté Ciplijauskaité: 'El mundo compartido: el nacimiento de Cántico'. Documentos A/2, pp. 61-64).
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Sabemos que Jorge Guillén escribió la primera parte de los poemas de 'Cántico' (1928) en Valladolid, durante el mes de junio de 1926. Pero en Murcia escribió poemas el 25 de noviembre de 1926; 2, 16, 19 de marzo y 2-3, 24, 30 de abril de 1928. También en Murcia decidió el título 'Cántico' el 3 de octubre de 1928.
En este primer 'Cántico' (75 poemas) encontramos al poeta de la luz, tocado por la gracia del amor, del asombro, del entusiasmo y del gozo; encontramos la mirada cordial sobre el mundo y las cosas. El poeta está guiado por una perspectiva esencial, afirmativa, que no tiene en cuenta las circunstancias azarosas sino el universo, el todo, y mantiene su conciencia universal, como si dispusiese de una mirada cenital abarcadora, cósmica y asombrosa: «Contigo edificado para ti / Quede este bloque ya tranquilo así» ('Aire nuestro').
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'Cántico' crecerá y se convertirá en un corpus complejo (334 poemas) que avanzará al compás de su creador; 'Clamor', 'Homenaje', 'Final' y 'Últimos poemas' completarán la obra definitiva, 'Aire nuestro' (Centro de Creación y Estudios Jorge Guillén, de la Diputación de Valladolid, 1987).
Pero veamos los poemas que Jorge Guillén publicó en el Suplemento Literario de LA VERDAD -números 12, 23, 56 y 57 del Suplemento- entre el 30 de marzo de 1924 y 22 de agosto de 1926.
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En el número 12 (30-03-1924), Guillén ofrece dos décimas. La primera de ellas no figurará en 'Cántico':
Me dormiré con los ojos
abiertos, por vez primera,
no contemplando la mera
verdad, que sin trampantojos
me convertirá en rebojos,
horros de mantel, la miga
que tan amable fatiga
de mi diente siempre fue.
¿Hambre tendré? No. ¿Pues qué
más da que tierno el pan siga?
El gusto por los objetos y lo concreto -aquí el mantel, el pan y la miga o la fatiga y el hambre- se une a la búsqueda de trascendencia y verdad última, inexorable. El poeta elige el tono irónico, quita gravedad y recuerda por tema, léxico y actitud lúdica a ciertos poemas de Quevedo y de Góngora.
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El segundo poema, 'Estatua ecuestre', escrito en Valladolid, es la primera versión de esta décima; apareció una segunda versión en el número 23 del Suplemento Literario (15-06-1924). La versión segunda que recogemos es:
¿El universo está aquí, / Entre el magín y la mano. / Para suspender en ti / Su intención de ser lejano? ¿No exaltas todo lo otro, / Oh ecuestre, en el inmóvil potro / Tan bravío como frío / ¿Vive en concierto tu alma / de piedra? - A fuerza de calma, / Que en torno hay tropel: Estío.
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Las variaciones en 'Estatua ecuestre' (1 y 2) aparecidas en el Suplemento se refieren a las oraciones interrogativas y a los tres versos finales: «Corra, corra por tu alma / la tierra, a fuerza de calma. / Calma: el cielo por el río».
Pero la décima que aparece en 'Cántico' es esta tercera y definitiva versión:
ESTATUA ECUESTRE
Permanece el trote aquí,
entre su arranque y mi mano.
bien ceñida queda así
su intención de ser lejano.
Porque voy en un corcel
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a la maravilla fiel:
inmóvil con todo brío.
¡Y a fuerza de cuánta calma
tengo en bronce toda el alma,
clara en el cielo del frío!
Guillén muestra ya su tendencia a la revisión constante y su idea del poema como un elemento dinámico en continua construcción.
El poeta sigue escribiendo los poemas de 'Cántico' desde Murcia. Cuando aparece el nº 56 del Suplemento (18-07-1926) el poeta lleva unos meses incorporado a su cátedra. En ese contexto se inscriben las tres décimas de este ejemplar, recogidas en 'Cántico' de 1928: «Oh luz sobre el monte, densa», que aparece en Cántico con el título 'La luz sobre el monte':
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LA LUZ SOBRE EL MONTE
¡Oh luz sobre el monte, densa
del espacio sólo espacio,
desierto, raso: reacio
mundo a la suave defensa
de la sombra! La luz piensa
colores con un afán
fino y cruel. Allí van
sus unidades felices,
¡inmolación de matices
de un paraíso galán!
Este dominio absoluto de la luz que es capaz de percibir el poeta armoniza con su concepto de poesía. El lector percibe la libertad, la alacridad, el entusiasmo. Dice Guillén sobre su escritura de estos momentos: «Notaba que me salía una poesía afirmativa. Que era de la vida. No de la vida burguesa. ¡De la vida!, de la vida, de la naturaleza, del mundo. Que no tenía tendencia a buscarme a mí solo en la soledad» (Díaz de Castro, F. J.: 'Jorge Guillén de viva voz. Respuesta en entrevistas varias'. Documentos. A, Nº 2, 1991, p. 51).
También sin título en el Suplemento aparece la décima que inicia sus primeros versos con una imagen bellísima tomada de la realidad inmediata; su título es 'Presencia de la luz' en 'Cántico':
(...) De esta luz… ¡Birlibirloque!
y los pájaros se sumen
velándose en el volumen
resplandeciente de un bloque.
