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MARGARITA MUÑOZ ZIELINSKI
Lunes, 15 de julio 2013, 13:22
La danza, arte efímero y visual, impone al espectador la condición de captar todos los movimientos en el momento de ejecución. Cada creación coreográfica es única, hecha a imagen de los bailarines, y estudiada para ser repetida buscando la perfección. Y, aun siendo la misma, nunca va a parecer igual. En cuanto a receptividad, ya es cosa de las neuronas espejo y allá cada uno con las suyas, con posibles efectos secundarios cuando la progresión hacia la excelencia de un mismo programa visto tres veces en escaso margen de tiempo da como resultado síntomas de adicción. Es el caso que nos ocupa. La CND en Cartagena, cuna de su director José Carlos Martínez, con un elenco dispuesto a cerrar la temporada de forma brillante. El reto: neoclasicismo de Balanchine, clásico contemporáneo, del tan conocido 'Who cares?'. Técnica tan difícil y exacta como aparentemente sencilla, alegre y desenfadada. El ojo avizor de la profesora Elena Matamoros, está detrás de correcciones y apuntes de la función vista en Madrid. Y en Cartagena, de los cuatro acertados intérpretes, la más aplaudida: Seh Yun Kim. Brazos suaves, elegantes, y rapidez vertiginosa de giro. A continuación, 'Tres Preludios'. Compenetración absoluta de Nandita Shankardas y Toby William Mallit, acompañados magníficamente al piano por Carlos Faxas, sutiles y románticos como exige la coreografía superando magníficamente el reto del tan bello recordatorio Lucía Lacarra/Marlon Dino.
'Holberg Suite' es una obra estrenada por la CND2, con Nacho Duato (mayo de 2000), a la que el paso del tiempo no ha hecho sino enriquecer y mostrar como producto actual. Musical, divertida, ágil coreografía bordada por las cuatro parejas. Y como final de la noche, las 'Sonatas' de José Carlos Martínez. Aquí es donde retomo lo dicho al principio. En esta creación, el trabajo, el rodaje, la repetición en ensayos, la atención a cualquier fallo mínimo, la exigencia de técnica y sincronización paso a paso está afianzando el resultado final para llegar a ser una de las obras más interesantes de nuestra danza clásica. Es uno de los ballets que deben ser vistos una y otra vez, asimilando cada movimiento, entradas, salidas, los bailarines bailan la música porque ellos son los instrumentos.
Levantarse
Nuestra pobre cultura balletística demanda un manual de instrucciones, cómo ver el mismo ballet más de una vez, guardar silencio en los primeros compases de la introducción de una obra a telón bajado o la forma de levantarse a la primera y despegar del asiento, por muy cómodos que sean los de El Batel, en el magnifico aplauso a la Compañía Nacional de Danza, reconociendo la presencia y la valía de José Carlos Martínez. En la Opera Garnier, el Teatro Real y el Teatro de La Zarzuela, entre otros grandes escenarios, ya lo hicieron.
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