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El negocio de los másteres y trabajos universitarios en España

El negocio de los másteres y trabajos universitarios en España

Particulares y empresas se ofrecen en internet para hacer trabajos de fin de grado y tesis doctorales a cambio de cientos de euros. «El fraude lo comete el alumno», se defienden

SUSANA ZAMORA

Miércoles, 28 de marzo 2018

La experiencia la sufrió en sus propias carnes. Había sacado Derecho con buen expediente académico y se matriculó en el Máster de la Abogacía que habilita para el ejercicio de la profesión. Lo que nunca imaginó es que el tramo final de sus estudios se le atragantaría tanto. Se equivocó al elegir el tema del trabajo de fin de máster, porque apenas había información ni bibliografía sobre él y, cuando quiso rectificar, ya estaba fuera de plazo. «Desesperado», sin orientación del tutor, buscó en internet a alguien que le sacase del apuro, pero el trabajo que le entregó, «además de tarde, resultó una basura». Le costó 450 euros y tuvo que «rehacerlo entero».

Tras aquella «estafa», Juan (nombre ficticio) decidió prestar su conocimiento y experiencia en 'Tus Trabajos Universitarios', un portal que se ofrece en la Red para completar los «trabajos universitarios que tú no puedas o no quieras hacer», según anuncian en su propia web. «Pensó que si él, que siempre había sacado buenas notas, había sufrido ese calvario, otros estudiantes también podrían estar pasando por lo mismo. Por eso decidió entrar en este negocio y orientarles en todo el proceso con plenas garantías económicas y de confidencialidad», explica Gloria, coordinadora de la empresa.

No son los únicos que se presentan en internet con reclamos similares para «ayudar» a los estudiantes. Basta con poner en cualquier buscador 'Comprar TFG o TFM' (trabajo fin de grado o trabajo fin de máster) para que el servidor arroje decenas de resultados de particulares (muchos de ellos profesores universitarios) y de sociedades, algunas con nombres tan sugerentes como 'Aprobar sin estudiar', 'Universitarios en Apuros' o 'No hagas nada'. En esta última plataforma, en la que puede leerse de forma explícita «Encarga tu trabajo; nosotros lo hacemos», el usuario puede calcular al instante lo que le va a costar su pedido según una serie de especificaciones. Por ejemplo, un trabajo de fin de grado de 45 páginas, con interlineado sencillo (500 palabras por página), bibliografía estilo Vancouver y de 16 a 20 fuentes bibliográficas cuesta 788 euros.

Los rectores recuerdan que «la adquisición de conocimiento exige esfuerzo y no cabe el fraude intelectual»

En el caso de 'Tus Trabajos Universitarios', compañía que cobra entre 10 y 12 euros por página, el encargo se encarece si el tiempo apremia, «ya que el profesor tendría que aparcar el resto de proyectos para dedicarse en exclusiva a solo uno de ellos». La mayor parte de los pedidos que reciben estas plataformas son TFG y TFM, pero también tesis doctorales, que, «dependiendo del tiempo y la complejidad, pueden costar entre 1.000 y 3.000 euros», apunta Gloria.

Este lucrativo y controvertido negocio no ha dejado de crecer en los últimos años, alimentado por la implantación del Plan Bolonia en todas las universidades españolas en 2008, cuando las licenciaturas se convirtieron en grados y se exigió a los alumnos la realización de un trabajo de investigación en el último semestre de la carrera. Los TFG son una asignatura más del plan de estudios; seis créditos de los 240 que tiene la carrera, y que hay que aprobar para obtener el título.

Recurrir a la compra de estos trabajos puede salir muy caro. Y ya no hablamos de dinero. «El estudiante estaría incurriendo en un supuesto de falsedad documental, recogido en nuestro Código Penal y penalizado con hasta dos años de prisión», advierte José Antonio Ruiz, abogado especialista en Propiedad Intelectual del despacho Gómez-Villares&Atencia. En su opinión, la empresa contratada podría ser considerada «cooperador necesario» para la comisión del delito y, por tanto, arriesgarse a la misma pena. Eso sí, habría que probarlo, algo que se antoja complicado cuando ni el que compra ni el que ejecuta el trabajo están interesados en demandar.

