Alonso gana tiempo en el caos
Vettel abandonó cuando era líder, al romper la caja de cambios, y Rosberg se adjudicó su segunda victoria en los tres últimos grandes premios El español de Ferrari acaba tercero en una carrera loca por los reventones de ruedas
JOSÉ CARLOS CARABIAS
Lunes, 1 de julio 2013, 10:18
Silverstone regaló una carrera electrizante de Fórmula 1, el tipo de espectáculo que enardece los ánimos de los aficionados y convoca a la gente ante el televisor. Fue una carrera loca, con ruedas reventadas volando por la pista, que regaló un postre dulce para Fernando Alonso. El español consiguió un podio de oro, tercero, a bordo de un Ferrari que funciona los domingos. El piloto se jugó el mostacho de mosquetero en un sprint final tremendo. Después de la 'pole' de Hamilton ganó otro Mercedes, Nico Rosberg, y la noticia residió en el abandono de Sebastian Vettel. Cuando era líder y se aprestaba a dar otra exhibición, rompió la caja de cambios. Alonso se queda ahora a 21 puntos del alemán, que sigue al frente de la general del Mundial.
El gran premio arrancó bravo y terminó muy caliente. Massa protagonizó la salida del año (del undécimo al quinto en dos curvas) y Alonso se quedó rezagado, esta vez encajado en una escasa puesta en escena. Se obligó a una remontada de apariencia imposible. Otro episodio de la 'ley de Murphy', según el cual la tostada siempre cae del lado de la mantequilla. Pero esta vez las circunstancias jugaron muy a su favor.
El principal sostén de sus quince puntos ayer en Silverstone fue la ruleta rusa de las ruedas Pirelli. Empezaron a saltar neumáticos por los aires en una publicidad impagable para la marca italiana, protagonista total de la Fórmula 1 este año. Hamilton, que iba primero, Massa, Vergne, Sergio Pérez... Todos terminaron con los compuestos reventados como globos en una feria.
El asunto derivó en cierto escándalo. En el trazado inglés se escucharon numerosas voces que pregonaban la necesidad de clausurar la carrera por el riesgo para la integridad de los pilotos. Algo parecido a lo que sucedió en Indianápolis en 2005, cuando los 14 pilotos que calzaban Michelin se negaron a correr y solo participaron los que montaban Bridgestone.
El problema de Pirelli ha consistido, este año, en querer contentar a todos los equipos en vez de imponer su criterio propio. Entre las necesidades y los intereses de todos, el fabricante italiano ha terminado por situarse en una posición incómoda. Elige cada fin de semana la dureza de los neumáticos entre los cuatro tipos que existen para la F1 y al final, entre variaciones y exigencias de todos, ha entrado en barrena. El miércoles se celebrará una cumbre en París, con la FIA de árbitro, para aclarar el panorama.
Fue el momento de incertidumbre en el mediodía inglés. Alonso recuperaba posiciones gracias a los estropicios de los demás y a su pericia para mantenerse a salvo de imprevistos.
Salió el primer coche de seguridad y agrupó al pelotón que ya comandaba Vettel. Alonso había llegado a la cuarta posición. La carrera parecía empaquetada después del frenesí total del primer tramo, pero faltaba la guinda que aprieta el Mundial. El Red Bull infalible de Vettel se paró en la vuelta 42, a diez del final. Problema en la caja de cambios.
Salió del nuevo el coche de seguridad porque Vettel quedó varado en la línea de meta, y aquello fue un desenlace al sprint. Alonso cambiaba ruedas en ese instante y perdió posiciones, pero con calzado nuevo emprendió una remontada vibrante.
En siete vueltas y con ruedas nuevas, Alonso adelantó a todos los que solo habían parado dos veces. Button, Ricciardo, Sutil y Raikkonen. Es decir, era cuarto con el parón de Vettel y acabó tercero en un frenético final, hermoso y emocionante.
La victoria correspondió a Nico Rosberg, la segunda en los tres últimos grandes premios. Mercedes ya no devora los neumáticos, no se los merienda como antes. Desde que realizó el ensayo secreto y prohibido en Barcelona con los Pirelli ha subido varias leguas.
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