

Secciones
Servicios
Destacamos
J. LUIS ÁLVAREZ
Jueves, 29 de agosto 2013, 13:09
La primera Tomatina de la historia en la que hubo que pagarse la entrada fue todo un éxito, según sus organizadores. El objetivo era evitar que la ya tradicional fiesta de la localidad valenciana de Buñol no sufriera la masificación de los últimos años, cuando en el recorrido se concentraron unas 50.000 personas.
Al final, los 15.000 asistentes de pago y procedentes de 60 países y los 5.000 vecinos aguantaron con paciencia y buen humor el canje de sus entradas, compradas a 10 euros y agotadas desde hacía días. Cada uno recibió una pulsera que les acreditaba para acceder al recinto de la guerra de tomates. En total, los camiones transportaron 130.000 kilos de 'proyectiles', por lo que a cada participante les salió el kilo de tomate, más bien pocho, a 0,65 euros.
Bajo un cielo encapotado, en el que no faltaron disgustos al comprobar muchos que no podían asistir a a la fiesta porque compraron entradas falsas en internet, uno a uno los operarios municipales, auxiliados de la Policía Local, controlaron los accesos y requisaron botellas y objetos de vidrio, para evitar accidentes.
La tromba de agua amenazaba desde la vecina Yátova, por lo que la 68 edición de la Tomatina comenzó quince minutos antes, a las 10.40 horas. La traca que anunciaba el inicio de la contienda sorprendió a muchos participantes en algún bar de los alrededores apurando el desayuno o ingiriendo el enésimo cubata de la mañana. Incluso, los camiones todavía no habían terminado la descarga de los tomates.
De inmediato comenzaron a repartirse impactos en caras, espaldas, fachadas, farolas... Todo adquirió, pese a la lluvia, el tradicional color rojo. Las risas, los gritos y los petardos impedían escuchar los estampidos de los truenos. Disfrazados, con gafas de bucear o de piscina para evitar que el ácido del tomate afectara a los ojos, la venganza tomatil estaba servida.
Una hora más tarde otra traca marcó el final de la fiesta. Con pena, 'chopaos' -como dicen en la zona-, pero satisfechos, poco a poco fueron saliendo del recinto vallado rumbo a las duchas instaladas por el Ayuntamiento.
Tras el aseo, un refrigerio para recobrar fuerzas en los puestos ambulantes que ahumaban el ambiente con aroma a lomo, salchichas o 'morcilleta'. El increíble rincón de la Fuente de San Luis, un año más, estuvo a rebosar de público comentando la contienda.
Mientras, en cuestión de minutos, los servicios municipales y los vecinos baldearon calles y fachadas dejándolas impolutas. En algunas esquinas se quemaron ramas de romero u otras hierbas para evitar el hedor del tomate. Ahora, a preparar la 'batalla' de 2014.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.