«No hacemos nada ilegal»

En 'Tus Trabajos Universitarios' niegan que estén haciendo algo «ilegal». «Por eso damos la cara», aducen, antes de descargar toda la responsabilidad en el alumno, «que es quien puede cometer el fraude». Insisten en que si este tipo de plataformas operan es porque «hacen falta». Desde la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) expresan su «más absoluto rechazo» a estas prácticas, que juzgan «incompatibles con los valores que promovemos». Recuerdan además que «la adquisición de conocimientos siempre exige un esfuerzo, en cuyo proceso de aprendizaje no tiene cabida el fraude intelectual».

Los perfiles de los clientes son diversos; desde aquellos que dicen sentirse desbordados, bien porque cursan otros estudios en paralelo, trabajan o tienen una familia a su cargo que les resta tiempo, a aquellos «más flojos» que no se quieren jugar el título y prefieren pagar para asegurarse el aprobado y evitar tener que matricularse de nuevo. «Luego, hay otros que se encuentran perdidos y que, dependiendo del tutor que tengan, se consideran abocados al fracaso», alerta Gloria.

Este argumento lo suscribe un abogado en ejercicio y profesor de máster en una universidad española que se ofrece en un portal de anuncios a «colaborar» en la realización de TFG o TFM. No oculta que se dedica a ello «por dinero (entre 10 y 12 euros la página)», aunque «de forma ocasional». Y es consciente de que si se prestara a ejecutar el trabajo en su totalidad estaría cometiendo «un delito como un piano». Para evitarlo, firma un presupuesto y se declara exento de cualquier práctica ilícita, «porque yo solo ayudo», insiste. Dice que tiene «la conciencia muy tranquila» (aunque exige mantener oculta su identidad), y denuncia que «algunos profesores universitarios cobran por cada alumno que tutorizan y, a veces, ni se leen los trabajos».

«Algo falla en el sistema cuando hay estudiantes que acuden llorando desesperados en busca de orientación, por eso es injusto que nos juzguen por lo que hacemos», mantiene Gloria, en cuya plataforma trabajan doce profesores universitarios de distintas áreas de conocimiento y colaboran otros 25. Explica que, «desde el principio», alumno y docente trabajan «mano a mano» en el proyecto encargado. «El profesor le explica lo que ha hecho, de dónde ha sacado la información, y le sugiere que lo modifique a su gusto para que pueda defenderlo con seguridad ante el tribunal evaluador; si no lo hace, es su responsabilidad -enfatiza-. Una vez entregado el trabajo original al estudiante, solo él puede responder del uso que haga».

Frente a este argumento, Beatriz Nieto, abogada del despacho Cum Laude, recuerda que, de acuerdo con el artículo 14 del Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, «los derechos morales de autor, entre los que se encuentra el reconocimiento de su autoría, son irrenunciables e inalienables». Significa que, aunque el autor autorice al alumno a presentar el trabajo en la universidad, no se extingue ese derecho de paternidad, que sigue conservando. «Siempre debe indicarse quién es el autor de la obra, aunque los derechos para su uso puedan ser transmitidos», precisa el letrado José Antonio Ruiz. De torcerse las cosas, estaríamos ante un posible delito de plagio que podría acabar dirimiéndose frente a un juez. Precisamente, uno de los reclamos de este negocio es la originalidad de los trabajos, pues son conocedores de los filtros antiplagio que tienen los centros académicos españoles desde hace años.

Colar un trabajo original

Pero, ¿cómo detectar que el trabajo no lo ha hecho el alumno? 'A priori', si es original, se ha estudiado la presentación y responde correctamente a las preguntas del tribunal, puede resultar difícil. Por eso, algunas universidades, como la de Málaga, ya han modificado el reglamento que regula los TFG para dar más peso a la figura del tutor y al seguimiento que hace de la labor del estudiante.

Desde el cambio de normativa, la evaluación ya no recae en un tribunal cuando el trabajo está terminado, sino que es el propio tutor quien regularmente puntúa cada fase de su elaboración. «De este modo, y con tutorías cada quince días, se antoja difícil que alguien pueda colar un trabajo que no es suyo. Además, cuando sabes que es un estudiante de cinco y te presenta un trabajo de diez, es poco probable no darse cuenta», explica Chantal Pérez, vicerrectora de Estudios de Grado de la Universidad de Málaga, quien califica estas prácticas de «moralmente reprobables» y, sobre todo, un «agravio comparativo» con el resto de compañeros.

euros se pagan de media por cada página de un trabajo fin de grado o de máster, que suelen tener entre 45 y 50. Por el encargo de una tesis doctoral se puede abonar más de 3.000 euros.

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