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ÁNGEL ALONSO
Domingo, 6 de octubre 2013, 14:07
Después de la tormenta llegó la calma. Ayer, con el sol, se pudo apreciar la verdadera dimensión del «infierno» que vivieron los vecinos de la pedanía yeclana de Raspay el pasado viernes, cuando una tormenta descargó pedrisco del tamaño de mandarinas pequeñas durante una media hora que se hizo eterna.
Tres heridos de carácter leve provocaron las bolas de granizo, que cayeron de un negro cielo que empezó a descargar los proyectiles sobre las 16.45 horas del viernes, día en que precisamente la Agencia Española de Meteorología había activado la alerta amarilla por este tipo de tormentas en el Altiplano.
Entre los heridos se encuentra Amable Verdú. A sus 64 años, este agricultor está más que acostumbrado a los rigores de la naturaleza, aunque asegura que «nunca» había tenido una experiencia como la vivida el viernes, cuando la granizada le cogió en campo abierto. «Salí corriendo porque las piedras que caían eran enormes. Intenté llegar al bar, pero fue imposible». Amable decidió refugiarse al lado de un muro y se colocó una protección en la cabeza: «Me cobijé para salvar la vida», relataba ayer.
Pese a todo, las bolas de hielo le alcanzaron en la cabeza, donde tiene tres puntos de sutura, otra herida abierta en un brazo y contusiones por todo el resto del cuerpo. «Fui al ambulatorio de Pinoso para que me curaran y allí vi a otro hombre con una oreja colgando, también debido al granizo», relataba este vecino de la única pedanía yeclana, al que, sin embargo, las heridas no le impidieron ayer arreglar los desperfectos en su vivienda, con el techo agujereado por los impactos del granizo como un queso gruyere.
La mayoría de los residentes explicaron que las nubes descargaron de forma «rápida y violenta», destrozando todo lo que se encontraba, principalmente los coches. Cristales rotos, faros reventados y las carrocerías repletas de agujeros eran las secuelas en los vehículos después de la tormenta de hielo.
Otros vecinos comentan que el hielo dejó un manto blanco sobre las calles, donde vieron morir un perro de grande dimensiones «lapidado» por las bolas de hielo.
Labores de limpieza
Desde primera hora de la mañana de ayer, una brigada de trabajadores del Ayuntamiento de Yecla realizó labores de limpieza en varias calles que habían quedado cubiertas de maleza y de otros materiales que tiró al suelo el hielo caído. También ayudaron a los vecinos en la reposición de tejas y canalones de numerosas casas, según explicó el concejal de Obras, Ascensión Juan García, quien estuvo toda la mañana en la zona.
El sector más perjudicado ha sido la agricultura. No habrá valoración económica de los daños hasta mañana, según explican desde distintas fuentes agrarias, pero lo que han visitado está «arrasado» y tanto las vides como los frutos sin recoger de las mismas, totalmente destrozados.
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