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Pepa García
Martes, 21 de julio 2015, 11:46
Le encanta, después de una caminata de dos horas y media, tomar una cerveza en el chiringuito de La Llana. «Te la ponen fría fría y es Estrella de Levante», cuenta y se imagina disfrutándola. Paco López Mengual (Molina de Segura, 1962), descendiente de una familia de comerciantes «desde mis bisabuelos», es mercero de profesión, un negocio heredado de su madre y sus tías que regenta en la calle Mayor de su pueblo: «Las Marujas, por mi tía mayor». Aunque soñó con ser periodista, el 'miedo' se lo impidió y acabó estudiando Magisterio, que nunca ejerció y que cambió para moverse con soltura entre apechusques de costura. «De lo que de verdad entiendo es de botones, tiras bordadas e hilos para bordar a punto de cruz».
1
-¿Un sitio para tomar una cerveza?
-El chiringuito de La Llana, en San Pedro del Pinatar.
2
-¿Qué música le suena en el teléfono móvil?
-No tengo móvil.
3
-Un libro para el verano.
-'Dietario Mágico', de Moyano.
4
-¿Qué consejo daría?
-No doy consejos; estoy para que me los den.
5
-¿Facebook o Twitter?
-Facebook, sin lugar a dudas.
6
-¿Le gustaría ser invisible?
-A veces sí.
7
-¿Un héroe o heroína de ficción?
-Indiana Jones.
8
-Un epitafio.
-Aquí os espero.
9
-¿Qué le gustaría ser de mayor?
-Ya soy mayor.
10
-¿Tiene enemigos?
-Alguno hay, la literatura es peor que la política.
11
-¿Lo que más detesta?
-La envidia.
12
-¿Lo peor del verano?
-El calor.
-¿De qué no somos conscientes?
-Muchas veces, de lo que somos capaces de hacer. Yo, cuando me puse a escribir mi primer libro ('La memoria del barro', 2005), quise hacer un relato: una historia que me contaron en la tienda. Eso fue creciendo y creciendo hasta que se convirtió en una novela. Yo fui el primer sorprendido de ser capaz.
-¿De qué es un enamorado?
-Desde que hace una década escribí mi primer libro, la literatura se ha convertido en una de mis grandes pasiones. Quien se alimenta de historias, como yo, termina contando historias. De hecho, mi segunda novela ('El mapa del crimen') tiene su origen en una historia que me contaba mi madre de niño. Un crimen que ocurrió en Molina bastante tremendo y del que fue testigo en 1952. Ella [Fulgencia] tendría 15 o 16 años, y un domingo, de paseo, asesinaban al farmacéutico en la calle Mayor por una causa nada clara. Le impresionó tanto que me lo contaba casi a diario. Mi madre, que murió hace 6 meses, era una gran contadora de historias. Me ha contado tantas... Y han aparecido casi todas camufladas en mis libros, hasta tal punto que muchos debería haberlos firmado mi madre.
-¿Con qué sueña?
-El mayor sueño es no dejar de soñar.
-¿Y el mayor miedo?
-No tener proyectos en la vida, tanto literarios como personales o empresariales. Soy una persona con muchos pájaros en la cabeza y continuamente los tengo ahí piando. La mayoría se escapan sin poderlos enjaular, pero de vez en cuando enjaulo alguno.
-¿Qué no puede faltar en su vida?
-Las historias. Me alimento de historias. Me gustan más las historias que las gambas.
-¿A qué edad empezó a trabajar en la mercería?
-Con 21 o 22 años, cuando terminé Magisterio. Aunque de niño también he trabajado siempre. Utilizo el mostrador de mi mercería como la atalaya desde donde miro el mundo; me gusta hablar con la gente.
-¿Qué es sobre todo?
-Un gran oyente. Me gusta más escuchar que hablar. Mi primera novela surge de una conversación en la tienda con un restaurador de arte. Supongo que si no fuera mercero, me ocurriría lo mismo.
-¿Qué verano no olvida?
-Me gusta más el invierno, pero quizá los de la niñez. Esos veranos largos, aburridos, silenciosos, en los que se escuchaban tanto las chicharras... Son los veranos que más vuelven a mi mente. Prácticamente no hacía nada: estar con un amigo charlando, fumando algún pitillo a escondidas, leyendo...; y eran tardes muy largas que daban prácticamente para todo. Soy de secano.
-¿Qué hacía y ya no puede?
-Recuerdo haberme bañado en el río con mi madre, tendría 5 o 6 años. Después, imposible, era prácticamente una cloaca.
-¿En qué rincón se refugia?
