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ALBERTO FRUTOS
Viernes, 22 de diciembre 2017, 01:26
Si hay que poner fin a las cosas infinitas, que sea en diciembre. Por su esencia de despedida con regreso a la vuelta de una esquina formada por cuartos y campanadas, por su aroma a reencuentro y partida, ganada o perdida, por su acero firme rompiendo con todo a la espera de la organización de las nuevas expectativas. Nunatak, banda formada en Cartagena que ha necesitado solamente dos discos para cautivar a un buen número de personas rendidas a su capacidad para hacer de la sencillez dramática un arma de épica de efusividad masiva, parece coincidir con esta fórmula de decir hasta pronto. O al menos, eso parecen indicar las señales de su concierto de esta noche en El Batel, maravilloso auditorio ubicado en la ciudad portuaria, con el que finaliza la gira de 'Nunatak y el pulso infinito', un trabajo que resuena como un rugido en medio de la nieve, poético y rabioso, delicado y desafiante. Si la tarea de mantener el eco con vida está en la mano de canciones como 'La primera luz', 'El grito', 'Después de todo' o 'Principio y fin', nos ofrecemos voluntarios para seguir respirando tranquilos. En Nunatak saben lo que hacen, lo llevan a cabo con una humildad ejemplar y las ideas claras explotan por su presencia. Esta noche, tras más de cincuenta conciertos, se marchan en tren camino de un futuro que se intuye esplendoroso, ahí están 'Nadie nos va a salvar' y 'Romper el cielo' como ilusionantes pistas de lo que está por venir, y lo harán con un espectáculo que tiene todo para dispararse hacia el mismo centro de nuestra memoria. Está la emoción, están los amigos, está el agradecimiento y, por supuesto, están las canciones. Desde aquí ya podemos escuchar a las dudas aceptando su derrota. Nunatak no necesita versos para rimar con presente. Hablamos con su cantante, Adrián Gutiérrez.
Cuándo Viernes 22, a las 21.30 horas
Dónde: Auditorio El Batel
Cuánto: 15 euros
-La sensación, al menos desde fuera, es que todo lo que ha rodeado a 'Nunatak y el pulso infinito' desde su publicación ha sido muy intenso y emocionante. ¿Cómo se vive y gestiona esta especie de revolución musical y mediática tan brutal desde dentro?
-Con mucha intensidad. Al fin y al cabo, para nosotros todo este camino estaba sin explorar y lo hemos ido descubriendo a cada paso, y eso siempre añade nervios, ilusión, expectativas y momentos inolvidables.
-Aunque su anterior trabajo, 'Nunatak y las luces del bosque' ya había generado más de una pasión, ¿dónde creen que se encuentra la clave para que este disco haya impactado de la manera en que lo ha hecho?
-Creo que en la apuesta por dar todo el poder a las canciones y que sean ellas quienes marquen el camino. Compones una melodía acompañada de un patrón rítmico y armónico, y a partir de ahí las canciones cobran vida propia. El equilibrio que consigas después entre lo que el tema pide y lo que tú le pides a ella es clave. En este disco nos dejamos llevar y decidimos que fueran las canciones las que dictasen su propia evolución.
-En mi opinión, es un disco que crece escucha tras escucha y que requiere cierto tiempo para terminar de desplegar todos sus secretos. ¿Su proceso de creación fue un poco así?
-Fue un trabajo muy espontáneo y vivo en el que quisimos explorar nuevas rutas sonoras y estilísticas. Quizás esa exploración haya creado cierta introspección en algunos pasajes del disco que, como tú dices, necesitan de más de una escucha para disfrutarlos al completo.
-Y ahora nos plantamos ante todo un concierto de fin de gira. ¿Qué balance hacen de todos estos meses rodando con 'Nunatak y el pulso infinito'?
-Ha sido toda una experiencia vital, una aventura que, de hecho, ha dado para una canción que verá la luz en nuestro próximo disco. Es un tema que habla de todo lo vivido en la carretera, con conciertos brutales y otros no tan buenos, personas especiales que se cruzan en tu camino, ciudades, culturas preciosas y una inmensidad de sensaciones complejas que se viven en esta profesión.
