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El plástico, especialmente el polietileno, es uno de los materiales más utilizados en el mundo, debido a su versatilidad y durabilidad. Estas mismas propiedades lo convierten en un grave problema ambiental, ya que su descomposición natural puede tardar cientos de años. La acumulación de plástico ... en los océanos incentiva la búsqueda de soluciones innovadoras para mitigar su impacto. Descubrimientos recientes revelan que hay hongos marinos que tienen la capacidad de descomponer el polietileno, pero solo después de que este haya sido expuesto a la radiación ultravioleta de la luz solar.
La contaminación por plásticos es un problema global que requiere soluciones urgentes. Investigaciones recientes han identificado otro hongo marino capaz de descomponer el polietileno. Ya se conocía el 'Aspergillus tubingensis', que se encuentra en ambientes marinos y ha mostrado una capacidad notable para biodegradar plásticos bajo ciertas condiciones. Sin embargo, el proceso no es directo. Se ha encontrado que el polietileno debe ser previamente tratado con radiación ultravioleta (UV) para que el hongo pueda actuar sobre él eficazmente. La luz solar, rica en radiación UV, provoca la fotodegradación del plástico, rompiendo las largas cadenas de polímeros en fragmentos más pequeños y oxidados. Estos cambios estructurales y químicos en el polietileno hacen que sea más susceptible a la acción enzimática del hongo. En esencia, la radiación UV actúa como un pretratamiento que prepara el plástico para la biodegradación. Una vez que el polietileno ha sido expuesto a la radiación UV, el hongo 'Aspergillus tubingensis' puede adherirse a la superficie del plástico y secretar enzimas que descomponen los polímeros. Este proceso enzimático desintegra el polietileno en compuestos más simples que pueden ser asimilados por el hongo como fuente de carbono y energía. Este descubrimiento abre nuevas vías para el tratamiento de desechos plásticos, especialmente en ambientes marinos.
Ahora, el artículo publicado en la revista 'Science of the Total Environment', indica que microbiólogos del Real Instituto de Investigación Marina de los Paises Bajos, identificaron al hongo 'Parengyodontium álbum', que vive sobre la basura plástica del océano, es capaz de descomponer al polietileno. Bacterias degradantes hay varias, pero hongos solamente se han identificado cuatro. Se ha empleado el isótopo C13, en muestras cuya ingesta por los hongos se ha controlado y se ha seguido el proceso de degradación. Se ha cuantificado el proceso concretando en una descomposición de un 0,05% diario y que la mayor parte del carbono del plástico no lo utiliza el hongo, pero el que utiliza lo convierte en dióxido de carbono y lo excreta. No plantea dificultades adicionales esta excreción, dado que las cantidades son escasas y comparables a las que liberan los humanos al respirar.
El proceso requiere la acción previa de la luz ultravioleta, lo que limita la degradación al plástico que ha estado flotando en la superficie o sumergido cerca de ella. El que la luz ultravioleta descompone el plástico es conocido desde hace mucho tiempo y se debe a que la absorción de energía UV, genera radicales libres y causa la ruptura de los enlaces éster y aromáticos en la estructura del polímero. Esto genera la formación de fragmentos más pequeños y productos oxidados, modificando las propiedades del PET y facilitando su degradación. Este proceso es fundamental para convertir el PET en formas más manejables y susceptibles a la biodegradación o al reciclaje.
La conclusión de alcance es que los hongos marinos pueden descomponer materiales complejos hechos de carbono. Existen numerosas cantidades de hongos marinos, por lo que es probable que, además de las cuatro especies identificadas hasta ahora, otras especies también contribuyan a la degradación del plástico. Aún quedan muchos interrogantes sobre la dinámica de cómo se produce la degradación del plástico en las capas más profundas.
Dada la conducta humana, incapaz de frenar nuestra propia destrucción, encontrar organismos que degraden el plástico, es urgente. Cada año, producimos más de 400.000 millones de kilos de plástico y se espera triplicar esta cifra, como mínimo, para 2060. Gran parte de los residuos plásticos acaban en el mar; desde los polos hasta los trópicos; flotan primero y alcanzan mayores profundidades marinas y acaban cayendo al fondo marino. Las corrientes en forma de anillo de los océanos atrapan los plásticos que quedan casi inmóviles en las zonas subtropicales. Se estima que se han acumulado unos 80 millones de kilos en el Pacífico Norte, que solo es una de los seis grandes corrientes en forma de anillo. ¡No es una broma!
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