-En mi despacho, en mi biblioteca,... Es el lugar donde leo, donde escribo, donde tengo el ordenador (soy muy activo sobre todo en Facebook). Paso tres o cuatro horas diarias en el despacho.
-¿Cuáles son sus vacaciones ideales?
-Me gusta viajar. Me gusta el viaje cultural para conocer ciudades. Sería un sueño un mes viajando de capital en capital. Casi la vuelta al mundo de Phileas Fogg.
-¿A qué dedica el tiempo libre?
-No tengo tiempo libre. Soy comerciante, por lo que echo de 8 a 10 horas en la tienda, aunque me suelo escaquear cuando tengo charlas literarias o presentaciones, y el resto lo paso en mi despacho.
-¿Alguna afición?
-Me gusta la jardinería, le echo unos ratos al jardín, aunque el año pasado tuve un accidente en la espalda y este año lo tengo un poco dejado. Una de mis aficiones es mantener la parcela.
-¿Nos expresamos bien hoy?
-Yo creo que se está escribiendo más que nunca, incluso se está leyendo más que nunca. Quizá se escriba de otra manera (por las redes sociales), pero la gente se está comunicando por escrito más y se está haciendo entender.
-¿Qué añora?
-La tranquilidad, aburrirme. Un día que no tenga nada que hacer. Siempre ando agobiado haciendo cosas que tenía que haber hecho una semana antes.
-¿Qué cambiaría?
-El mundo entero. No me gusta el mundo actual que se ha rendido ante el capitalismo más feroz. No me gustan los centros comerciales, ese tipo de vida por el que hemos optado. En vez de salir a pasear a las ciudades ir a hacerlo a un centro comercial. Se ha perdido el comercio en las ciudades. Murcia es una ciudad prácticamente desierta los fines de semana. A la gente le han creado unas islas de consumo y acuden. Yo acabaría con ese concepto de vida que se está imponiendo. Estamos perdiendo nuestra esencia.
-Y con todo esto, ¿cómo marcha la mercería?
-Está tocada de muerte. Estamos, como los dinosaurios, en extinción. A la crisis del comercio tradicional se une la de la costura. Últimamente ha remontado un poco por las manualidades, pero las mujeres de hoy no cosen y es un negocio fundamentalmente enfocado a las mujeres. Muchas veces digo que vivo de las mujeres, aunque suene un poco fuerte. En la mercería, el 90% de la clientela es mujer, y he detectado que el 80% de mis lectores son mujeres.
-¿En el papel de quién se metería con los ojos cerrados?
-Me encanta Indiana Jones, ese mundo de aventura, de cultura, de historia,...
-¿Qué le hubiera gustado ser?
-Periodista, pero en la época en que terminé no existía en Murcia. Quizá me asusté por tenerme que ir a Madrid y dejar aquí a mis amigos; quizá pongo la excusa de la economía familiar... Opté por hacer Magisterio, pero sin mucho entusiasmo.
-¿Hasta dónde nos va a llevar tanta reforma educativa?
-Creo que al desastre, porque no sé las reformas que lleva este país en los últimos 30 años y cada vez vamos a menos educativamente, los resultados son peores y los chavales salen peor preparados de las escuelas. Desconfío de cada nueva reforma y de cómo se usa todo en este país como rivalidad política.
-¿Qué es un gran problema?
-Que los maestros cada vez tienen menos formación; uno de los grandes problemas de este país que nadie se atreve a plantear.
-¿Por qué se lee poco en Murcia?
-Tenemos uno de los índices de lectura más bajos de España y creo que tiene que ver el tiempo. El buen tiempo hace que se lea poco. En invierno, esas tardes maravillosas que en otras partes está lloviendo y la gente se cobija en sus casas, aquí las aprovechamos para salir. Eso también hace que se escriba menos. Hasta hace poco había muy pocos escritores en Murcia, y de los pocos que había era muy difícil que su trabajo se leyese fuera de nuestras fronteras. Yo siempre he dicho que parece que había una frontera a la altura de Albacete que impedía que los autores de Murcia pasasen. Por suerte, eso ha desaparecido y a Pérez-Reverte, Sánchez Rosillo o García Montalvo se van uniendo María Dueñas, que ha dinamitado el mercado nacional e internacional; Jerónimo Tristante, Manuel Moyano, finalista del Premio Herralde...
-¿Y no puede ser que se produzca el efecto llamada?
-No lo sé porque el murciano en general no está bien visto en España, somos casi como ciudadanos de segunda. Ahora empieza a llamar la atención el fenómeno en Murcia, a pesar del poco interés de la Consejería de Cultura pese a que tenemos un potencial grandísimo y primeros espadas. Si esto lo coge otra Comunidad...