-¿De qué forma podemos esperar que influya esta gira en los próximos pasos de la banda?
-Nos ha hecho ser más conscientes de nuestro potencial y de todo lo que nos queda por recorrer y mejorar. Hemos aprendido una barbaridad girando, tocando en tantos sitios distintos y compartiendo escenario con grandes músicos, pero sobre todo hemos dado un salto hacia la profesionalización de la banda y todo lo que la rodea.
-Durante el concierto contarán con la presencia de, entre otros artistas invitados, la Coral San Buenaventura, Jesús Cobarro (Noise Box) y Sean Frutos (Second). Las despedidas con amigos son siempre menos despedidas, ¿no?
-Por supuesto, queríamos que este concierto fuera algo muy especial, poder ofrecer algo más. Hemos querido contar con amigos y grandes músicos de la Región, como Jesús, Carmen y Sean. Aprovecho para darles las gracias por dejarse engañar, es un lujo contar con ellos.
-Probablemente estoy equivocado, pero se les nota disfrutar mucho del presente, no pensar demasiado en el futuro.
-Con el tiempo hemos aprendido a valorar el hoy y pensar a medio plazo. Nuestro último single, 'Nadie nos va salvar', habla en cierta manera de aceptar que hay ciertas cosas que exceden tu control y que quizás el equilibrio esté en poder diferenciar las cosas que están en tus manos de las que no, en dejarse la piel en lo que puedes abarcar y no perder ni un segundo de tu tiempo en todo aquello que no depende de ti.
-Por último, me gustaría comentar su iniciativa Entrada Verde, impulsada junto a ANSE con el objetivo de defender la conservación y sostenibilidad del Mar Menor. El concierto en El Batel será la última vez en la que se podrá participar en ella. ¿Cómo surge y de qué forma valoran la manera en la que ha funcionado esta idea?
-Desde Nunatak siempre hemos estado muy cerca de la naturaleza y la conservación del medio ambiente. Cuando empezamos la gira decidimos crear esta Entrada Verde para sensibilizar a nuestros seguidores con la problemática del Mar Menor y contribuir activamente a su recuperación. Esta iniciativa es un tipo alternativo de entrada que hemos ofertado en toda nuestra gira de salas, con un coste adicional de dos euros al valor inicial, con el que apoyar a ANSE en su campaña de conservación del Mar Menor. Esta idea tiene un componente más de difusión que de recaudación, y en este sentido creo que ha sido todo un éxito.
-Este drama natural continúa acaparando titulares y decenas de páginas de periódicos. ¿Cómo lo están viviendo?
-Creemos que la situación es insostenible. Los actores y responsables políticos, más que buscar acuerdos, parecen estar más dispuestos a sacudirse responsabilidades. Las soluciones pasan por tomar medidas muy drásticas que nadie quiere tomar. Por ejemplo, esta semana veíamos un símbolo del desastre, que el color actual de las aguas del Mar Menor es visible desde el espacio. Las consecuencias de décadas de contaminación y ordenación del territorio nefasta creo que se veían desde el centro de la galaxia y aún así nadie hizo caso de los síntomas ni de las voces autorizadas de gente como ANSE y otras organizaciones. Es una problemática muy delicada, solamente espero que los agentes con verdadero poder para hacer algo encuentren el valor para realizarlo. Mientras tanto, nosotros seguiremos dándole difusión y aportando nuestro granito de arena.
-¿Qué supone la conciencia social dentro del discurso de Nunatak?
-Es una parte muy importante. Nosotros quizás pequemos de inocencia, pero en el 2017 todavía creemos en el poder moldeador del arte en la sociedad. A esto hemos de añadir que pertenecemos a una generación que ha trabajado duro para finalmente ver cómo todo lo que le habían prometido se esfumaba. Así que nos resultaría realmente complicado contar historias ajenas a esta realidad.
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