Las competiciones deportivas suelen generar debates y estereotipos sobre el rendimiento de los atletas y su relación con el origen étnico. Además de las manifestaciones racistas, lamentablemente habituales en los campos de fútbol, donde se descarga la impotencia con imprecaciones sobre aspectos diferenciales, a menudo ... escuchamos afirmaciones que sugieren que ciertos grupos étnicos sobresalen en unos deportes más que otros en distintas disciplinas. La Ciencia permite evidenciar que estos supuestos son, en su mayoría, construcciones sociales y culturales, ya que la genética no es tan determinante como solemos pensar en el rendimiento deportivo. De hecho, los seres humanos somos increíblemente similares entre nosotros en términos genéticos: compartimos más del 99.9% de nuestro ADN, lo cual nos hace prácticamente iguales en un sentido biológico.
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La idea de que un grupo étnico esté mejor adaptado para un deporte específico es reduccionista y pasa por alto la complejidad de factores que influyen en el éxito atlético. La genética, aunque desempeña un papel en las características físicas, es solo una parte de la ecuación. Variables como el acceso a instalaciones deportivas, la cultura, la motivación personal, el apoyo social, la dieta y la dedicación al entrenamiento influyen profundamente en el desarrollo de un atleta. Además, la estructura social y las oportunidades disponibles para ciertos grupos también tienen un impacto crucial. Por ejemplo, en muchas comunidades de África Oriental, el correr es una tradición y una opción de movilidad social, lo que impulsa a las personas a entrenar desde una edad temprana. Esto no es una consecuencia de una «genética superior» para correr, sino del contexto social y cultural que lo promueve.
Los estudios genéticos indican que no existen diferencias significativas en el ADN de los diferentes grupos étnicos en cuanto a capacidades físicas, sino que los genes que influyen en características atléticas son compartidos por todas las poblaciones. Existen ciertos genes, como el ACTN3, que está relacionado con la rapidez y el rendimiento en actividades de potencia o el ACE, que influye en la resistencia; sin embargo, estos genes no son exclusivos de ningún grupo étnico en particular y se encuentran en personas de todas partes del mundo. Además, tener una variante de estos genes no garantiza automáticamente el éxito en un deporte, sino que debe complementarse con entrenamiento adecuado, esfuerzo constante y un entorno favorable. La influencia de la genética en el rendimiento deportivo es, en realidad, limitada; la interacción entre genética y ambiente es lo que moldea a un atleta. Las diferencias en el rendimiento deportivo están fuertemente relacionadas con el contexto en el que cada persona crece y entrena. Otro aspecto que desmiente la idea de que algunos grupos étnicos tienen «ventajas naturales» en ciertos deportes es el cambio observado en los patrones de éxito deportivo a lo largo del tiempo. En la historia de los Juegos Olímpicos, podemos observar que el dominio de ciertos países en determinadas disciplinas ha variado. El nivel de inversión en infraestructura deportiva, políticas de apoyo a los atletas y programas de formación son determinantes. En lugar de suponer que ciertos grupos están «predestinados» para el éxito en determinadas áreas, debemos considerar que las oportunidades de entrenamiento, el apoyo social y la motivación también son fundamentales.
Cada vez hay más evidencia de que los seres humanos son iguales en un porcentaje extraordinariamente alto. Los conceptos de «raza» y «etnicidad» son construcciones sociales más que realidades biológicas y los seres humanos comparten un código genético muy similar. La genética de los individuos y de los grupos es una fuente de diversidad y singularidad, pero no una explicación definitiva para el rendimiento deportivo.
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La genética no determina el destino deportivo de una persona. A pesar de que algunos grupos étnicos pueden estar sobrerrepresentados en ciertos deportes, la verdadera razón detrás de su éxito radica en factores culturales, ambientales y en las oportunidades que tienen para entrenar y desarrollarse en esas disciplinas. Creer que un grupo étnico es «naturalmente mejor» en un deporte perpetúa estereotipos y limita nuestra comprensión de las verdaderas razones detrás del éxito atlético. En el fondo, todos los seres humanos compartimos un alto grado de similitud genética y es el esfuerzo, la dedicación y el entorno lo que moldea a los atletas de élite. La diversidad en el deporte es lo que realmente hace de la competencia deportiva una actividad apasionante y representativa de la humanidad. Ningún sentido el de los gritos racistas en el fútbol. ¡Impotencia de otro género!
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