-Para usted un libro es...
-Un sueño atrapado entre palabras y enjaulado entre unas tapas para que los demás lo podamos disfrutar. A mí, escribir libros me ha dado vivir muchísimo más.
-¿Qué le hace feliz?
-A nivel literario, cada vez que un lector, de forma sincera, me dice que le ha gustado mucho una de las historias que he creado. Es una experiencia bastante gratificante y se acerca bastante a la felicidad. Yo no creo en la felicidad como un estado permanente. La vida está llena de ráfagas de felicidad.
-¿Cuándo disfruta como un cochino en un lodazal?
-Cuando encuentro un libro que me encanta. Es un disfrute total. También gozo mucho cuando gana el Atlético de Madrid o pierde el Real Madrid.
-¿Cuál es el último libro que le ha provocado ese placer?
-Ahora tengo en la mesilla una biografía de Valle Inclán que se llama 'Entre la espalda y la palabra' y algunas de las anécdotas de Valle Inclán, como las cuenta Manuel Alberca, me han encantado.
-Como sociedad, ¿qué deberíamos salvaguardar sobre todo?
-Me gusta la sociedad occidental. Tiene muchos defectos, pero grandísimas virtudes. Ha sido creada a base de ciudades, deberíamos conservarlas, y la ciudadanía.
-¿Qué es lo mejor que le ha pasado?
-Tener una hija.
-¿Es de inventar historias a todo el que pasa a su lado?
-Sí. Todas mis historias están inspiradas en la realidad, pero luego voy moldeándola. No podría ser historiador ni periodista porque a mí la realidad pura y dura no me jodería una buena historia.
-¿Cuáles son sus virtudes?
-Dudo que tenga. No sé, quizá la paciencia, el saber escuchar.
-¿Qué es lo que más valora?
-La gente que se presta a ayudar y a echar una mano a los demás de forma desinteresada. La gente que es organizada, trabajadora.
-¿Que no soporta?
-La envidia, es lo peor que le puede ocurrir a un ser humano porque ni siquiera disfruta de lo que tiene y está siempre ansiando lo de los demás. Eso le impide el propio disfrute y que los demás disfruten. Me parece terrible.
-¿Qué cambió su vida?
-Empezar a escribir me dio otra dimensión totalmente distinta. Me ha hecho no solo vivir otras vidas que he ideado, sino conocer a gente extraordinaria, relacionarme con personas que me han llenado muchísimo. Me ha hecho viajar, perder muchos miedos. Me ha realizado como persona.
-Cinco libros imprescindibles
-Son casi todos de españoles: 'Soldado de Salamina', de Javier Cercas, es mi libro; cuando lo leí no escribía y pensé que era el libro que me hubiese gustado escribir. Otro autor fundamental es Camilo José Cela ('Viaje a la Alcarria' y 'La familia de Pascual Duarte'). De Arturo Pérez-Reverte, casi todo; y Miguel Delibes ('Los santos inocentes').
-¿Cómo ve el futuro?
-Yo siempre soy optimista, pero cada vez me cuesta más serlo. A nivel económico, va a ser difícil salir de esta crisis en la que nos han metido, recuperar incluso los parámetros anteriores al 'boom'. A nivel personal, soy optimista, sé que me lo voy a pasar bien aunque sea sin dinero.
-¿Cómo se relaja?
-Echando la siesta, de las que me he hecho un fan: 20 minutos y en la cama. Soy incapaz de dormirme en un sofá.
-No se pondrá el pijama
-En invierno me dan ganas.
-¿Dónde no viajaría en verano?
-Al sur, cada vez se me hace más complicado soportar en verano el calor. De hecho, Murcia casi casi deberían cerrarla en verano. [Ríe]
-¿Que no olvida?
-De dónde vengo. Si somos de pueblo o de Murcia, tenemos que recordárnoslo siempre. Son nuestros orígenes y lo que nos ha marcado. Yo nunca lo olvido, siempre ejerzo de ser de pueblo. Hace dos años fui pregonero de las fiestas de Molina y me hizo mucha ilusión. A los que somos de pueblo nos gustan mucho esas cosas. Me gusta también ambientar mis novelas en Murcia. Siempre hemos tenido cierto complejo, parece que le quitabas categoría. [Vuelve a reír].
-¿Confía en las generaciones venideras?
-Sí, más que en las actuales. Creo que para superar a las generaciones actuales, no hace falta ser muy bueno. Es un desastre la clase política que tenemos en nuestro país y en nuestra región. Tremendo.
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