Es el poeta quien contempla absorto la escena, pero en este y en otros poemas de Guillén el lugar y el momento adquieren toda la importancia. El yo poético ha desaparecido, de manera que el lector se ve también protagonista de esa mirada que disfruta del juego: los círculos que describen los pájaros en el azul del cielo murciano y el deslumbramiento de la hiriente luz que llega a ocultar, '¡Birlibirloque!' el volumen de las aves. La plasticidad de la escena de la tarde veraniega, la cegadora luminosidad de los colores y los sonidos de una naturaleza casi mágica quedan plasmados con extraordinaria potencia en la brevedad de la décima.
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Una última décima cuyo primer verso es 'Sola silba y se desliza', sin título en el Suplemento, aparece en 'Cántico' como 'Profunda velocidad':
PROFUNDA VELOCIDAD
Sola silba y se desliza
la longitud del camino
por el camino. ¡Qué fino!
¡Mas cómo se profundiza
la presencia escurridiza
del país, aunque futuro,
tras el límite en apuro
del velocísimo Ahora,
que se crea y se devora
la luz de un mundo maduro!
¡De nuevo la luz! Y la mirada que quiere retener las cosas en ese discurrir «del velocísimo ahora». La luz de Murcia inspira al poeta estas imágenes concretas que trascienden. La luz y el aire envuelven todo. Guillén confiesa que no se ha sentido nunca un poeta solitario, sino inmerso en el mundo, entusiasmado ante los seres y las cosas que se acompañan y potencian en el entorno. El tiempo se representa en la línea sutilísima de la luz, que es a la vez envolvente e ilimitada. Es la luz del «ahora» que tiene que ver con la afirmación del ser, esencial en la obra guilleniana. El poeta enuncia los versos como una verdad sentida por él: 'La luz de un mundo maduro'. En el poema es más importante lo sugerido en las imágenes que aúnan tiempo y luz, presencia y futuro, camino y límite, crear y devorar… como suma de contrarios en relación con la inteligencia y el sentir del poeta.
En el número 57 del Suplemento (22-08-1926) aparece 'El paraguas en el viento', un texto en prosa poética. Un juego literario muy en la línea vanguardista. Guillén aprovecha las figuras geométricas y cómicas que sugiere un paraguas volteado por el viento y sus posibles metamorfosis, inútil ya para proteger de la lluvia: bastón, arma, adorno…
El Suplemento Literario supo mantener su altísimo nivel de colaboradores hasta la fundación en enero de 1927 de 'Verso y Prosa'. El sumario del número 59 y último, de 10 de octubre de 1926, recoge el romance de Federico García Lorca 'Reyerta de mozos' ('Romancero gitano') y 'Anotaciones', de Luis Cernuda; entre ellas, dos muy significativas:
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A Juan Guerrero
Aunque a la voz ya no acuda
desde las aguas, ¡cuán fiel
la Verdad, blanca y desnuda,
está en el terso papel!
Y esta otra 'Anotación':
Del cristal, a un lado, el cielo
al otro, la estancia.
¿Quién Sueña, en el sillón su vuelo?
El Cantor. Jorge Guillén
«El arte de mirar mejora lo mirad», dice en aforismo Dionisia García; Jorge Guillén miró así Murcia y recordó entrañablemente vivencias y amistad desde Murcia. El profesor Díez de Revenga recoge el testimonio de Claudio Guillén quien al pasear por la calle de la Aurora le comenta que su padre en Wellesley, cuando «en los fríos inviernos de Nueva Inglaterra, rodeado de nieve por todas partes, quería entrar en calor, imaginaba espacios de las ciudades cálidas del Sur España, en las que había vivido, y entonces escribía poemas con los recuerdos de sus ambientes cálidos y acogedores […]».
El 27 de enero de 1944, con los recuerdos de la cálida Murcia, escribe 'Calle de la Aurora':
Así se llama: calle de la Aurora.
Puro el arco en el medio, cal de color azul
aurora permanente que se asoma
-Sobre corre o motín-, al barrio aquel del Sur.
humilde eternidad por calle corta.
*** Perlas del Suplemento Literario de LA VERDAD. Próxima entrega (6 de mayo). Tres poemas de 'Marinero en Tierra', de Rafael Alberti.
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En la 'Revista Electrónica de Estudios Filológicos' (Número XVI), en un artículo titulado 'Jorge Guillén, poeta y catedrático de la Universidad de Murcia', Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático emérito de la Universidad de Murcia, cuenta que Guillén nació Valladolid en 1893, y cursó estudios en Suiza y en la Residencia de Estudiantes de Madrid, para ser después profesor universitario en París, Murcia, Oxford y Sevilla. «Crea en Murcia, con Juan Guerrero, la revista 'Verso y Prosa' (1927) y colabora en el homenaje a Góngora, sobre quien había versado su tesis doctoral (1925). Después de la guerra es profesor en Montreal y Wellesley». Murió en 1984 en Málaga. «No ha decaído en ningún momento -observa Díez de Revenga- aquella inquietud inicial de hombre en el mundo, de poeta que inquiere sobre la esencia y la existencia del habitante de una tierra en la que todo sufre transformaciones y la vida del poeta detecta tales cambios. Las reacciones de Jorge Guillén durante esos sesenta y cinco años de actividad como poeta, como pensador, como filósofo de la palabra exacta y precisa, van variando con el tiempo».
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